Capítulo 60

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—Es que... —Te pones a considerar un momento la idea de contarle lo que te está sucediendo, pero al final, viendo la mirada de preocupación que expresa su mirada, acabas cediendo. Tomas una gran bocanada de aire y lo lanzas— Me han estado llegando repetidamente una invitación a una fiesta de la familia Mayfried —al decir aquél famoso apellido la boca de tu hermana se abre en una pequeña "o"—, pero creo que es una broma o algo así, porque los sobres ni tienen sello ni tiene remitente.

—¿Ya fuiste a consultar eso a algún centro de correo que esté cerca?

—No, pero pensé en hacerlo. Como sea. Me parece sospechoso que haya tanta insistencia en algo, se supone que si es legal y cierto, con sólo una carta bastaría, ¿no?

—Hmm... —Lo medita un poco cabizbaja— Sí, tienes razón. hay que ser precavidos. Hasta podría resultar ser un intento de secuestro y usan el apellido Mayfried a propósito.

—Sí —Asientes—. Es posible —Concluyes la conversación al ver cómo Emily corre emocionada hacia ti con el castillo resguardado en sus pequeños y delgados brazos —. ¿Te gustó? —Preguntas sonriendo con ternura.

—¡¡¡Sí!!! —Responde— ¡¡Gracias, gracias, gracias!! —Se abalanza a tus brazos y, luego de abrazarla, ella vuelve corriendo con su grupo de amigos.

—Me alegra que hayas podido venir. —Declara Adelaida.

—A mí igual. —Confirmas sonriendo.

—¿Quieres dejar esas cosas adentro? —Te ofrece refiriéndote a tu abrigo.

—Sí, está bien. —Accedes y entras a la casa.

Al entrar ves que está toda la sala decorada con globos, guirnaldas, luces, muñecos y todas esas cosas. Además, en medio de la sala, hay una gran mesa rectangular en donde estaba servida la torta que más adelante se iba a servir. A su alrededor, había una elegante presentación de, a mano izquierda, todo tipo de golosinas; caramelos, moras de dulce, malvaviscos, brochets de varios dulces, gomitas, incluso palitos de dulce navideños.

A la derecha, alfajores, masitas, cupcakes, donas, manzanas acarameladas, sándwiches, papitas, manís, etc.

Ladeas la cabeza hacia la puerta principal para asegurarte que nadie te vea, te acercas sigilosamente a la mesa, tomas un cupcake y una brochet de dulces.

Luego de equiparte, te diriges hacia la habitación de Adelaida, la cual ya tenía otros abrigos y mochilas, así que sin más, te metes a dicho cuarto y lo dejas junto al resto.

En eso, sin embargo, escuchas que detrás de ti la puerta se cierra con cierta brusquedad reprimida.

Te giras sobre tu eje y ves lo que parece ser una mujer vestida toda de negro, usando una especie de buzo grande con capucha, con la cual se cubría casi todo su rostro. Parecía estar sonriendo mientras miraba hacia el suelo y, con las manos detrás de su espalda sostenía la puerta.

—Amm..., ¿necesitas algo? —Preguntas confundida.

—No está permitido hablar de nosotros con los demás.

—¿Qué? —No entiendes de qué está hablando realmente.

—La invitación llegó a ti, no a ellos. Lamento que no hayas mantenido la decencia de guardar para ti esto. Por favor —desde su espalda saca un cuchillo—, muere. —Logras ver su rostro sólo un momento, el momento en el que está sobre ti clavándote el cuchillo en medio de tu frente y, de un rápido movimiento cargado con pasión, abre tu rostro en dos.

Bad End Night

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