Capítulo XVIII. Un poco de paz

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Capítulo XVIII. Un poco de paz

—Masamune, ¿estás bien? —preguntó Zen. Estaba muy preocupado porque desde que el azabache había tenido al bebé, su color era más pálido de lo habitual y se veía muy agotado. No quería pensar en lo peor, pero tenía ese temor. Presentía que algo malo iba a suceder. Se alejó un poco de ahí al ver al otro tan concentrado en mirar a su bebé, y también porque había recibido una llamada de un número desconocido. Le daba miedo pensar en que tendrían que volver a huir. Masamune no podría y menos en su estado. Caminó hacia la habitación de al lado y atendió la llamada. Se sorprendió mucho al oír de quien se trataba.

—¿Cómo es que tú...?

—tranquilo. Cuando pueda te lo contaré todo, ahora dime dónde están. Tengo que verlos—dijo la voz desconocida.

—ven a esta dirección...

—¿con quién estabas hablando? —preguntó el azabache, quien se había levantado para escuchar. El castaño se asustó al verlo parado frente a la puerta.

—¿Qué estás haciendo de pie? Recuerda que tu situación es muy delicada. Tienes que descansar—lo evadió y pasó a su lado sin mirarlo a los ojos.

—dime con quién estabas hablando —volvió a insistir.

—¿para qué quieres saberlo? ¿piensas que estoy haciendo una alianza con Yokozawa en tu contra? —el azabache se quedó callado. ¿así que eso era lo que pensaba?

—¿en serio pensaste algo así? Qué poca confianza me tienes. Estaba hablando con un conocido mío. Me preguntó que dónde me estoy hospedando. Confía plenamente en que somos inocentes del secuestro de Svan. Va a venir en un rato y me dijo que nos va a ayudar—el azabache estaba avergonzado. Por un momento había desconfiado del castaño que lo había ayudado a recuperar a su hijo y que, además, también le había ayudado a dar a luz.

—lo siento mucho. Pensé que me estabas traicionando. Gracias por apoyarme—el castaño sonrió. El azabache se acercó con lentitud y abrazó a aquel que consideraba su amigo. Estaba feliz de tenerlo como aliado.

—ahora debes ir a descansar. Estoy seguro de que estarás mucho mejor en unas horas—esbozó una sonrisa. Masamune lo miró confundido y estaba a punto de preguntar algo, cuando el llanto de su bebé se escuchó. Fue a la habitación para atenderlo.

—espero que no tardes tanto en llegar—dijo el castaño en su mente.

Pasaron algunas horas desde que Zen había recibido esa extraña llamada y de aquella persona no había rastro. Se mantuvo cerca de la puerta para recibirlo cuando tocara el timbre.

Mientras tanto, Masamune estaba sentado en el suelo, a la orilla de la cama. Tenía al pequeño entre sus brazos y lo miraba dormir. Las lágrimas invadían sus ojos al recordar a aquel hombre al que tanto amaba, pero, desgraciadamente ya no estaba con él.

Flashback

—¿en serio que sabes el camino de regreso? —quien decía eso era un chico azabache, de 21 años. Este había aceptado ir de paseo a un lindo bosque. Lo único malo es que era demasiado grande y las probabilidades de perderse eran altas.

—claro que lo recuerdo. No tengas miedo. Vamos, continúa caminando—lo tomó de la mano con más fuerza y siguieron caminando. Estaba comenzando a oscurecer y el cielo se nublaba.

—deberíamos regresar. Está comenzando a llover—dijo el azabache, asustado.

—no me digas que tienes miedo. No pasará nada. Vamos, ya casi llegamos—los dos seguían caminando, pero llegó un momento en el que el peli plata se detuvo al ver dos caminos, uno a la izquierda y otro a la derecha. Se quedó pensativo un rato.

—te dije que no era buena idea venir. Ahora estamos perdidos—comenzó a llorar el azabache. Tenía demasiado miedo y frío. La lluvia los había empapado completamente. El peli plata se sintió culpable al verlo llorar y se acercó para abrazarlo.

—tienes razón. Deberíamos volver—dieron media vuelta y frente a ellos encontraron un árbol, con las hojas largas y anchas. Podrían cubrirse de la lluvia en lo que esta paraba. Los dos se colocaron debajo de las hojas y encogieron las piernas.

—¿aún tienes frío? —preguntó el peli plata. El menor no respondió, pero temblaba con intensidad. Fue en ese momento cuando el mayor se acercó a él y lo abrazó con fuerza. Se quedaron callados un instante y aparte del sonido de la lluvia, se escuchaban los sollozos del peli plata. El azabache se reincorporó rápidamente y lo observó. Akihiko desvió la mirada para que el otro no lo viera.

—¿Por qué estás llorando? —preguntó el menor con preocupación.

—lo siento. No quise obligarte a venir aquí. Insistías en que no era buena idea y ahora estamos aquí, pasando frío.

—no, no, eso no es cierto. En ningún momento me has obligado a nada. Yo también quise venir. Lo que pasa es que, la oscuridad me da miedo y más cuando está lloviendo. Jamás me obligaste a hacer algo que no quisiera hacer. ¿sabes? Cuando era pequeño, siempre le decía a mi madre que dejara la lámpara prendida, porque me daba miedo dormir a oscuras. Ella era tan buena persona. Es una lástima que tuviéramos que distanciarnos de esta manera. Me hubiera encantado que ella conociera a Svan—el tono de voz del azabache sonaba dolido y unas lágrimas cayeron por sus mejillas. El peli plata sentía que su corazón se rompía y no esperó más para acercarse al menor y envolver su delgado cuerpo con sus brazos. El azabache se sonrojó, pero correspondió el abrazo.

—eres lo más importante para mí, jamás lo olvides—le susurró al oído. Ese gesto lo hizo estremecer y dejó que esos brazos le brindaran la calidez y la tranquilidad le hacía falta.

Fin flashback

Las lágrimas volvieron al recordar esos bellos momentos que habían pasado juntos. ¿Por qué habían sido separados de esa manera tan cruel? No era justo. Ahora su hijo iba a crecer si uno de sus padres, pero, al menos lo tendría a él y estaba completamente seguro de que jamás le fallaría, no como sus padres le habían fallado a él.

—mi niño hermoso, desearía que tu papi estuviera aquí, con nosotros. Estoy muy seguro de que él estaría muy feliz al verte—lloró al acariciar la mejilla del pequeño.

—créeme que jamás sería capaz de irme y dejarte solo—oyó una voz por detrás de su espalda. Abrió los ojos con incredulidad y estos se llenaron de lágrimas.

—no, no eso no es posible. Mi mente debe de estarme jugando una mala broma. Akihiko ya no está conmigo—trató de convencerse.

—¿eso crees? —volvió a escuchar la voz. Esta vez giro la cabeza para ver el lugar de donde provenía la voz y...  

DesgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora