Trece

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Dana
Isa y yo estábamos caminando hacía su auto después de una bonita cena en un restaurante italiano, hacía ya algo de frío entonces me había dado su saco que me quedaba algo grande, caminábamos tomados de la mano y ese simple gesto me causaba una felicidad inexplicable, cada momento que estaba con el se adentraba más en mi corazón, me daba algo de miedo y me ponía a pensar en eso cuando me dejaba sola, pero cuando estaba con él, me hacía sentir segura.
—¿En qué tanto piensa, hermosa?- dijo mi acompañante con sombrero sacándome de mis pensamientos.
—No mucho, sólo, gracias por esto Isa, gracias por todo- murmuré pasando mi brazo por su espalda y recargando mi cabeza en su pecho.
—No tienes que agradecerme, solo quiero verte feliz.
—Estar contigo me hace feliz, tu me haces feliz- confesé un poco nerviosa.
—Tu también me haces feliz Dana, por eso, te tengo una sorpresa más- dijo con una sonrisa, mientras abría la puerta de su auto en señal de que subiera, fruncí el ceño confundida ya que no tenía idea de nada.
—¿Vas a secuestrarme?- reí mientras subía al auto
—Algo parecido- bromeó echando a andar el auto, condució a un lugar algo lejano a la ciudad, hicimos como una hora de camino y la verdad estaba un poco asustada pues ya estaba oscuro.
Llegamos a lo que Isaza me había dicho era una finca y a lo lejos pude ver como se formaba un camino con pequeñas velas, y había algunas luciérnagas, volteé a ver a mi acompañante emocionada.
—¿Tu hiciste esto?- pregunté contenta
—Con un poco de ayuda, si- sonrió orgulloso, tomé su mano para seguir el camino de velas que llevaron a una manta con una guitarra y una canasta de picnic, rodeados por las mismas velas, mi corazón se derritió ante ese gesto tan bonito quitando toda duda que tenía o tuve en algún momento, Juan Pablo Isaza me tenía a sus pies, y no solamente por los gestos bonitos, sino porque le había descrito mi cita perfecta hace unos días y era exactamente esto, él me escuchaba, estaba para mí y me dejaba estar para él y apoyarlo en lo que pudiera, simplemente encajábamos de una manera muy bonita.
—Isaza, no tenías porque hacer todo esto, pero gracias, es precioso de verdad- murmuré abrazándolo, él me devolvió el abrazo levantándome un poco del suelo, ya que era muchísimo más alto que yo
—Mereces hasta las estrellas hermosa- dijo dejando un beso corto en mis labios, amaba sus besos, era adicta a ellos. Nos sentamos y serví vino en las dos copas que había en la canasta, mientras él afinaba su guitarra. Cuando me di cuenta, el chico del sombrero ya estaba tocando El Embrujo, le había mencionado que era mi canción favorita de ellos, y ya tenía una idea de lo que venía, así que decidí solo soltarlo cuando terminó de cantar.
—Si- expresé sin más
—¿Qué?- frunció el ceño divertido
—Si quiero ser tu novia, es lo que ibas a preguntar ¿no?- dije sonriendo y él empezó a reír.
—Sigo sin entender como haces para leer mi mente, pero si, quería pedirte que fueras mi novia Dana- dijo divertido, acercándose a mí y quitando la guitarra del camino.
—Bueno ya sabes la respuesta- murmuré mordiéndome el labio mientras se acercaba cada vez más.
—Tal vez necesito asegurarme de tú respuesta-dijo rosando su nariz con la mía.
—Si quiero ser tu novia-susurré y sonriendo unió sus labios con los míos en un beso profundo, puse mi mano en su mejilla y poco a poco la fui subiendo hasta llegar a su sombrero, el cuál robé cuando nos separamos del beso y corrí hacía la cabaña con el sombrero puesto riendo, Isaza corrió tras de mi y me abrazó por la cintura levantándome y quitándome el sombrero.
—Es malo robar hermosa- murmuró divertido mientras entrábamos a la cabaña, este hombre me iba a volver loca...

Maggie
—Amor deja de comerte las chispas- reí al ver que solo quedaba la mitad de la bolsa.
Villa y yo nos encontrábamos en su cocina, preparando galletas.
—Perdón- murmuró dejando la bolsa a un lado.
—Ven, sigue batiendo la mezcla en lo que prendo el horno ¿si?- él asintió repetidas veces y le entregué el tazón y la cuchara, tomé el encendedor, abrí el horno y me agaché.
—El horno no es lo único que prendes- susurró pensando que no lo había escuchado.
—¡Villa!- exclamé riendo mientras me levantaba- escuché eso.
—No era la intención pero no me arrepiento-sonrió el de ojos verdes pícaramente dejando el tazón a un lado y acercándose peligrosamente a mi hasta acorralarme en una esquina de la cocina, sin que se diera cuenta tomé un poco de la mezcla y la embarré en su nariz riendo, él rió haciendo la cabeza hacía atrás y negando.
—¿Ups?- murmuré haciéndome la inocente
—Ven acá Maggie, de esta no te salvas- dijo mientras tomaba un poco de aquella masa y comenzó a perseguirme por todo el departamento, hasta que caí en el sillón y Villa cayó sobre mí, dejando la masa en parte de mi boca.
—Esta delicioso-dije comiendo una parte de aquella mezcla dulce.
—¿Ah si? Déjame probarlo-murmuró Villa y acercó su cara besándome y llevándose un poco de la masa de mis labios- tienes razón, está delicioso, podemos quedarnos aquí, ver una película o algo- dijo llevando sus labios a mi cuello, empezando a repartir besos húmedos los cuáles empezaron a crear tentación en mí.
—¿Villa?- murmuré
—¿Mhm?
—El horno esta prendido, se va a quemar tu cocina- dije divertida, rápidamente se levantó y fue a apagarlo, me acercaba a él para asegurarme de que lo hiciera bien y de un momento a otro se dió la vuelta, me cargó como costal de papás y me llevó a su habitación.
—Amor bájame- dije riendo
—No te vas a salvar esta vez-afirmó cerrando la puerta de su cuarto- has estado jugando con fuego toda la noche, señorita Maggie.
—No me arrepiento- sonreí mientras me dejaba en la cama, tratando de no mirar su notable erección, empezó a dejar besos en mi cuello nuevamente, poco a poco fue subiendo hasta llegar a mis labios, y bueno ya se imaginarán que pasó y luego claro, hicimos galletas.

Golden (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora