Capítulo III. Problemas

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Capítulo III. Problemas
Después de que el dueño de aquella casa se fuera, Kirishima se quedó sentado en el sillón y miró al pequeño que tenía frente a él. Ciertamente el niño no se parecía tanto al peli azul. Este tenía el cabello de un color azabache y los ojos, estos sí eran del peli azul. El pequeño lo miró y se llevó las manos al estómago. De pronto, un gruñido por parte de este lo hizo entender.
—¿tienes hambre, Svan?—el pequeño asintió. Dicho esto, lo llevó hasta la cocina y lo sentó en el comedor. Recordó que había comida en el horno y la puso a calentar. Le dio de comer al pequeño y de paso, él también comió. Debía admitir que el peli azul cocinaba excelente.
—gracias—habló el niño.
—de nada—le sonrió y levantó los platos de la mesa para después lavarlos. Fue hacia la sala y vio al niño jugando con sus juguetes. Aún era temprano y no había prisa por bañar al niño. Se sentó en el sillón y prendió la televisión. Mientras miraba una película, escuchó un ruido en la ventana trasera. Fue uno bastante fuerte. Se preocupó. No quería que nada le sucediera al niño. Se levantó del lugar y miró al pequeño. Se veía asustado. Se acercó a él y lo abrazó.
—no tengas miedo. No dejaré que nada malo suceda—el pequeño asintió y abrazó al castaño. Volvió a escuchar otro ruido en el mismo sitio. Estaba claro, alguien quería entrar a la casa.
—no, papá, no lo hagas—expresó el pequeño. Zen se quedó pensativo. ¿Qué quiso decir con eso? ¿Era su padre el que estaba haciendo todo ese ruido?
—escúchame, Svan. ¿Qué quisiste decir con eso? ¿Tú conoces a tu padre?
—sí, conozco a mi papá. Pero mi mamá no me ha dejado estar con él. Dice que no es bueno para mí.
—¿cómo se llama tu papá?
—se llama…
Después de un rato, los ruidos cesaron, pero se mantuvo alerta todo el tiempo. Cuando bañó al niño y hasta para irlo a acostar.
—¿me puedes leer un cuento?—preguntó el pequeño. Zen asintió con una sonrisa.
—¿cuál quieres que te lea?—el pequeño se levantó de la cama y caminó hacia el estante, donde había otros libros.
—este. Mi mamá siempre me lee este—le entregó el cuento y volvió a caminar a la cama.
Kirishima comenzó a leer y el niño lo miraba atento. Fue hasta después de un rato que el pequeño se quedó profundamente dormido y Zen prefirió quedarse a vigilarlo, por si acaso.
Transcurrió un poco más de tiempo hasta que el dueño de la casa llegó y caminó hacia la habitación.
—¿qué estás haciendo aquí? Pensé que estarías en la sala. ¿Le pasó algo a mi niño?—preguntó el peli, que se acercó para darle un beso de buenas noches al pequeño.
—¿podríamos hablar un momento a solas?—habló el castaño.
—s-sí, claro. Vamos a la cocina—respondió con algo de nerviosismo.  Ambos salieron de la habitación sin hacer mucho ruido y fueron a la cocina. Ahí, el peli azul se hizo un café y le preparó otro a Zen.
—¿de qué es lo que quieres hablar? ¿Es sobre mi hijo? ¿Te causó algún problema?
—no es nada de eso. Bueno, tiene un poco que ver con tu hijo. Pero en primer lugar, quiero que me digas tu nombre. Hace rato todo pasó tan rápido que olvidé preguntártelo.
—es verdad. Olvidé también decírtelo. Mi nombre es Yokozawa Takafumi.  Pero ¿qué es lo que tiene que ver con mi hijo?
—muy bien, Yokozawa, hace algunas horas, mientras Svan jugaba en la sala, escuché unos ruidos extraños en la parte trasera de la casa. Sonaba como si alguien quisiera entrar—el peli azul lo miraba incrédulo.
—no, no puede ser. Él me encontró—expresó el menor con notable miedo en la cara.
—¿de qué estás hablando? ¿Quién te encontró?
—el padre de mi hijo…

DesgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora