Cap.10: Tan dulce como la miel

47 3 0
                                    


Dos meses habían transcurrido desde la llegada del Conde a Boston, su presencia se había hecho más notoria en la ciudad y a menudo iba a almorzar a casa del alcalde

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dos meses habían transcurrido desde la llegada del Conde a Boston, su presencia se había hecho más notoria en la ciudad y a menudo iba a almorzar a casa del alcalde. Había empezado a ser parte de su rutina dar largos paseos o montar a caballo en el claro junto a la joven Clarisse, ambos habían estrechado su amistad y los sentimientos de la joven no hacían más que crecer cada vez que veía a su amado, en las noches pasaba horas pensando en su rostro. El conde era un hombre buen mozo, a simple vista, su alargado rostro y fina barbilla le daban una imagen de un caballero elegante. Tenía poca musculatura, pero no dejaba de ser esbelto a causa de sus años en la milicia, su cabello era castaño oscuro, característica propia de los Capelle. Sus ojos alternaban colores verdosos y grisáceos, estos emitían un aura misteriosa que atraía la curiosidad de cualquier persona. Era una persona bastante serena y aparentemente reservada. Poco sabía la joven de su lejano primo, su madre nunca había hablado de él, Clarisse pensaba que había cierta rivalidad entre su madre y este, pues, el título correspondería por ley a su tío Edmund, el cual era mencionado de vez en cuando por su madre. No sabía en qué términos había quedado su familia materna, Eloise apenas hablaba de su pasado, como si lo quisiera borrar de su vida.

—Padre...—tocó la puerta del despacho de la alcaldía.

—Espera un momento fuera Clarisse, en breve te atiendo. —se giró de inmediato y cerró la puerta con firmeza.

—De acuerdo. —la joven echó un pequeño vistazo tras la pequeña abertura y logró distinguir la silueta de un hombre dentro del despacho de su padre, quien con una voz ronca trataba con un tono bajo mantener una conversación con su padre.

—Respeto al tema que nos concierne, señor Rossmore...He encontrado el informe completo y no hay duda alguna.

—Ya veo...—rascó su barbilla nerviosamente.

—En cuanto al asunto de los terrenos, el plazo que se estipuló en el alquiler ya está a punto de vencerse, sería bueno que fueran regresados a su original dueño. En mi humilde opinión...

—No quiero sacar conclusiones precipitadas señor Thomson, un paso en falso puede suponer ser fatal para el muchacho (...).

—Sí, sí estoy de acuerdo con usted, pero eso no quita que el plazo esté a punto de vencerse sabéis lo que quedó dicho en el testamento y las clausuras de este, si hay heredero hay que cumplir los deseos de Lord Ainsworth, mi trabajo es que se cumpla su contrato...

—Sé perfectamente cuales fueron sus palabras, recordad que yo estaba ahí...—titubeó algo inquieto.

—En ese caso está todo dicho. Tres años, no más. —extendió su mano para despedirse y se dirigió a la puerta. Clarisse tomó nerviosa un asiento rápidamente tras escuchar los pasos avecinarse.

—Que tenga un buen viaje señor Thomson. —vio cómo se alejaba y giró la vista hasta la joven. —Muy bien, ¿te he hecho esperar mucho?

—No...os traigo el almuerzo como de costumbre.

Jardín de cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora