CAPÍTULO 3: Ella es mía.

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Me encuentro sentada en uno de los asientos de la enorme camioneta de James y al otro extremo se encuentra Byron.

Estoy un poco enfadada por como me ha tomado en la fuente y a la vez algo apenada ya que le metí tremenda cachetada después de eso.

No sé porque le di ese golpe, que por cierto aún sigue tallando su mejilla, supongo que aún le duele. Después del golpe me soltó y se alejó de mi furioso, sin decir nada y se sentó en una de las bancas que se encontraba debajo de un árbol.

Quería ir a disculparme, pero llegó una enfermera joven y bonita que comenzó a coquetear con él e incluso le puso hielo en su mejilla, así que me detuve y me senté en una banca alejada de ellos.

De vez en cuando volteo a ver su mejilla pero él solo mira por la ventanilla mientras toca su mejilla una y otra vez.

- Lo siento. - digo mirándolo y en un susurro.

- Eres una bestia salvaje. - dice mirándome por un segundo y después volviendo su mirada hacia afuera.

No sé que responder ante su insulto así que solo miro por la ventanilla mientras el auto avanza entre las calles en buen y mal estado.

Minutos después llegamos a la casa y ya está oscureciendo, me siento cansada y con mucha hambre. James decide pedir pizza para la cena y Byron se va con George quien sabe a donde.

- Mañana tienes escuela, no olvidaste ¿verdad? - dice mi madre mirando su rebanada de pizza.

- No. Por cierto, el uniforme, ¿dónde está?

- Lo dejé en tu clóset, lavado, planchado y oliendo genial. - dice James feliz.

- Gracias. - digo levantandome enseguida para ir a verlo.

Estoy nerviosa, nunca había sido la nueva de la escuela, siempre había estado con los mismos chicos desde preescolar y todos nos conocíamos muy bien.

Esto es nuevo para mí y no se los voy a negar, tengo miedo de la reacción de los chicos de esta escuela, no se como sean y no se lo que vayan a pensar de mí. Espero todo vaya bien.

Entro a mi habitación y corro a ver el uniforme. Abro el clóset y ahí está. Es una falda plisada color vino, una camisa blanca sin mucho que destacar más que sus mangas largas y un saco también vino, con mangas largas y el logo de la escuela en el lado del corazón.

- ¡¿High School Roosevelt?! - cuestiono al darme cuenta que es el mismo colegio al que transfirieron a una de mis amigas de la infancia.

Realmente ahora me siento emocionada de ir ahí, para así poder encontrarme con ella, espero que no me haya olvidado y que podamos estar juntas en muchas de las clases.

Dejo el uniforme en su lugar para poder darme un baño y dormir. Mañana será un día pesado.

Me despierto asustada gracias a la maldita alarma de mi celular. Salgo como loca de la cama para comenzar a alistarme e ir a la escuela.

Comienzo a colocarme el uniforme pero al hacerlo me percato de un gran inconveniente, la falda me queda demasiado corta.

- ¿Esto es de mi talla? - digo mirándome en el espejo.

Tal vez si es de mi talla, sin embargo, soy una señorita muy alta, más que las demás de mi edad. Siempre he sido más grande que mis compañeras, incluso mas grande que algunos hombres de mi salon.

Mido un metro con setenta y dos centímetros y solo tengo diecisiete años. Si, lo sé, muy alta. Y tampoco soy muy delgada que digamos, peso sesenta y cinco kilos, la mayoría de esos kilos están en mis enormes huesos y acumulados en mis glúteos, cadera y piernas. Pero eso sí, tengo un pecho casi plano y una cintura pequeña.

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