Epílogo

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«— Sombría paz trae esta mañana»

Romeo y Julieta


Sakura, todavía débil, había salido sola.

Hinata cerró los ojos con alivio cuando dobló y la vio sentada a la orilla del canal que cruza la aldea. Aunque habían pasado dos semanas desde la derrota del ejército de Kabuto, Sakura, aún no había sanado del todo. Hinata se había preocupado cuando no la encontró en su habitación en el hospital. Después de tantas pesadillas sobre la muerte de Sakura en manos de su abuela, no perdía oportunidad de visitarla y ver cómo se encontraba, pero ella se las había ingeniado para desaparecer apenas había quedado sin vigilancia. Por suerte, una de las enfermeras la había visto salir y caminar hacia el este.

ANBU. Tenía tras ella todo el día. De pronto el clan Hyuga se llenó de hombres con máscaras de animales, se les habían otorgado tras la batalla. Hinata no había oído la orden, pero era obvio que tras ello estaba la mano del Hokage. Ahora que su abuela Hiroko estaba presa de por vida, los integrantes del clan Hyuga estaban ansiosos por demostrar que no eran traidores. Hinata sospechaba que la primera sugerencia de Kakashi-san había sido que se ocuparan mejor de ella. Cada día se llenaba de demasiadas atenciones por parte de todos en su clan.

— ¿Vamos a buscarla, Hinata-sama? —preguntó el ANBU, pero Hinata meneó la cabeza.

— No. Espere aquí un momento, por favor.

Hinata suspiró al ver aquella imagen. Sakura estaba sentada en la orilla con un vestido negro, tan diferente a los colores vivos que siempre usaba. Su tez, más pálida después de una quincena en cama, parecía etérea de tan blanca en comparación con el negro de su vestido de luto. Sobre su regazo tenía un ramo de flores silvestres, que iba dejando caer al agua una por una. No levantó la vista cuando se acercó Hinata, pero cuando estuvo a pasos de ella, Sakura sonrió.

— Pensé que tardarías más en venir a buscarme.

— No fue difícil encontrarte, cuando supe en qué dirección te habías ido —hizo un ademán a sus ojos. Se inclinó junto a Sakura, tomó una de las flores y la colocó en el cabello rosado de la Haruno— Deberías estar en cama.

Sakura se quitó la flor de detrás de la oreja y la dejó caer al agua.

— Aquí murió Kabuto.

— Lo sé —Hinata se concentró en las flores para no ver en su mente la imagen de los ninjas Hyuga y Uchiha, muy serios, cargando el cuerpo de Kabuto hacia la torre Hokage. El más serio de todos era Sasuke, aunque había sido su espada la que había atravesado el corazón del traidor— Lo siento.

Sakura rio; un sonido amargo, y a Hinata se le retorció el corazón en el pecho. La Sakura alegre y entusiasta se había ido para siempre, y en su lugar había quedado una mujer mucho más triste.

— No, no lo sientes. Nadie lo siente. Salvo yo. Y yo lo maté.

— Oh, Sakura-chan, no...

— Por favor, no lo hagas... por mi culpa murió.

— Hiciste lo que debías. Kabuto era un ser sin corazón. Si no lo hubieras detenido, solo Kami sabe qué habría sido de todos nosotros.

Sakura meneó la cabeza.

— Sin corazón, no. Porque me amaba. Sé que sí.

Hinata no supo como responder a eso. Entonces simplemente tomó la mano de Sakura y se la apretó con afecto.

La mirada de Sakura se desvió hacia los ANBU que esperaban pacientemente a una distancia prudente.

— ¿Otra atención de Kakashi-sensei?

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