Capítulo IX. Recuerdos
—¿Cómo fue que conociste a tu novio? —pregunto Zen con curiosidad.
—apenas tenemos unos cuantos meses juntos. Él es mayor que yo por algunos meses. Tiene 22, los acaba de cumplir el 3 de marzo. Mientras que yo, los voy a cumplir el 24 de diciembre. A pesar de tener pocos meses juntos, Akihiko me trata con tanto cariño. Me hace sentir tan protegido. Él sabe que yo estoy tratando de recuperar a mi hijo y me apoya. Es alguien tan bueno—miraba a la nada con ojos de amor.
—lo amas mucho, ¿eh?
—así es. Estoy perdidamente enamorado de él. No sé qué sería de mí si algo le llegara a suceder a mi Akihiko. Pero, bueno, tú me preguntaste que cómo lo había conocido. Suena demasiado tonto. Ja, ja. Eso pasó hace casi un año. Yo estaba manejando de noche, entonces él se cruzó en mi camino. Me detuve de golpe cuando pensé que lo iba a atropellar. Él también se detuvo y me miró. Sus ojos eran de un color tan bello y penetrante. Recuerdo que en ese momento me bajé del auto y corrí a auxiliarlo…
—¿te encuentras bien? —le preguntó al sujeto que se había cruzado en su camino. Se acercó a él y lo inspeccionó. El otro estaba bastante distraído y no sabía bien lo que estaba pasando.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde estoy? —preguntó bastante confundido.
—estuve a punto de atropellarte. ¿en qué estabas pensando cuando te cruzaste de esa manera? —lo regañó.
—lo siento. Hace poco la persona que me gustaba me rechazó. Me dijo que estaba a punto de casarse, que amaba mucho a su pareja y que jamás estaría con alguien como yo. Me lastimó que dijera algo así. No entiendo qué es lo que está mal conmigo. Nunca nadie me ha querido por lo que soy, sólo me persiguen por mi dinero. Pero yo quiero a alguien que me quiera por lo que soy. Creo que estoy destinado a estar solo por el resto de mi vida—se lamentó. En ese momento dejó que el azabache lo viera llorar. El de ojos avellana se sintió mal por aquel chico que sufría porque nadie lo quería por su persona sino por su fortuna. En ese momento recordó a aquel que le había arrebatado su hijo de sus brazos. En ocasiones, las personas pueden llegar a ser muy crueles.
—escucha, no te conozco, ni siquiera nos habíamos visto antes. Pero puedo estar seguro de que eres una gran persona y que algún día encontrarás a esa persona especial, que te ame por lo que eres y no por lo que eres capaz de comprar. Por lo pronto, debo irme, ya es bastante tarde y…
—espera, no te vayas. Por favor, hazme compañía un rato. No quiero estar solo—le suplicó el otro chico, quien sollozaba y temblaba. Masamune se enterneció al ver esa escena. ¿Cómo era posible que un hombre de esa altura y porte pudiera verse tan vulnerable?
—si quieres puedo llevarte a mi casa. Queda cerca de aquí y así, podemos hablar un poco—el peli plata asintió. Se sentía feliz estando en compañía del azabache. Ambos entraron al automóvil del azabache y se dirigieron a la casa del menor.
Estando en la casa del azabache, ambos entraron, siendo recibidos por un hermoso gatito. Este maulló al ver a su dueño entrando por la puerta de la casa.
—ya estoy en casa, Sorata. He traído un amigo—se acercó al gato y lo tomó con sus manos. El pequeño se restregó en su mejilla.
—veo que te gustan los gatos. A mí también me gustan—se acercó un poco el peli plata. Quería acariciar al gatito.
—¿en serio? ¿oíste eso, Sorata? me parece que tú y… lo siento, aún no sé tu nombre.
—es verdad. Mi nombre es Usami Akihiko. Lamento mucho haberte causado algún problema. No entiendo cómo es que traes a tu casa a alguien que apenas conoces.
—¿Qué estás tratando de decir? ¿me estás diciendo que quieres hacerme algo? —preguntó con desconfianza.
—no, no, no me refiero a eso. Más bien, quiero decir que, entiendo que eres alguien que se preocupa por los demás, pero hay veces en las que las personas se aprovechan de eso y quieren lastimarnos. No digo que yo sea así. Cuando me enamoro, siempre busco la manera de proteger a esa persona, de tratarlo con cariño. Eso mismo hacía yo por esa persona, pero me utilizó y después me botó. Es algo que duele mucho y estoy cerrado completamente a la posibilidad de enamorarme nuevamente. El amor sólo nos lastima.
—tienes razón. A mí me pasó algo parecido—expreso el azabache con dolor. Desde hace varios años que buscaba a su hijo y aún no podía encontrarlo.
—¿quisieras contarme? Tal vez no pueda ayudarte a resolver tus problemas, pero quizá pueda ayudarte a que te desahogues—el azabache sonrió. Los dos se sentaron en el sillón y se miraron de frente. Después de decirle todo eso al peli plata sentía que su corazón estaba más ligero, pero no significaba que este había dejado de doler. Se sentía vacío sin poder tener a su hijo entre sus brazos.
—¿en serio? ¿Cómo pudo ser capaz de hacer algo así? Qué persona tan horrible. ¿Por qué no vas y lo denuncias? Eso es un delito. Por cierto, ¿ese sujeto está registrado como el padre del niño?
—yo registré a mi hijo con mi apellido, además de que en el acta aparece su nombre como el papá de mi hijo. Me parece que él lo hizo al revés. Aparece como la mamá de ni hijo y yo aparezco como su papá. Falsificó todos los documentos y aparte de eso, le hizo creer a mi niño que yo lo abandoné—lloró. Llevaba sufriendo por aquello prácticamente desde que se había embarazado. El peli plata sentía que su corazón se rompía. El azabache había sufrido mucho por culpa de una persona que lo utilizó y que también jugó con sus sentimientos. ¿Por qué en la vida se tenía que sufrir de esa manera? Pensó que tal vez no era lo correcto, pero se arriesgó. Se acercó un poco más al menor y lo envolvió entre sus brazos. El azabache se sorprendió mucho y se sonrojó, debido a la cercanía de sus cuerpos.
—¿Qué se supone que estás haciendo? —lo miró serio por un momento.
—lo lamento. Vi en tus ojos un profundo dolor por no poder tener a tu hijo contigo. Sólo quise apoyarte un poco—bajó la mirada.
—fue algo muy lindo de tu parte. Gracias. Apenas nos conocimos hace unas horas, pero siento que puedo confiar en ti como si tuviéramos una vida entera de conocernos.
—¿también te pasa? —el azabache asintió—. Es algo extraño, porque también siento que tenemos una vida entera de conocernos. ¿crees en el destino? ¿crees en el amor a primera vista? —el menor lo miró confundido.
—¿amor a primera vista? No me parece que eso exista. No quiero creer en el amor nunca más. Este me ha lastimado mucho—bajó la mirada.
—no puedes cerrarte a la posibilidad de volver a enamorarte. Está bien que hayas sufrido por amor, pero no todos somos iguales a ese sujeto que te lastimó.
—¿Qué estás tratando de decirme? —preguntó el azabache.
—que quiero ser esa persona que te acompañe en los momentos más difíciles, que este a tu lado cuando más lo necesites, que confíes en mí, quiero ser la persona más importante para ti, claro, después de tu hijo, quiero que me permitas sanar esa herida que hay en tu corazón, que vuelva tus días más alegres, quiero hacerte completamente feliz—expresó el peli plata con toda la sinceridad del mundo. El azabache sonrió con ternura.
—eso no es posible. ¿Cómo puedes decirme que es amor a primera vista? Deja de jugar con mis sentimientos, ¿sí? —se levantó del sillón e iba a caminar hacia la cocina, pero la mano del mayor tomando la suya le impidió seguir avanzando.
—¿Por qué te es tan difícil creer en mis palabras? No estoy haciendo esto porque quiera lastimarte, todo lo contrario. Quiero ayudarte a salir de ese agujero en el que has caído y del que no puedes salir. Quiero formar parte de tu vida, quiero que me dejes entrar en tu corazón. No quiero volver a verte llorar o triste.
—si no quieres volver a verme llorar, entonces no deberíamos vernos más. Si estas mejor, voy a pedirte que te vayas. En estos momentos no estoy en condiciones como para estar en una relación, menos cuando es alguien a quien apenas conozco.
—¿es eso lo que quieres? —el azabache asintió—. Está bien, me iré—se levantó de donde estaba sentado y caminó hacia la puerta. El azabache escucho sólo como la puerta se cerraba. En ese momento, el azabache dejó escapar unas cuantas lágrimas y se cubrió la cara con las manos. El gatito se acercó a él y se sentó en su regazo. Maulló varias veces y restregó su cabeza en una de sus manos.
—ay, Sorata, ¿crees que algún día pueda volver a ser feliz junto a alguien más? —el gato lo miró y maulló. Se acomodó en su regazo y no bajó de ahí. Masamune sólo se dedicó a acariciar su pelaje.
—¿en serio lo dejaste ir tan pronto? —preguntó el castaño. Se veía emocionado por saber qué había pasado con la pareja.
—pues sí, yo había sido muy lastimado por Yokozawa. Además, sentí que no sería justo para Akihiko. En esos momentos yo no estaba listo para tener una relación. Lo único que quería y que me importaba era recuperar a mi hijo.
—bien, bien. No te preocupes. ¿Qué pasó después?
—pues…
Después aquel encuentro, ninguno de los dos se había vuelto a ver. Masamune siempre pasaba por el mismo lugar donde había visto a Usami por primera vez, pero nada. Era como si este no hubiera existido. No sabía dónde buscarlo, ni siquiera tenía un número al cual llamarlo. Comenzaba a darse por vencido, cuando…
—¿Masamune? —escuchó la voz de alguien. Este rápidamente se dio la vuelta. Sí, se trataba de Akihiko. Estaba feliz. Al fin podría decirle eso que él tanto quería oír—. ¿Qué es lo que…? —su pregunta se vio inconclusa al ver al azabache acercarse a él y plantarle un beso en sus delgados labios. Su mente se quedó en blanco completamente, pero no dudó ni por un instante en corresponder el beso. El azabache había rodeado su cuello con sus brazos, por lo que este rápidamente lo abrazó por la cintura. Ambos se separaron del ósculo, pero sólo para tomar aire. Rápidamente volvieron a unir sus labios, esta vez de una manera mas apasionada. El primero en reaccionar fue el peli plata, quien se separó de sus labios y descendió hacia su cuello. Tenía un color muy puro, como la porcelana. Esto lo incitaba aún más a querer morderlo y marcarlo como suyo. No pudo contenerse más y terminó por besar, lamer y morder esa pálida piel.
—aaaaah… mmgh… aaaaah—escuchar sus hermosos y tímidos gemidos no dejaban que su mente pensara claramente y lo incitaban a perderse en el deseo y la lujuria. ¿estaría bien si lo hacían?
—Masamune, ¿tú quieres…?
—s-sí, es lo que quiero. Quiero que me hagas tuyo—lo miró de una forma inocente, a pesar de estar sonrojado. Se mordió el labio inferior y lo miró con deseo. El peli plata perdió el poco autocontrol que aún quedaba dentro de su mente. Lo llevó hasta su automóvil y ambos entraron. Cerraron la puerta y se aseguraron de subir también todos los vidrios. El primero en actuar fue Masamune, quien se colocó sobre las piernas de Usami. Este había reclinado el asiento del piloto, por lo que parecía que estaba acostado. Sus miradas se encontraron y no dudaron en acercarse para darse otro beso. Esta vez no era apasionado, sólo unieron sus labios, de una manera pura e inocente. Akihiko aprovechó la cercanía de ambos para comenzar a acariciar su cuerpo de una forma lenta, pero tratando de encenderlo con cada caricia dada.
Como el azabache casi siempre se ponía camisetas de manga larga, no tardó mucho para quitársela, dejando al descubierto su delgado, pero bien formado torso. Comenzó, además, a desabotonar su camisa, botón a botón. Dejando que el peli plata fantaseara con todas aquellas cosas que quería hacerle. El peli plata lo miraba embelesado y con ojos de amor.
—¿Qué pasa? —preguntó el azabache con dulzura. Se acercó al peli plata para darle un beso en los labios y se deslizó hacia el cuello, hasta llegar al pecho. El corazón de Akihiko palpitaba con fuerza y sentía que se la saldría por la boca. Estaba feliz. Al fin Masamune le correspondía.
—Masamune, ¿tú me quieres? —preguntó inseguro.
—¿Que si te quiero? Creí que la respuesta era obvia. Hace casi dos meses que no sabía nada de ti. Me sentí mal porque creí que ese día había lastimado tus sentimientos. Pensé que estabas tratando de jugar conmigo. Me era muy difícil creer que podría volver a enamorarme. Después de eso entendí que tus sentimientos por mí son reales y tal vez, podemos intentarlo. ¿Qué dices? ¿aún podemos intentarlo? —habló el azabache con nerviosismo. El peli plata sonrió con alegría. Se reincorporó de su asiento, sólo para acercarse más al azabache y abrazarlo. Ambos se miraron con dulzura y sonrieron.
—fue una hermosa historia. Me parece que ustedes dos se aman demasiado—opinó el castaño.
—claro que sí. Yo lo amo con todo mi corazón. Me sería imposible amar a otro hombre que no sea él. Siempre se ha dedicado a cuidarme y a protegerme. Me ha dicho que también me ayudara a recuperar a mi hijo…
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Desgracia
RomanceUn problema muy grande acaba de surgir en la vida de Kirishima Zen. Un terrible incendio ha devastado su hogar, ha perdido a su familia y se ha quedado solo en el mundo. Tendrá que ingeniárselas para poder sobrevivir y salir adelante. ¿Cuál crees qu...