Capítulo VI. Takano Masamune

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Capítulo VI. Takano Masamune
—soy Takano Masamune. ¿Me permitiría hablar con el dueño de la casa?—preguntó con un tono amable.
—yo soy el dueño de la casa. ¿Qué es lo que se le ofrece?
—debe ser un error. ¿El dueño de la casa no es Yokozawa Takafumi?
—me parece que se ha equivocado de casa. Aquí no vive nadie con ese nombre.
—estoy casi cien por ciento seguro de que esa persona vive aquí.
—discúlpeme, pero debe ser un error de parte suya. Si me disculpa, tengo cosas que hacer y voy de salida exactamente. Con permiso—cerró la puerta y le puso llave.
—¿qué fue exactamente lo que Yokozawa te dijo sobre mí? ¿Que no debías hablarme? ¿O que no podría ver a mi hijo? Por si no lo sabías, él te ha estado mintiendo y tú no lo sabes—expresó el azabache cuando el castaño estaba por irse.
—¿qué estás diciendo? Fuiste tú quien lo botó y, además, lo acusó de manera injusta de haberte engañado. ¿Cómo es que vienes a decirme que él me ha estado mintiendo?
—aja, entonces sí lo conoces. Eso quiere decir que él, efectivamente, vive aquí—sonrió de manera triunfal. El castaño se maldijo internamente.
—disculpe. Estoy muy ocupado y tengo que irme…
—espera. No pienso dejarte ir sin que me digas la verdad. ¿Yokozawa vive en esta casa?
—¿para qué quieres saber eso? Tú mejor que nadie lo sabe. ¿No has sido tú el que ha intentado entrar a esta casa otras veces? No creas que me engañas. Sé perfectamente que tú quieres quitarle el niño a Yokozawa.
—¿qué fue lo que él te dijo como para que lo defiendas de esa manera? No puedo creerlo. ¿Acaso te dijo que yo fui el que lo acusó de haberme sido infiel, que lo abandoné cuando estaba esperando un bebé, o que quiero quitarle a su hijo?—el castaño asintió. Estaba sorprendido. ¿Acaso Yokozawa le había mentido?
—¿qué fue lo que pasó? Cuéntamelo todo—dicho esto, ambos entraron a la casa y se sentaron en el sillón.
—mira, esto sucedió hace cuatro años. Es la edad que tiene mi hijo, Svan. Todo lo que te contó Yokozawa es verdad, pero lo que no te contó fue que yo soy la madre del niño. Yokozawa me alejó de mi niño y no quiere que yo lo vea. Él me lo quitó cuando nació y le inventó al niño que yo quiero quitárselo.
—espera. ¿Me estás diciendo que tú eres la madre y que él es el padre?—Takano asintió.
—ayúdame—le suplicó con lágrimas en los ojos—. Ayúdame a recuperar a mi hijo.
—¿cómo puedo estar seguro de que me estás diciendo la verdad? ¿Tienes cómo probarlo?
—sí. Espera, por aquí tengo el acta de nacimiento de Svan—sacó un sobre de color amarillo y de este sacó una hoja, de color verde. (Aquí en México las actas de nacimiento son de color verde). Se la mostró al castaño. Este quedó estupefacto. En esta decía la fecha de nacimiento del pequeño, la hora y también el nombre de la madre. En este no venía en nombre de Yokozawa sino el de Takano. ¿Qué está pasando? Yokozawa le había mentido. Él era el padre, no la madre. Y lo había hecho creer que Takano era el que quería quitarle al niño, cuando había sido él quien lo había arrebatado de sus brazos.
Takano se había soltado a llorar y sollozaba con fuerza.
—tranquilízate. Mira, hallaré la manera de ayudarte. Sólo déjame tratar de convencer a Yokozawa de que…
—¡no! No, por favor, no le digas que yo te conté algo. Sería capaz de escapar de nuevo y llevarse a mi hijo—su voz se escuchaba desesperada. Eso significaba que estaba diciendo la verdad.
—no te preocupes, no le diré nada. Pero prométeme que estás diciendo la verdad y que no lo estás inventando para perjudicar a Yokozawa o al niño.
—te lo prometo. Solamente hago esto para tratar de recuperar a mi hijo—sollozó.
—muy bien. Pues, déjame ver cómo puedo ayudarte. Por lo pronto, será mejor que nos vayamos. Tengo que llegar a la escuela porque debo presentar un examen. Nos veremos mañana, ¿de acuerdo?—el azabache asintió y se acercó al castaño para darle un abrazo. Sabía que podía confiar en él para poder recuperar a su hijo.
Dicho esto, los dos se fueron cada quien por su rumbo y desaparecieron.
***
Más tarde, Yokozawa acababa de regresar de recoger a su hijo de la escuela y ahora estaba dándole de comer. Ambos se veían tranquilos, y el peli azul suspiraba de manera cansada. Un rato más tarde, llegó Kirishima y el pequeño corrió a abrazarlo. Se estaba encariñando mucho con él.
—hola, pequeño. ¿Cómo te portaste hoy?
—hola. Me he portado muy bien. Mira, me regalaron una estrella por haberme portado bien—le mostró la estrella de color dorado que tenía pegada en la frente. El castaño le sonrió dulcemente y le pellizcó un poco su pequeña mejilla. Esa mirada, tan inocente era la misma que había notado en los ojos del azabache cuando le había pedido ayuda para que su hijo volviera a sus brazos. ¿Ese Takano le estaba diciendo la verdad?

DesgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora