Cap. 22: Señorita Murphy

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La joven guardó silencio, y por sus ojos asomaron dos pequeñas lágrimas, mordió sus labios. Con toda la seguridad del mundo asintió con la cabeza y se echó a los brazos de su prometido. En aquel momento entraron de golpe sus hermanas que se escondían tras la puerta. Era momento de celebración porque nuevamente el amor volvía a triunfar sobre todas las adversidades en la familia Murphy.

Cada semana llegaba una carta desde Francia a casa de Eileen, la recibía con toda la alegría del mundo para ella era algo nuevo enviar cartas de amor y recibirlas de su amado, él era un romántico sin duda alguna. Muchas veces releía todas las correspondencias que le enviaba Jean Paul desde Burdeos, quien animado le contaba que sería condecorado capitán a finales de enero y que en marzo recibiría su primera flota con la que podría navegar libremente entre Boston y las colonias francesas que se habían establecido allí cerca, por lo que, su propuesta al ejército había sido aprobada para asentarse en Boston. Este regresaría en primavera, coincidiendo con el nacimiento del nuevo miembro de la familia, el bebé de Brooke. La familia Murphy no dejaba de discutir sobre el nombre del futuro miembro, lo que le resultaba gracioso a la joven porque mientras que unos insistían en que sería niña otros que sin lugar a duda afirmaban que sería un niño, incluso las criadas tenían diversas opiniones por la forma de la barriga de la embarazada. El abdomen se le había hinchado tanto, que ya era inminente la llegada de la criatura y una tarde lluviosa de abril decidió llegar al mundo.

—¡Toallas, toallas! ¡Necesitamos más toallas limpias! —gritaba agitada la pequeña Jane que corría de forma alocada.

—¡Ya voy, ya voy!—respondía desesperada Eileen.

—¡Y un balde de agua tibia!

—¡Está bien! ¡Necesito algo de ayuda aquí!—Eileen se pasó la mano por la frente para secar su sudor—¡No puedo con esto sola! Parece que soy yo la que está en labor, Señor...—suspiró.

Al recorrer el pasillo para llegar a la habitación de su hermana mayor un silencio sordo la detuvo seguido por un pequeño llanto, el bebé había nacido. Eileen corrió con todas sus fuerzas hasta la habitación, abrió las puertas y vio como su querida hermana mecía entre lágrimas a su pequeño.

—Mira, Joshua, esta es tu tía Eileen.—le sonrió Brooke.

—¡Oh, Dios mío!—Eileen se abalanzó cuidadosamente sobre Brooke y depositó un pequeño beso en su frente, abrió la manta que cubría a la criatura—Pequeño, es hermoso Brooke... ¡Felicidades! Joshua, bienvenido a la familia ¡Vas a ser el niño más consentido del mundo!

—Por supuesto. —respondió Brooke.

Rodrick y su pequeña hija Jane entraron felices a la habitación de la joven para felicitar a la nueva madre, James no tardó en llegar de Boston con un médico para que revisara a Brooke y a su retoño. Tanta dicha hizo que casi Eileen olvidara la última carta llegada desde Burdeos a finales de abril, Jean Paul retrasaría su viaje por una última misión, en la carta decía «de suma importancia y confidencial». Ella no sabía de que se trataba, solo que tenía ganas de gritar al viento enfurecida.

—¡Van más de ocho meses que me escribe por cartas! ¡No pienso esperarle ni un día más!

—¿Qué ocurre?—se acercó Jane.

—¡Hombres y sus promesas! ¡Jamás les creas! ¡Ha pasado casi un año, esto es demasiado!

—¿Es del señor Dumont?

—Era...—despedazó la carta furiosa.—Me dijo que vendría en abril, ¡ ahora dice que está es una misión que le llevará más de dos meses! ¡Con un probablemente añadido!

—¿Probablemente una misión?—se extrañó Jane.

—¡No, probablemente dos meses!

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