Capítulo VII

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«— Prefiero oír a mi perro ladrarle a un cuervo que a un hombre jurarme amor.»

Mucho ruido y pocas nueces

Tsunade

Ya no sé qué hacer.

Me asomé por la ventana. Toda Konoha se contempla en extensión, y más allá de las murallas se ve el bosque, campos verdes y los caminos. A espaldas del edificio, se encuentra la característica piedra Hokage, cualquier forastero que la vea, sabe que se encuentra en la aldea, es lo primero que se ve de ella desde el exterior.

Tengo una perspectiva poco común de esa piedra tallada con cabezas y con el puesto de Hokage, me ahogan de alguna forma, estar encerrada tras cuatro paredes día a día, con papeleo y disputas no es algo que extrañaré. Y, el llegar a este puesto y esa piedra tallada en sí, simbolizan muerte, de los cinco Hokages esculpidos, soy la única viva, volví por el puesto, ahora que se lo dejaré a Kakashi, espero sobrevivir. El puesto pesa más de lo que pensaba sobre mi cabeza.

Por ello en mis últimos días me encuentro asomándome por la ventana, contemplando el entorno de la aldea y sus habitantes... Habitantes que se han visto atormentados desde hace un tiempo. Sí bien me entretengo con la apuesta que hice con Kakashi y fastidiando a los amargados de Hiashi y Fugaku, y porque no decirlo al mocoso de Sasuke, lamento involucrar a una inocente como lo es Hinata, basta con ver sus asustados ojos de cierva, para abortar el plan...

— Lady Tsunade

Suspirando por dentro, me di vuelta, para encontrarme con Shizune, que esperaba con paciencia que le prestara atención. Ella es en la persona que más confío dentro de la aldea, mi mano derecha.

Me acomodé detrás de mi escritorio.

— Sí, Shizune —dije— ¿Qué novedades hay?

— Mi lady —respondió, acomodando a Tonton en sus brazos— Es algo que tiene que ver con los clanes Hyuga y Uchiha.

Al escuchar esos apellidos, resistí el impulso de volver a mirar por la ventana y no hacerle caso. ¿Ni en mis últimos días estarán en paz?

— Dime, ¿Qué ocurrió ahora? ¿Acaso Hiashi por fin llevó a Hinata al altar? Llevo tres días esperando que la convenza. ¿Cuánto puede tardar un líder en doblegar la voluntad de una doncella?

Shizune negó con su cabeza.

— Ella dice estar enferma, y no quiere ver a nadie, ni siquiera a su padre, selló la habitación, para que nadie entre.

Si Hinata estaba enferma, yo soy Orochimaru.

— Entonces, ¿qué? ¿Los guardias han descubierto quién profanó la estatua de Shion?

— No, mi lady. Lord Uchiha la hizo limpiar y le devolvió su belleza original. Los Uchiha juran que no fueron ellos quienes la profanaron, y los guardias no encontraron pruebas de que hayan sido ellos.

Por supuesto que no. Últimamente los guardias eran incapaces de encontrar algo que no estuviera en el fondo de un barril de sake o cerveza, para el caso.

Presioné mi puño entre mis ojos.

— Hay otra cosa, Tsunade-sama.

— ¿Otra? ¿Qué es? —dije en un suspiro.

— Estaba en el mercado, en el área comercial de la aldea esta mañana —me informó— Cuando los mercaderes llegaron al amanecer para abrir sus puestos, encontraron esto colgado de un árbol en el centro de la plaza.

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