Veintiseis

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Caminé por aquellos fríos y blancos pasillos, por un lado veías a doctores más que ocupados y por otro familiares llorando desconsolados por la pérdida de algún ser querido, la pandemia estaba arrasando con todos, las perdidas eran notorias y se esparcía demasiado rápido, por eso me hicieron ponerme un traje desechable, guantes y una careta además de la mascarilla que tenía, todo para ver a mi novia. Entré en la habitación y la imagen de Maggie amoratada con miles de cables conectados a ella y un respirador en su cara, me partía el corazón verla así, se veía tan frágil como si con solo tocarla se desmoronaría.

—Puedes sentarte, si quieres hablarle adelante, te escucha, yo te avisaré cuando sea la hora- dijo la enfermera y asentí para luego darle paso a salir, acerqué una silla a la cama de hospital y me senté en esta, tomé su mano y solo me dediqué a admirarla, aún en ese estado se veía hermosa.
—Hola mi niña, nos pegaste un buen susto- sonreí y un par de lágrimas se me escaparon -los doctores dicen que estarás bien, vendré a verte todos días ¿ok? No me dejan quedarme contigo pero estaré contigo diario hasta que esos ojitos despierten, te amo muchísimo, por favor no me asustes así otra vez, no quiero perderte Maggie- murmuré llorando sin parar, me aferraba a su mano pues no podía besarla, ese era el único contacto que tenía con ella, su mano, me quedé ahí un poco más observándola, incluso le canté Mi Vida Entera y un poco de Maldita Costumbre, siempre me dijo que esa canción era su favorita, la enfermera me indicó que ya era hora y me despedí de Maggie para luego salir, me lavé las manos y me quité aquel traje, para luego volver con mis amigos, quiénes me miraban expectantes.

—Ella está bien- solté y todos suspiraron aliviados -el doctor dijo que tiene unas costillas fracturadas así como su brazo izquierdo y que esta en coma para darle tiempo a su cuerpo de sanar pero que despertará pronto, una semana cuando mucho, mañana podrán verla uno por uno-expliqué tal y como había dicho el doctor, poco después nos fuimos cada quien a su respectivo departamento y casas, era aproximadamente la una de la mañana y estábamos mas que muertos.
—Villa- me llamó una voz cuando iba a entrar a mi carro, volteé para toparme con el abrazo de la mejor amiga de mi novia -gracias por entrar con ella.
—No tienes que agradecer, yo la amo tanto como tú, aunque de una manera diferente, puedes estar tranquila, estará bien- murmuré y nos separamos, ella asintió y fue devuelta con Isaza quien con la mirada me agradeció por calmar a su novia.

Una semana y dos días después

Maggie aún no despertaba, los chicos y yo teníamos que seguir trabajando pero siempre nos dábamos tiempo de ir a verla, al igual que sus tres amigos, le había preguntado al doctor el motivo de que mi novia siguiera en coma y solo me pedía paciencia pues cada paciente es diferente, me ponía nervioso y me frustraba pensar en eso pues no quería pensar en lo peor, pero cuando despertaba solo en mi cama sin su cuerpo cálido abrazado al mío es cuando más pensaba en eso, el depa se sentía tan solo sin ella y tan callado, Luna la extrañaba y se ponía a maullar fuertemente por las noches acompañándome en mi miedo y dolor.

—¿Hola?- contesté el teléfono, una llamada me había sacado de mis pensamientos
—¿Hablo con el señor Juan Pablo Villamil?- preguntó la otra persona
—Él habla-
—Hablo para informarle que la señorita Margarita Gómez ha despertado- comentó con la calma más grande del mundo como si no me hubiera dado la noticia que tanto había esperado.
—Oh muchas gracias- suspiré aliviado -voy para allá.
Colgué la llamada y mandé el mensaje al grupo donde todos estábamos

Maggie despertó nos vemos en el hospital

Escribí rápidamente y me metí a mi auto, conducí rápidamente y cuando menos me di cuenta ya estaba enfrente del cuarto de Maggie con aquel traje, la enfermera me indicó que pasara y eso hice. Allí estaba ella, sus ojos se posaron en mí al entrar, esos ojos tan hermosos que tanto extrañaba, se veía bien, tenía la misma expresión de inocencia de siempre aunque puedo asegurar que no siempre lo es, por eso la amaba tanto, me conocía en todas mis facetas y yo a ella, y aún con todos nuestros defectos y pecados, todos los días nos elegíamos el uno al otro, no pude evitar sonreír.
—Disculpa ¿quién eres? -soltó confundida, en un momento mi sonrisa se borró y el pánico y el miedo inundó mis pensamientos ¿me olvidó?- ya, perdón, no te pongas así Villo, solo era una broma- rió
—Muy chistosita- comenté sentándome a su lado-te dije que no me volvieras a asustar así.
—Ya perdón "papá"- bromeó -sólo quería ver tu reacción.
—Te extrañé tanto- suspiré sonriendo pero ella no lo veía pues ambos teníamos mascarillas-pensé que te perdía
—Necesitas más que un accidente de tránsito para deshacerte de mí- murmuró, aún con todo esto seguía bromeando y sonriendo, esa era mi Maggie.
—Señorita Gómez ¿cómo se siente?- dijo el doctor entrando al cuarto mientras revisa la tabla con los datos y demás de Maggie
—Como si hubiera dormido un mes, pero bastante bien- respondió ella acomodándose en la cama
—Bueno todo parece estar en orden, se puede ir esta misma tarde, pero debe tomar unas medicinas para el dolor que le darán en recepción y nada de esfuerzos, si es posible, descanso absoluto- explicó el doctor y después de asegurarse que no tuviéramos dudas, se retiró
—Me gustaría quedarme mi niña pero hay más personas que quieren verte y solo nos dejan pasar uno a uno- murmuré haciendo una mueca que claro ella no podía ver.
—Está bien amor, gracias por estar aquí y cantarme, te escuchaba todos los días- dijo ella lo cuál me sorprendió, pensé que no lo recordaría
—¿En serio?- pregunté atontado
—Sii, era como tener un concierto privado- rió, nos despedimos y el siguiente en pasar fue Adrián, sentí como una carga o un peso se quitaba de mis hombros y suspiré aliviado, Maggie estaba bien.

Golden (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora