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Andrew había estado más extraño que nunca, y yo ya no podía más con la desconfianza y el estrés que me causaba su actuar. No podía evitar estar alerta o sentirme nerviosa ante una posible huida de su parte. No quería arreglarme el día de mi boda y al salir, darme cuenta de que el novio me había dejado plantada en el altar.

Cansada de todo y sintiendo que el suelo bajo mis pies era inestable, decidí terminar con mis dudas y en una de las extrañas salidas de Andrew lo seguí. El lugar en que se estacionó era tétrico, estaba tan oscuro que no se veía más allá del comienzo de aquel callejón en el que había ingresado caminando.

Me bajé del auto y comencé a caminar, siguiendo su ruta, adentrándome hacia el oscuro pasillo. Mis ojos ya se habían adaptado a la oscuridad y mis oídos comenzaron a capturar dos voces a las que me iba acercando con cautela. Sin embargo, nada de lo que me había estado imaginando se comparaba a lo que se encontraba frente a mis ojos.

No, no podía ser cierto lo que estaba frente a mí...
 
— Solo faltan dos semanas para la boda. — Dijo Andrew.

— Soy consciente de ello. — Murmuró el otro hombre que se encontraba con él, el otro Andrew.
 
Por más raro que pareciera, teniéndolos a ambos a pocos metros, podía identificar quién era el Andrew que conocía de mi infancia. Podía ver que el que había sido mi mejor amigo se encontraba recostado en la pared de la derecha, mirando hacia el suelo con una expresión de preocupación en el rostro. Justo al frente de él, en la otra pared, se encontraba el falso Drew con los brazos cruzados, observando con el ceño fruncido a su copia.

Sin poder contenerme más llevé mis manos a mi boca para intentar acallar el sollozo que luchaba por escaparse de entre mis labios. Ambos hombres giraron sus cabezas hacia mí después de haber percibido mi movimiento y al verme, aquellos pares de ojos se abrieron con asombro.

El falso Andrew se había alejado un poco de la pared y había dado un paso hacia mí, pero se detuvo. Detuvo cualquier acercamiento que tenía en mente cuando vio que me acercaba al que había sido mi apoyo durante tantos años.
 
— Eres un maldito mentiroso. — Susurré después de haber impactado con fuerza su mejilla. — Dijiste que estaríamos juntos en esto y yo te creí.
 
Me giré, dispuesta a alejarme de ese lugar lo más rápido que podía. Sin embargo, necesitaba saber algo antes de poder desaparecer.

— ¿Cuál es tu nombre? — Pregunté por lo bajo sin siquiera mirarlo.
 
No obtuve respuesta a mi pregunta.
 
— ¿Cuál es tu maldito nombre? — Grité, completamente fuera de mí.

— Mikhail. — Murmuró por lo bajo.

— Mikhail... — Repetí mientras intentaba contener el llanto. — Vete al infierno junto a ese imbécil.

— Scarlet espera, déjame explicarte. — Habló uno de ellos.
 
No lo hice, no me detuve hasta llegar a mi auto y salir de ahí a toda velocidad. Dos personas exactamente iguales habían jugado a adivina quién soy y yo había sido tan tonta para caer en su retorcido entretenimiento. Me había enamorado a ciegas de un tonto espejismo y en ese momento sentía que me estaba quemando por dentro.

Aceleré tanto como me fue posible, hubiera sido una huida perfecta de no ser porque me encontré un auto policial en el camino.
 
— ¿Puedo saber qué está haciendo? — Preguntó el oficial cuando me detuve a un lado de la carretera.
 
El oficial de policía esta visiblemente molesto y sorprendido y es que no era para menos. Frente a él se encontraban una mujer en llanto que duplicaba la velocidad a la que era permitida en esa zona.
 
— Lo lamento oficial, no volverá a ocurrir. — Balbuceé como me fue posible.

— ¿Se encuentra bien? — La duda era notoria en su pregunta.

— Estoy por casarme y acabo de descubrir que mi prometido me ha estado engañando, ¿usted qué pensaría sobre eso? — Murmuré, sujetando mi cabello para atarlo a una coleta.

Perfecto Mentiroso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora