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Llegué como pude y aparquéde una manera desastrosa, pero ése estúpido pedazo de lata es insignificante ahora

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Llegué como pude y aparquéde una manera desastrosa, pero ése estúpido pedazo de lata es insignificante ahora. Dejé tirado todo. 

— ¡Chaeyoung! — grité mientras me acercaba a la escena, que claramente estaba llena de cintas de advertencia. 

La escena era escalofriante. Mi corazón era un pobre cristal que se dejaba romper y volver nada. Habían cuatro o unas cuantas ambulancias, era lo menos que quería ver. El cielo era tan negro como si solo, había mucha gente mirando descaradamente. Había policías y muchas luces. 

El bus estaba siendo sólo un triste pedazo inservible, estaba en ruinas. Habían vidrios en todo lado y el metal estaba vuelto chatarra. Habían muchas personas en el piso siendo atendidas o tal vez pocas, no lo sé. Pero fue en ése instante, en ése momento donde mi mundo bajó, donde quise salir corriendo y pensar que no era real. 

Verla ahí, tirada, mientras intentaban reanimarla, fue como si el tiempo se detuvo y con él, mi corazón. Es irreal, es impactante. Es ver tú vida tirada en el piso, un ángel muriendo. Mis ojos se nublaron y mis manos empezaban a fallar, mis sentidos no coordinaban, pero... ¿Cómo?

— ¡Chaeyoung! —grité con lo más dentro de mí. Salí corriendo a la ambulancia donde la estaban subiendo, vi mucha sangre en el piso, eran charcos. ¿Saben que se siente desfallecer y volver a nacer? Así me sentí. No sé quien me tomó pero no me dejaban andar y yo tiraba con más fuerza, con más rabia. No, esto no podía dejar que todo quedara así, no podía ser posible. 

Me tiré al suelo y la abracé, no, ella debía saber que la amo y que tenemos un futuro juntas, tanto por hacer. Me quitaron de su lado y no sé como, no tenía fuerzas. Mi camisa estaba empapada de sangre y mis manos, pero como me importaba.

— Señorita... por favor, cálmese.

— ¡Déjeme en paz! — lo empujé mientras golpeaba con fuerza la puerta de la ambulancia. — ¡Chae! — mi voz se quebró. Se me anclaron las palabras, me las quitaron. Mi cara estaba salada por las lágrimas. — ¡Déjenme ir con ella! — dije con enojo, no podían arrebatármela así.

— No puede... Lo siento.— mis brazos se sentían débiles. — Puede ir al hospital.— completó. Sin pensarlo más me monté al carro y fui con toda mi fuerza. 

Al llegar bajé y vi como la bajaban de la camilla y volví a dejar el carro mientras entraba. Muchas personas estaban gritando que necesitaban una sala urgente. Empecé a llorar mientras corría y luego de que la dejaron entre puertas, la dejé de ver. Dos enfermeras me lo prohibieron. 

Chaeyoung.... Si tan sólo hubiera sido diferente. 

 

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❝ El hilo dorado. ❞  | Editando ๛ Michaeng | Saga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora