Cap 24

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E

ra una noche fría en el santuario, y se supondría que a esa hora todos tendrían que estar dormidos, o eso es lo que se pensaba, pues en la casa de Acuario, Camus se encontraba preparando té.

— ey Camus! ¿Ya está listo el té?

Le pregunto Milo un poco desesperada por la bebida sentada en la pequeña mesa de camus. Camus sonrió levemente

— enserio, solo es té, no se que le ves que sea tan especial

— pues. . Es delicioso, aunque me gusta más el hecho de que tú lo prepares

— jajaja, que halago

— ¿Qué? ¿Por qué?

— pues simplemente, solo es té, no hay nada especial

Milo se levantó y sorpresivamente abrazo a Camus por la espalda, y beso su mejilla, haciendo que se sonrojara un poco

— ¿Qué. .

— jajaja, te sigues sonrojando cada vez que te beso. . . .ya no es raro, pero no puedo tomarlo como algo normal en ti

— ja, concuerdo contigo

— hmm, aún así, me encanta cuando lo haces

— ja, bueno, estoy cansado; tomate el té y ve a dormir, yo me adelanto

— bien, en un momento voy

Camus fue hacia la habitación, mientras que Milo se tomaba de un trago el té.
Después de terminarlo, se levantó de la mesa y camino hacia la habitación, dónde Camus yacía descansando.

— así que ya terminaste

— Yap je

— *bosteza* hay que dormir

— ¿Por qué estás tan cansado?

— ya sabes, el patriarca y sus mandatos que no cesan para nada

— Así que por eso estuviste todo el día fuera

— si, así que estoy exhausto

— ya veo – menciono Milo con mirada perdida hasta que después de un rato la enfoco en Camus – las cosas no han Sido iguales desde el cambio al patriarca Arles, ahora parece que los caballeros dorados son como sus sirvientes

— tal vez tengas razón, a veces me gustaría que el maestro Shion siguiera en este mundo, dirigiendo el santuario

— lamentablemente no es así, la muerte se lleva a todos, sin exclusiones

— lo se. . . . ¿Qué tal si dejamos de hablar de la muerte y todo eso y descansamos?

— me parece bien, en realidad tu de verdad lo necesitas

— si, hay que dormir

Camus se dió la vuelta y cerró los ojos, pero sintió como los brazos de Milo se enredaban en su pecho/espalda.

— Camus

— ¿Si Milo?

— no te lo he dicho, justamente se puso en mi cabeza justo ahora, pero . . . . muchas gracias por cuidarme y protegerme aquí. . . contigo

Camus se volteó hacia ella y le devolvió el abrazo.

— no tienes porque agradecerme, en realidad yo quise hacerlo porque te amo y no quiero que alguien allá afuera te haga algo

— yo también te amo

Camus se alertó un poco, sabía que ya tenía muy bien entablados sus sentimientos por Milo, pero había algo que le preocupaba, aunque estaba exhausto para pensar sobre sus preocupaciones, abrazo a Milo y cerró sus ojos.

Ayúdame camus. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora