¿De fiesta? III.

275 28 15
                                    




A la mierda, estaba cansada de estar restringiendo sus deseos por terceras personas. Qué importa cuanto tiempo ha pasado. Lo importante es que quiere besarla, ahora. Agarro de la polera a la rubia y la acerco bruscamente a sus labios. A Hanna le costo entender lo que pasaba. Sí, ella le dijo a la morena que la besara, pero esto era nuevo. La morena nunca había reaccionado tan bruscamente, sin embargo le gustaba, le gusta que tome el control de la situación. Respondió el beso como pudo. Emily ya tenía bajo control todo por lo que solo tenía que dejarse guiar y llevar por el momento.

Los besos de apoco se iban volviendo más necesitados y acalorados. Emily se separó a penas unos milímetros para darle ordenes a la rubia de que se te tendiera en la cama.

Hanna pestaño varias veces antes de obedecer. Una vez que hizo caso, la morena puso sus piernas al costado de la más baja y así quedar sobre ella. De inmediato volvió a atracar los labios rosas de su amiga y seguir con lo que habían dejado. Levantó su polera y así poder tocarle el estomago. Al instante el cuerpo de Hanna reaccionó soltando un gemido y erizando sus bellos. Emily sonrió entre besos por la reacción que generó en la rubia y comenzó a subir y bajar su mano apenas rozando con sus dedos la piel blanca. No sabía de donde venían las acciones que estaba haciendo. Ella no era así pero estaba agradecida por lo que fuera que la poseyó para lograr lo que estaba logrando.

— E-Em...
— Mmmm — Fue todo lo que respondió la morena.
— Em...
— ¿Qué pasa? — Se separo para poder dejar hablar a su amiga.

— No es que me disguste lo que estamos haciendo pero tu mamá esta abajo y podría venir en cualquier momento. — Dijo intentando regular su respiración.

— Tienes razón. Además de que yo aún estoy enojada.

— ¡Ajá! — Hanna se sentó aún con la morena sobre ella.— Sabía que estabas enojada. — Sonrió al dejar en evidencia a Emily.

Antes de que esta última pudiese responder, su madre llamó desde la planta baja preguntando si todo estaba bien. Emily le gritó que sí y volvió su atención a la rubia que se mordía el labio mientras le miraba directamente a los ojos. Ya no recordaba qué fue lo último que habían dicho, solo estaba concentrada en los labios frente a ella. Se iba a cercar a besarlos pero se vio interrumpida.— Todavía puede subir tu mamá, Em.

— Oh, vamos. Sé que lo quieres tanto como yo...

— Mi casa está sola.— La rubia dejo volando la idea y Emily no supo como terminó despidiéndose velozmente de su mamá y ahora estaban en la cama de la rubia. Todo había pasado muy rápido y muy lento a la vez, ya que solo quería volver a besarla.

Sin más volvieron a atacarse la boca y se besaron ferozmente. La más alta guiaba a la rubia hacía la cama y cuando la sentó, se separo lentamente para mirarla e inclinarse un poco para tomar la basta baja de su polera y empezar a subirla y sacarla sin autorización de su amiga. Sin embargo ésta se dejo, quedando solo en sostén.

— Eres, eres perfecta.— La morena volvió a besar a su amiga al tiempo que se subía a horcajadas sobre ella.

No pudieron seguir porque el timbre de la casa sonó. Se separaron y la primera en hablar fue Emily.— ¿No dijiste que estaríamos solas?.

— Bueno, pues sí. Mi madre no llega dentro de tres horas...— Respondió extrañada — Iré a ver quién es. — Tomo la polera que yacía en el suelo y volvió a ponérsela. Desapareció de entre la puerta y la morena aprovecho para sentarse cómodamente en la cama mientras esperaba. Escuchó una voz masculina e inmediatamente supo de quien se trataba. No sabía si bajar o no, así que de apoco fue caminando a donde se encontraba la pareja.

La normalidad de EmilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora