Thanksgiving

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Donna Way mantenía el horno abierto revisando con un termómetro la temperatura del pavo. Mikey y Gerard le ayudaban a escoger los platos y cubiertos. Los demás platicaban o se terminaban de arreglar.

—¡Hola familia! ¡Feliz día de Gracias! —Marie entró a la cocina por la puerta trasera, saludando y sonriendo como siempre. Tras ella, un señor de aparentemente 50 años de edad. Su holidate escogida.

—¡Holaaa!

—¡Besos a todos! —dijo—. Conozcan a mi amigo Winston.

—William —le corrigió.

—Es lo que dije...

—Soy William, puedes decirme Will —saludó extendiendo su mano a Mikey.

—Michael Way, puedes decirme Mikey —dijo con un pequeña sonrisa en su rostro.

—Soy Gerard.

—Un gusto. Oh algo huele delicioso, parece que viene de ese horno —dijo acercándose hasta donde Donna estaba—. ¿Puedo probarlo?

—Ni se te ocurra.

—Te lo dije. Mi hermana quema todo —acusó Marie.

—No está quemado, está cocido —se defendió—. Además, para eso están las salsas.

Podían pasar discutiendo horas sobre aquello pero Gerard tomó el brazo de su tía y la llevó a la sala.

—¿Porqué no viniste con Brian?

—¡Oh! ¡Él! No... me conoces Gee, una holidate por fecha nada más.

—Pero se veían felices juntos.

Marie negó y sonrió un poco ante el gesto afligido de Gerard.

—Breve y dulce, todo termina algún día querido. Entonces, ¿porque esperar a que pase?

Dio un toque en la mejilla de Gerard y volvió sobre sus pasos a la cocina. Él suspiró y decidió ir a ayudar a Kristin a acomodar la mesa, Donna se unió a ellos un momento después. Con su cuaderno en mano comenzó a revisar los lugares.

—Maya, Arthie, Kris, Mikey, Marie y su pareja, Don, Gee y yo...

—Te faltó nombrar a Frank —interrumpió Gerard.

—¿Estás seguro que vendrá? No quiero extender la mesa.

—Si, vendrá —dijo—. Solo pon la mesa.

—Creo que se quedó en el sótano, podemos usar...

—Mamá...

—El banco del piano.

—Solo pon la maldita mesa —dijo desesperado.

Donna no tuvo tiempo de responder ya que la alarma de la cocina comenzó a sonar. La mujer corrió pero cuando llegó era muy tarde. Una nube de humo espesa salía del horno.

—¿Todo está bien?

—Si, mamá solamente quemó nuestra cena —dijo Arthur.

Gerard se ofreció para ir al super a hacer compras de último minuto. Donna le ayudó a acomodarse su abrigo de negro con pelusa en los bordes mientras le indicaba que debía llevar.

—Ñames no batatas.

—Entiendo.

—Y jugo de arándanos, no esa mierda asquerosa que dice ser orgánica.

H♡LIDATE ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora