Está bien lo entiendo.

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− Y ¿qué tal las vacaciones? − Dijo el profesor de matemáticas mientras limpiaba el borrador. Nadie respondió ¿Acaso no tienen imaginación? ¿No se les ocurre otra cosa que preguntar el primer día de clases? No sé, algo así como ¿Qué tal la adaptación en la nueva escuela? Por lo menos a nosotros, que es nuestro primer año. En fin. No me gustan mucho las matemáticas. Las entiendo pero prefiero otras cosas, como nadar por ejemplo. En el almuerzo tengo que ir a inscribirme con el entrenador. Espero sea simpático. Y mis compañeros igual.
Debería estar tomando atención pero no puedo. Estoy nerviosa. Es mi primer día de clases, el que se supone debería pasar junto a mi mejor amiga, pero no es así, ya que nos distanciamos. También me siento inquieta porque hoy se supone veré a Alison.
Alison. . .

Flash back

Ese día en que Hanna besó a Emily, ésta durmió como un bebé después de comer. Hace muchos días que no dormía de esa manera, tan tranquila. Aunque su pasividad duro solo hasta el amanecer, fue agradable sentirla. Sabía que debía ir a hablar con una rubia, la cual había ido el día anterior a su casa y no supo a qué.

Se levantó y fue a trotar. Cuando llego a casa se baño y bajó a tomar desayuno. Su mamá ya había olvidado las preguntas sobre Hanna, ya que el día anterior la vio en casa de lo más bien junto a su hija, por lo que fue un desayuno tranquilo. Bueno, tranquilo en cierto sentido solamente porque la morena no estaba para nada serena. Tenía decidido ir a casa de Alison después pero no sabía que debía decir o si es que era correcto ir. Pero desde su punto de vista no había nada de malo en ir a visitarla, la rubia fue a su casa para verla y ella haría lo mismo.

"Hola Alison, ¿cómo estás?... Yo sólo venía a saber cómo ibas. Ayer te fuiste tan rápido que no alcancé a saber lo que querías. Oh sí, estás ocupada. Entiendo. Si, perdón, debí suponer que tenías mejores cosas que hacer. Si, adiós."

Se encontraba tan exaltada que se armó una y mil historias en su cabeza. Alison no saldría a atenderla, le diría a su madre que le dijera que no estaba. La echaría. La trataría mal. ¿Pero y por qué pensamientos tan pesimistas? La morena sabía que algo pasó con Alison cuando la vió con Hanna. Sabía que le había molestado. Hasta ella se sintió mal después (bastante después porque mientras estuvo con Hanna ni siquiera había sentido una pizca de remordimiento). No sabía exactamente porque se sentía así, pero le era inevitable sentir que debía darle una explicación, ¿y qué tipo de explicación? Solo eran amigas, bueno, casi lo eran. Sin embargo algo le decía que no era ese tipo de explicación que debía darle.

Estando a punto de llegar a la casa de Alison, vió la mamá de ésta (o concluyó que sería su madre, ya que no la conocía) saliendo con bolsos de la casa. "¿Acaso de van?" Sabía que no podían irse ¡venían recién llegando al barrio! Pero era casi imposible no pensarlo. El pánico se apoderó de ella al concebir esa idea. No conocía a la rubia desde siempre pero si quería conocerla para siempre. Había comenzado a querer a la joven de cabellos dorados. No importa el tiempo que llevas de conocer a las personas sino la calidad de cada momento que pasas con ella. Y puede que no hayan pasado mucho tiempo juntas, pero cuando lo hicieron fue de lo mejor. Sé sentía que la conocía de toda la vida. Como si fueran complementos perfectos.

− ¿Hola? Usted es la mamá de Alison ¿verdad? − dijo al momento de llegar al lado de la mujer.
− Si, soy su madre.
− Yo soy Emi
− Emily. − Fue interrumpida − Sé quien eres. Vives cerca de nosotros. Alison me ha hablado mucho de ti. Espera aquí, iré a decirle que la buscas − Le entregó una sonrisa cálida, la que le hizo recordarle a la de la rubia más joven.
Antes de que pudiera pronunciar algo más, la madre de Alison ya había desaparecido. Le quedaban sólo unos pocos minutos antes de que la rubia saliera de entre la puerta "si es que sale" pensó.

La normalidad de EmilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora