Los árboles empezaron a perder sus hojas, las pocas que quedaban habían adoptado un color amarillento, con la llegada del otoño había llegado octubre a la ciudad de Boston. Los niños de las criadas se dedicaban a recoger alegremente los frutos que posteriormente asaban y tomaban con té caliente. Clarisse de pequeña también recogía castañas con su familia, pero con la adultez había dejado este hábito. Perdida en sus pensamientos se acercó a la oficina de su padre para llevarle el desayuno.
—Padre...—abrió la puerta.
—Mi pequeño ángel...—sacudió la cabeza con una gran tristeza en su rostro.
—¿Qué ocurre? —se acercó preocupada a este.
—Es una carta de Irlanda, tú tía...Mi querida y única hermana—apretó la carta que se encontraba en el escritorio—se ha marchado...
—¡No es posible! ¡¿Cuándo?! —abrazó desconsoladamente a su padre.
—Hace una semana colapsó, acabo de recibir la carta y —abrazó con fuerza a su hija—parece que ya ha recibido cristiana sepultura. Me entristece tanto no haberme podido despedir de ella. Estando tan lejos, yo...
—¡Padre, no os culpéis por ello! —intentó consolarle—Tía Mackenzie lo había entendido, como gobernador a penas tenías tiempo para poder ir a cualquier otra parte.
—A veces siento que no se nada querida Clarisse, me siento inútil... —lloró desconsolado.
El color negro revistió cada pared de la casa Rossmore en las siguientes tres semanas, y una profunda tristeza visitó la finca para apretar los corazones de Patrick y Clarisse, se enfrentaban una terrible pérdida. Mackenzie era la hermana mayor y ultima pariente junto a Clarisse de este. No había para él, persona más compresible en el mundo que su hermana, no podía creer que ya no estuviera en este mundo y no perdonaba el hecho de no haberse despedido apropiadamente.
***
Clarisse no era consciente de cuan veloz había pasado el tiempo, y que tan pronto estaba acabando el mes. Notaba como en Boston se comercializaba de manera masiva las calabazas en octubre, en Irlanda había tenido la tradición de tallarlas para la celebración de Jack el Tacaño como le había enseñado su tía Mackenzie años atrás, se alegró en cierto modo de poder continuar viendo la costumbre que le había inculcado su tía. Su mente voló aún más lejos y le vino como un veloz relámpago a la mente la imagen de Dorian en el bosque, cuando la acompañó a casa de la familia Murphy, en aquel soñado y ansiado beso... —Me pregunto dónde estará, ¿tan ocupado ha estado con sus diligencias? Hace días que no viene a almorzar...—se incorporó en su cama, se alzó y salió a su balcón. —¿Le habrá ocurrido algo...? ¡No! —sacudió enérgicamente la cabeza para deshacerse de tal idea. —Llevo demasiados días encerrada en esta casa, debería visitar a Eileen para despejar un poco la mente. —se apresuró a vestirse para pedir permiso y marchó a casa de los Murphy. Al llegar a la casa escuchó unos enérgicos gritos que se ahogaban en llantos.
—¡Clarisse! Llegas en mal momento...—tomó Eileen sus manos.
—¿Qué ocurre? —preguntó inquieta al entrar en el inmueble.
—Brooke...está desconsolada.
—¿Le ha ocurrido algo?
—No, ella se encuentra bien de salud, yo diría más bien que tiene el corazón roto...—subió las escaleras hasta el cuarto de Brooke junto a Clarisse.
—Brooke, déjame entrar. —golpeó la puerta—Lo siento mucho Clarisse, ella no es para nada así. Su matrimonio ha sido cancelado.
—¿Por qué razón? —se interrumpió de golpe al notar como se abría la puerta.
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Jardín de cenizas
Storie d'amoreLa acomodada familia Rossmore llega a Boston en el año 1869, para instalarse en una gran finca a las afueras de la ciudad. Clarisse dejará atrás su tierra y se aventurará en un camino tortuoso lleno de traiciones, ambición y muerte pero también con...