Capítulo XIV. ¿Tranquilidad?

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Capítulo XIV. ¿Tranquilidad?

Después de que se diera la noticia de que uno de los secuestradores del pequeño Svan había fallecido, la noticia se esparció rápidamente. Todos los noticieros transmitían la noticia y fue así como llego a los oídos de cierto castaño. Este se sorprendió al ver la noticia y evitó a toda costa que el pequeño la viera. Sería un golpe demasiado duro para él.

—¿Zen? —preguntó el pequeño. Ambos habían logrado huir hacia otro distrito, donde aún no llegaba la noticia del secuestro. Estarían más seguros ahí.

—¿Qué pasa? —le preguntó con voz dulce.

—¿Cuándo voy a poder ver a mi mamá otra vez? —esa pregunta le rompió por completo el corazón. ¿Cómo le diría lo que había sucedido?

—es algo complicado. Primero tenemos que estar seguros de que no nos atraparán aquí, después podrás ver a mamá. Por el momento, ve a dormir. Ha sido un día difícil—el pequeño asintió y fue a la cama. Estaba demasiado cansado.

—¿Cómo voy a darle a Svan una noticia así? No estoy seguro de que pueda soportar tanto dolor. Pero ¿Cómo fue que sucedió?

***

Horas antes...

—¿Cómo que el paciente está muerto? ¿Qué pasó? —preguntó el oficial.

—así es, el paciente venía con una severa hemorragia interna. No pudimos hacer nada para impedir que muriera—dicho esto, se alejó de ahí y caminó hacia la habitación del azabache. Cerró la puerta con llave y después se quitó toda esa ropa de hospital.

—listo. Conseguí que se la creyera. Ahora debemos irnos—quien dijo eso había sido Usami Akihiko. Se había escabullido en el hospital y había fingido ser un doctor.

—no puedo creer que te hayas arriesgado tanto para salvarme—habló el azabache. Este aún estaba un poco dolorido. Se movía con lentitud.

—jamás aceptaría verte dentro de una celda, pagando por algo de lo que no eres culpable. Tenemos que luchar juntos, tomados de la mano, para lograr que el verdadero criminal pague por el mal que ha causado—el azabache lo miró con lágrimas en los ojos y lo abrazó con todas sus fuerzas—. Bien, amor, esto es lo que haremos para salir de aquí—el azabache asintió y puso atención—. Lo que haremos será vestirnos como enfermeros, saldremos como si nada estuviera pasando y después nos escabulliremos por la salida de emergencia. ¿bien? —el azabache sonrió y asintió. Los dos se pusieron ropa de enfermeros y salieron cuidadosamente de la habitación, pero tuvieron que esconderse, porque casi enseguida venían dos guardias. Se escondieron detrás de un muro y esperaron a que estos se fueran. Cuando se fueron, salieron de su escondite y caminaron hacia la salida de emergencia. Eran escaleras y bajaron lo más rápido que pudieron. Cuando se vieron fuera del hospital, los dos se miraron a los ojos y se dieron un abrazo. Estaban libres de ese horrible lugar y corrieron al automóvil de Akihiko. Dentro de este, los dos suspiraron. Estaban libres de peligro. El peli plata condujo hasta que se detuvo cerca de un pequeño bosque.

—¿Por qué nos detuvimos aquí? ¿se te acabó la gasolina? —preguntó el azabache sin entender. Miró a todos lados, pero no entendía nada.

—¿sabes? Tengo tantas ganas de comerte completamente a besos. Ayer me quedé con las ganas de hacerte gritar más y más fuerte mi nombre—dijo esas palabras con un tono más que lujurioso, haciendo sonrojar al menor.

—¿Q-Qué estás diciendo? Deberías de dejar de pensar en sólo sexo. Tenemos que escapar de la policía y tú sólo piensas en... aaaaah—gimió sin poder contenerse al sentir la mano de su amado pellizcando uno de sus duros pezones por encima de la tela. Ambos aún tenían la ropa de hospital puesta. Los dos se pasaron a la parte de atrás del automóvil y fue el azabache quien quedó sentado sobre las piernas del peli plata. Se miraron a los ojos antes de unir sus labios de una manera apasionada. Se necesitaban tanto, se deseaban con todo su corazón. Comenzaron a calentarse más cuando el ambiente dentro del vehículo se hacía cada más cálido, ya que afuera hacía frío. Sus corazones latían con rapidez y sentían que, si seguían de esa manera, probablemente se les saldría del pecho. Volvieron a unir sus labios de manera desesperada. Les daba miedo volver a separarse uno del otro. No querían tener que alejarse nuevamente. Comenzaron también a despojarse de sus ropas y quedaron desnudos de cintura para arriba. Quien actuó mas rápido fue el peli plata, al acercarse al cuello del azabache, para darle besos y pequeñas mordidas, todo esto mientras acariciaba sus piernas, sus glúteos, su cintura, su espalda. Le encantaba tanto poder acariciar y tocar ese hermoso cuerpo. Se dio cuenta de que sus caricias surtían efecto en su pareja, al percatarse de que el otro ya estaba duro. Él también ya estaba duro. Masamune acercó su mano para tocar su erección y el mayor dejó escapar un pequeño jadeo. Le quitó lo que le quedaba de ropa y tomó su miembro que ya se encontraba húmedo comenzando a mover su mano de arriba hacia abajo. Akihiko jadeó y dejó caer su cabeza hacia atrás para seguir disfrutando las caricias del menor. De pronto sintió cuando este detuvo sus movimientos y abrió los ojos de golpe.

DesgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora