Capítulo VIII

4.9K 501 352
                                    

Cuando mis ojos logran adaptarse al nuevo escenario frente a mí, lo primero que noto es que estamos parados sobre una gran y extensa cantidad de agua, al parecer... ¿un lago quizá?

Satoru retira su mano de mi cintura mientras yo aflojo mi agarre sobre su chaqueta lentamente hasta asegurarme de que no me hundiré en el agua, después, él toma a Itadori de la ropa y lo deja colgado.

—Perdón, perdón. —le dice Gojō a algo o a alguien.

Miro hacia al frente y veo a una maldición inusual parada a solo unos pocos metros de nosotros.

—¿Dónde... dónde estamos? —Itadori está asustado, así que su voz suena un poco más chillona de lo que le he escuchado hasta ahora.

—Tranquilo, mantén la calma. —le digo. Lo primero que debemos hacer es escuchar que es lo que está pasando en estos momentos y eso solo lo podemos aclarar analizado las acciones, palabras y gestos de Gojō. El chico me mira atentamente y asiente con la cabeza.

—¿Te hice esperar? Te presento a Yuuji Itadori y a Kyoko Saitō. —nos señala con su mano libre.

Todavía no entiendo completamente qué es lo que está pasando. Todo se siente tan tranquilo, se suponía que estaba por expandir su dominio, ¿no es así?

—¡Fuji, su cabeza es el monte Fuji! —Itadori parece que ha perdido la poca compostura que había ganado con mi comentario anterior, así que sorprendido, señala a lo que sea que esté frente a nosotros. Me rio, no puedo evitarlo; es cierto que su cabeza parece el monte Fuji—. ¿Por qué no nos hundimos? Profesor, hace diez segundos estaba en la escuela, ¿no? ¿Qué pasó?

—Es que vinimos volando. — Yuuji me mira buscando confirmación de lo que acaba de escuchar de Satoru y yo asiento sonriendo para tranquilizarlo.

—Itadori relájate un poco, estás en buenas manos. Además, esta es tu clase del día, deberías disfrutarla. Hace poco que conoces a este hombre y ya va a mostrarte la cúspide de su hechicería; yo nunca antes la he visto, por eso... no puedo negar que será algo hermoso. —solo levanto la cabeza ligeramente para mirar el rostro de Gojō, veo su perfil y la ligera sonrisa que forman sus labios gracias a mis comentarios.

—E... está bien. —me responde.

—¿Qué hay con el mocoso y la chiquilla?, ¿son tu escudo? —me halaga que crea que soy una chiquilla, nadie me había dicho lo joven que me veo; aunque ahora que lo pienso de verdad...

¡¿Esa maldición acaba de hablar?! ¡¿Realmente acabo de escucharla hablar?!

—¿Escudo? ¡Ay, claro que no! Es mi alumno y una chica linda que vinieron a observar, pues aún debo enseñarles muchas cosas, así que ayúdame a quedar bien, ¿de acuerdo? — le dice— pero aún puedes seguir peleando. —susurra poco tiempo después, aunque todos lo oímos.

—Qué necio, trajiste a alguien que será un estorbo. ¿Acaso estás loco? —se burla.

Verdaderamente creo que este imbécil no sabe para nada qué es lo que está diciendo ni a quién se lo está diciendo.

Siempre he respetado de manera muy profunda al hechicero Satoru Gojō; es sorprendentemente fuerte, independiente de su personalidad infantil: por eso es que la mayoría de las personas o maldiciones tratan de evitar enfrentarse a él.

Ahora que lo pienso, tengo la sensación de que esta maldición lo buscó sin siquiera saber que hoy será el día de su muerte. Por un momento pensé que, porque lograba comunicarse, era un poco más listo que las otras maldiciones que Gojō ha exorcizado antes.

Me equivoqué.

—No hay problema. —Gojō responde riendo— al fin y al cabo... eres muy débil. —sonríe mostrando su sonrisa calculadora; la piel se me eriza solo de escucharlo.

Falling. | Satoru GojōDonde viven las historias. Descúbrelo ahora