Los chicos se sentaban frente a la chimenea de mi casa, masticaban palitos de zanahoria y se enzarzaban en discusiones sobre los sentimientos y los complejos..., cualquier sentimiento o complejo relacionado con el atletismo y la sociedad. Pasábamos mucho tiempo hablando de la mística masculina del atletismo; si hacemos un cálculo, creo que a los problemas de la homosexualidad sólo le dedicamos un treinta por ciento del tiempo.
Poco a poco, los chicos heterosexuales aprendieron a entender y respetar la visión que los gays tenemos del mundo, y empezaban a comprender la angustia de los gays. A mí me entristecía ver a Mew, sentado allí, luchando por exteriorizar sus sentimientos, temeroso de que lo juzgaran y lo castigaran.
Cuando finalmente lo consiguió, se dio cuenta de que los heterosexuales no siempre eran tan intolerantes como parecían.
Kao y Fluke siempre participaban en estos debates abiertos y Earth lo hacía siempre que tenía ocasión. Kao era el gran orador y resultaba de gran ayuda a la hora de moderar el debate; Earth era un genio del chiste fácil; Fluke era menos manipulador, pero siempre era a él a quien acudían los chicos cuando tenían algo que confiar y no se decidían a contármelo a mí porque yo era más mayor.
Finalmente decidimos que, una vez a la semana, el debate estaría abierto también al equipo femenino y a cualquier miembro del campus que deseara asistir. Acudió bastante gente; tanta que los jueves por la noche en mi casa no cabía ni un alfiler. Le agradecí a Dios que el jardinero jefe hubiera optado por un salón amplio.
Después de los debates, hacía falta un ejército para recoger la cocina.
De entre los recién llegados al fórum, la persona más extraordinaria era Samantha Coates, una mediofondista bajita del equipo femenino. No llegaba a metro sesenta, llevaba el pelo corto y ondulado, y en sus ojos grandes y de largas pestañas, había siempre una mirada de asombro.
Era la única lesbiana militante del campus. Empezó a asistir a nuestras reuniones para provocar conflictos, me parece a mí.
Kao y ella se sentaban en mi salón y empezaban a dárselas de enterados, hasta que los demás teníamos que hacerles callar. Fluke, sin embargo, se enfrentaba a ella. Había noches en que el salón entero permanecía en silencio, embelesado, mientras ellos dos se enzarzaban en una discusión. Samantha era la demagoga, agitaba el puño y levantaba el dedo. Fluke le respondía con su no violencia budista, hacía observaciones con su tranquilidad de siempre, sereno, risueño, siempre tolerante con las opiniones de ella. Se enzarzaban en la típica guerra verbal de los sexos, pero siempre se las arreglaban para ponerse de acuerdo.
—Es verdad —la obligó él a admitir por fin, una de aquellas noches—, no te deseo.
Pero tengo la sensación de que tú me rechazas.
Todo el mundo se echó a reír. La sala entera estalló.
Ella y Fluke terminaron por convertirse en grandes amigos Kao me gastaba bromas.
—Ohm, ¿no estás un poco preocupado por ese tema? —había visto a Samantha con Fluke en la bici, cruzando el campus; o a Fluke en el entrenamiento de las chicas, dándole a Samantha consejos sobre el mediofondo, explicándole cosas que él mismo había aprendido de Earth; incluso se los podía ver juntos en la cantina, bailando.
—Ohm, ¿no estás celoso?
Yo me reía de Kao. Había tantas posibilidades de que aquellos dos sintieran deseos de explorar sus respectivos cuerpos como de que metieran las manos en el fuego. Pero sí me puse celoso de Mew, porque lo primero que hizo al aterrizar en el campus fue intentar ligar descaradamente con Fluke solo para ver si había suerte. Fluke lo rechazó, pero Mew siguió demostrando interés.
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El corredor de fondo (adaptación OhmFluke) -Libro 1-
RomanceEsta es una historia adaptada del libro de Patricia Nell Warren "El corredor de fondo". Un amor que florecerá en una época dónde las relaciones homosexuales son penadas y vistas como lo peor que existe, un amor que florecerá en un ambiente hostil pe...