You Can Be My Holidate

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Él volvió a suspirar frustrado.

—He estado formado en la fila por más de hora y media hora por favor —le dijo a la muchacha que lo estaba atendiendo.

—Lo siento pero sin un recibo de regalo solo te puedo ofrecer créditos en la tienda —respondió ella con una sonrisa.

—Gracias pero no quiero crédito de la tienda, no quiero regresar jamás a ésta tienda. —Pasó su mano tatuada con frustración por su rostro mientras trataba de mostrar una mueca de sonrisa.

—Tenemos cosas realmente hermosas. ¿Te has probado nuestros skinny jeans? —preguntó con el mismo tono amable.

—Disculpa —gritó un chico de cabello platinado amarrado en una coleta alta. Él estaba formado detrás de Frank en aquella larga fila y el tipo lleno de tatuajes no hacía más que retrasarlo—. Cocodrilo Dundee, algunos tenemos que trabajar.

Frank se giró sobre sus talones y observó a Gerard de pies a cabeza.

—Es Dundee —le corrigió la pronunciación. Hizo el ademán de girarse para hablar con la muchacha nuevamente pero aquella mirada esmeralda arrogante le hizo seguir hablando—. Espera, ¿porqué piensas que no tengo empleo?

—Estás en un centro comercial, en jueves, devolviendo pantalones de soccer —apuntó mientras comía una galleta con relleno de fresa.

—Pues estos son caqui —replicó tomando la caja con sus pantalones—. Muchas personas con empleo usan pantalones caquis.

—Te refieres a que usan caquis si no les importa —dijo con indiferencia mientras caminaba y se colocaba a su lado en el mostrador. Lo empujó hacia un lado y colocó su bolsa—. Buenas tardes, vengo a hacer un cambio rápido —remarcó la última palabra sin sutileza.

—¡Oye!

—No venían con recibo, solo con la suposición de que estaría solo por siempre y que aparentemente comería hasta tener el tamaño de un enorme leñador—dijo mostrando la amplia cintura de los pantalones a la chica de cabello rizados que les atendía.

—Le atinaron —susurró Frank con burla.

—¿Sabes qué? —Gerard lo miró y Frank le correspondió, sin borrar la sonrisa burlona de sus labios—. Mi navidad de por si apestaba así que puedes ir a atinarle a otro lado.

—Iré a hablar con mi supervisor.

Ambos se quedaron en silencio con las prendas que iban a cambiar en las manos.

—Disculpa. —Una chica picó el hombro de Frank para llamar su atención—. Te daré cuarenta por los caquis y un cupón de pretzels de dos por uno.

—Estos son ochenta dólares en pantalones, olvídalo —dijo volteando a ver hacia el frente. Gerard le miró con expresión incrédula mientras comía otra galleta—. Oye, si te sirve de consuelo. Pasé mi navidad en un feo suéter navideño, bebiendo cócteles en una habitación con personas que creo que eran una secta.

Gerard rodó los ojos y terminó de tragar su galleta, se lamió los labios y habló.

—Ya vi tu feo suéter navideño y eso no es nada. Estuve en la mesa de niños, mi hermanito se comprometió y vi a un Santa Claus de centro comercial haciéndole sexo oral a mi tía —dijo esto último con desagrado.

Frank se compuso la garganta y elevó las cejas.

—Esa es una imagen festiva.

—Cauterizada en mi cerebro como un horrible tatuaje.

La chica que estaba detrás de ellos con rulos exagerados a los lados de su cabeza rió. Los dos se giraron a verla.

—Una vez me hice un tatuaje feo —dijo y se levantó la camisa para mostrarles un tatuaje que cubría casi todo el largo de su abdomen.

H♡LIDATE ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora