Capítulo 21

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Apartamento de Anya, Centro de Manhattan, Nueva York. 22:10 Horas.

Al entrar en el apartamento, noté que Anya no estaba en el living.

—¿Anya?

—Aquí estoy—escuché su voz desde su habitación y la encontré acostada en la cama revisando su móvil.

—Hey.

—Hey.

—¿Y esto?—pregunté al ver dos ladrillos de cocaína sobre su tocador.

—Fue el pago por las armas.

—¿Tenemos que intercambiarlo?—volví a preguntar acostándome en su cama a su lado.

—Ajam.

—¿Reyes?

—Hey no revises mis mensajes—me dijo apartando su móvil de mi rostro y yo reí—. Sólo me dijo que quiere verme más tarde para un trabajo.

—¿Acaso esa chica no duerme?

—No cuando el deber llama—respondió levantándose de la cama y comenzando a cambiarse, ya que estaba sin pantalones— ¿Vienes conmigo?

—Sabes que sí. Espera que me cambie.

Salí de su habitación para poder cambiarme, me quité los borsegos cambiándolos por mis viejas DC rojas, busqué una remera básica blanca y me cambié los jeans rotos por unos chupines negros más presentables.

—¿Estás lista?

—Lista—respondí tomando uno de los maletines que Anya tenía—¿Dónde debemos ir?

—Gaia nos está esperando en un café en Long Island.

—¿Se la daremos a Gaia?

—Sí, es buena y rápida para hacer tratos. Por eso haremos el intercambio donde nadie nos vea—me dijo mientras salíamos del departamento.

Subimos a su auto y Anya condujo hacia Long Island, para reunirnos con Gaia.

Maximus Café, Long Island, Nueva York. 23:00 Horas.

Llegamos al café y al entrar, Gaia nos saludó desde una mesa en el fondo.

—Miren a quiénes ha traído el viento de verano—dijo sonriendo cuando nos acercamos a ella—. Las hermanas Woods.

—Hola Gaia.

—Hey chica—le dijo mi hermana saludándola.

—¿Cómo están las cosas con Griffin?

—Ya sabes, difíciles como siempre.

—Me imagino ¿Quieren un café?

—No gracias, sólo queremos...

—Sacarse el paquete de encima. Lo sé— comentó Gaia terminando su café y tomó su bolso levantándose del asiento—. Vámonos de aquí.

Salimos las tres del café y caminamos durante unas cuatro cuadras, hasta llegar a un callejón prácticamente vacío.

Anya abrió su maletín para que Gaia pudiera ver la droga y comenzó a armar una línea, mientras yo vigilaba que nadie se acercara al callejón.

Escuché que aspiraba la línea y luego a mi hermana hablar.

—¿Qué dices?

—Es buena—respondió Gaia sacando el dinero para darle a cambio—. Ven la semana que viene, y tendré más dinero para ti.

True Lies - Clexa AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora