Dos encantadoras vecinas-amigas.

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Hay infinitos más grandes que otros infinitos.

Sí, me encuentro leyendo "Bajo la misma estrella". Un libro que cuenta una historia trágica, bella y un poco corta para mi gusto. Tal y como me sucedió a mi. Bueno, casi igual, porque en mi efeméride no hay muertes (y eso es bastante bueno). Aunque yo igual esperaba otro final. Espero otro final.

Dicen que todo estará bien al final, si no está bien, no es el final.

Quiero creer con todas mis fuerzas en esta frase de Lennon, pero no puedo. Lo último que se pierde es la esperanza, y al parecer yo ya la perdí.

− Emily... − alguien me llama desde la planta baja, y soy bastante consciente de ello, pero aún así no tengo ganas de contestar. − ¡Emily! El almuerzo ya está servido.

− Ya bajo, mamá.

Conversamos mucho mientras comíamos. El tema favorito de mi mamá este último tiempo. Hanna. Me hizo la típica pregunta: Qué pasó entre nosotras.

¡Oh si! Antes que lo olvide, las vacaciones ya se terminaron. Felizmente mañana comienzan las clases. Felizmente.

Esto va a sonar repetitivo pero, no he visto ni a Alison ni a Hanna durante un tiempo. Aunque esta vez deje de verlas en lapsos distintos.

Ahora bien, el "por que" deje de verlas es por el mismo motivo, por la misma persona. Hanna.

Hace unas semanas atrás era la chica más feliz del mundo. ¿Quién lo diría, eh? Pues ahora ni me parezco. Me encuentro leyendo libros románticos con relatos trágicos, dolorosos y desdichados. No es que de un día para otro comenzará de la nada a leer, siempre me ha gustado pero no tenía tiempo para hacerlo. Pasaba la mayor parte de mi vida con Hanna.

Ya me leí buscando a Alaska. Yo quisiera a alguien como ella, bueno quizás un poco menos engorrosa pero, como ella. Y sí, ya acepte mi sexualidad. Fue un camino arduo y duro... A quién engaño, fue algo fácil y deslumbrante. Y es que tuve ayuda, mucha ayuda física, mucho apoyo moral. Más de lo que esperaba pero me gustaba. Lo amaba.

Nunca pensé que llegaría a sentirme como me sentí. Las sensaciones que exploré, el hecho de por fin sentirme yo misma, sin ocultar nada, aunque fue en un lugar donde solo ella y yo estuviéramos. Me sentía como dueña del mundo. Una grandeza mezclada con pequeñez estando a su lado, era grandioso. Sentirme protegida de los demás pero indefensa ante ella. Uff, es algo que no puedo explicar bien. Se me eriza la piel de solo pensarlo.

− Alison yo... − Es todo lo que puedo decir, o sea, no sé qué más decir − ¿Qué haces aquí?

Siento una mano que recae sobre mi hombro y giro mi cabeza y percibo que la mano es de Hanna.

− Alison, yo te puedo explicar − ¿Qué carajos tiene pensado decir? ¿Qué piensa explicar? − Bueno, explicar nada. Tú no eres nada de Emily, si es que te puede llamar su amiga. ¿No es así Em? − Giró su cabeza para entregarme una mirada rápida, pero para que note lo que quería expresar; que todo estaba bajo control. Por ella.

No pude articular ni una palabra, ni siquiera fui capaz de balbucear. Me quede ahí, paralizada, escuchando todo las estupideces hirientes que Hanna le decía a Alison.

− Estábamos teniendo una conversación de amigas − su "amigas" fue diferente. Cómo si ella también fue consciente del momento intenso que pasamos, el que estaba completamente lleno de atracción. − Una conversación en la que tú no fuiste invitada. Así que por favor, no nos interrumpas.

− Yo... Yo solo.

− Tú, nada.

Alison me entrego una última mirada. ¿Acaso estaba llorando? No a mares, pero puedo asegurar que vi una lagrima caer. Nuevamente me inmovilice.

La normalidad de EmilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora