Capítulo 19

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Te terminas molestando tanto por la insistencia de una broma pesada como esa, que te dejas llevar por la cólera y rompes el sobre en muchos pedazos. Al final, cuando el trozo de papel más grande no superaba el tamaño de una tapa de botella, ya más alivianada, juntaste todos los trozos con cuidado de no olvidarte ninguno de ellos y los despojaste al basurero.

Te diriges a la heladera, la abres y contemplas unos segundos qué puedes comer.

Hay sobras de estofado, así que vas a aprovechar a comerlo para que no se pudra y tengas que tirarlo. Sacas el estofado de la heladera y lo pones a calentar en el micro para poder comerlo a la temperatura justa.

Al final, cuando el calentado acabó, la comida se veía tan bien que sólo por esa noche dejaste a un lado cualquier otro asunto pendiente que pudieras tener y te diriges a tu cama con tu porción de estofado caliente, dispuesta a sumergirte en las mantas, comer y luego dormir tranquila y plácidamente.

Había luna menguante esa noche de diciembre. Duermes tan cómoda y profundamente que ni siquiera te percatas que la puerta principal de tu hogar es forzada. Cierta mujer desconocida, toma de la basura de la cocina todos y cada uno de los trozos del sobre, los guarda consigo y se dirige a tu habitación. Dormían tan calmadamente que ni siquiera pudiste despertarte segundos antes de que aquél cuchillo atravesara tu pecho tres veces y cortara tu garganta.

BAD END NIGHT.

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