Mother's Day

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Gerard odiaba la idea de ser un mal hijo. A pesar de que Donna cuando se lo proponía era como una pequeña pidrecilla en el zapato, él sabía lo mucho que lo quería así como también él la amaba a ella.

Así que después de meditarlo mucho había decidido invitarla a un desayuno el día de las Madres. ¿Y porqué no? También invitó a su holidate para no estar solo con ella en aquella festividad.

El lugar era bastante lindo, las mesas estaban colocadas al aire libre y habían muchos arbustos llenos de flores coloridas.

Esa mañana él había decidido usar un vestido casual, largo hasta la rodilla con estampado floreado, amarillo con azul. Mientras que Frank, sentado a su lado llevaba pantalones de vestir y una camisa color crema un poco floja, la manga tres cuartas permitía que los tatuajes de sus brazos brillaran a la luz del día.

Donna había inspeccionado sus tatuajes un par de veces con disimulo preguntándose cuál era su significado. Algún día lo iba a averiguar.

Todo había salido bastante bien hasta que estaban por terminar el desayuno, la madre de Gerard tuvo que tocar el panal y alborotar el avispero.

—Es día de las Madres, ¿podemos por favor no hablar de mi vida personal el día de hoy? —pidió Gerard. Empujó hacia atrás un mechón de cabello que caía sobre su hombro pues lo llevaba suelto, sujetado por un par de prensadores dorados en cada lateral.

—Precisamente porque es mi día. Tengo derecho a saber que está haciendo mi hijito con su vida.

—Tienes dos hijos más —replicó. Frank a su lado continuaba comiendo sus hotcakes de avena con tranquilidad.

—No solteros —le recalcó, dejó su frutilla de lado y observó con sus penetrantes ojos verdes a Gerard—. Tú eres el que me preocupa —giró su mirar y se enfocó en Frank—. Y yo no entiendo porque tú le haces perder el tiempo a mi hijo con estas cosas sin sentido.

—¿Con que cosas? —preguntó Frank con calma. Luego intercambió una rápida mirada con Gee—. Somos amigos —levantó el pulgar y Gerard le sonrió.

—Gee no necesita otro amigo. Necesita un esposo, un compañero. Alguien que esté unido a él legalmente durante la quimio.

—¿Cuál quimio? —Gerard intervino exaltado.

—¡Oh cariño! Sé honesto contigo, tienes malos genes y ya sabes un chico calvo no consigue muchas citas.

Gerard rodó los ojos y levantó su copa con jugo de naranja, le sonrió fingidamente a su madre y bebió.

—No tiene de que preocuparse ¿Okay?, Gee es un gran chico. Incluso calvo lo seguirá siendo.

—¿Entonces porqué no duermes con él? —Donna le preguntó a Frank. Apoyó los codos sobre la mesa y enlazó sus manos, recostando su mentón ahí.

—¡Mamá! ¡Cielos! —Gee colocó con más fuerza de la necesaria su copa vacía en la mesa.

—Solo digo que no te va a matar intentarlo. Es como comer caracol. Puede que no suene bien, puede que no se vea bien pero una vez que lo pongas en tu bocas es extremadamente bueno. —Frank arrugó las cejas confundidos sin entender aquello más no comentó nada, continuó escuchando a la mujer rubia—. Talvez esto del holidate se convierta en algo...

Los señaló a ambos, moviendo sus manos aleatoriamente mientras sonreía mostrando los dientes.

—¿Acabas de comparar tener sexo conmigo con comer babosas? —preguntó Gerard luego de unos segundos. Incapaz de creer hasta donde llegaba su madre con sus comentarios atrevidos.

—Bueno... es un buen punto —habló Frank.

—Solo lo digo —respondió Donna. Tomó los cubiertos y continuó con su desayuno.

—¿Sabes? Escuché que los baños de aquí son muuuuy buenos —le comentó Frank a Gerard, viendo en su dirección. El de cabello platinado se había cruzado de brazos pero la dirección a la que apuntaban las palabras de Frank le hizo saber que su día no estaba del todo arruinado.

—¿Este es...? ¿Este es el lugar con las toallas de algodón? —preguntó de inmediato, colocó una de sus suaves manos en el antebrazo izquierdo de Frank y lo apretó con sutileza.

—Fácil de limpiar. —Gerard volteó a ver a su madre con un puchero victorioso pintado en sus labios—. Disculpa —Frank le habló a la mesera—. ¿Dónde está el baño?

—Justo ahí, a la izquierda. —Ella les indicó el lugar solicitado y se retiró tras haber retirado los platos desocupados de la mesa.

Donna les miraba con una sonrisa resplandeciente. La cual solo se ensanchó más al ver como Frank se ponía de pie y como el caballero que era, le tendía su mano a Gerard para que se pusiera de pie también.

—¿Vamos?

—Claro.

—Cuando quieren ustedes son muy lindos —les dijo.

—Feliz día de las madres mamá. Esto es por ti —le dijo Gerard. Donna se colocó una mano sobre el pecho, orgullosa y enternecida.

Mientras Frank y Gerard se retiraban. Frank abrazó a Gerard por los hombros y Gerard dio tres palmaditas y apretó un par de veces el glúteo izquierdo de Frank.

—¿Crees que la engañamos? —le preguntó en un susurro a Frank.

—Creo que si —le contestó.

—Eso ya no es divertido —escucharon que la mujer les habló.

Cuando llegaron al vestíbulo del restaurante rieron cómplices, la expresión de Donna al ver que iban enserio era de ensueño.

Después de pagar la cuenta, Frank invitó a Gerard a ir a tomar un café, algo simple ya que por la tarde debía entrenar para su próxima competencia.

Gee aceptó bajo la condición de que lo invitara a pastelillos de fresa y donas de chocolate también.

H♡LIDATE ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora