Capítulo 8

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Apartamento de Anya, Centro de Manhattan, Nueva York. 9:45 horas.

A la mañana siguiente al salir de la habitación me encontré con Anya desayunando.

—Buen día.

—Anya ¿cuándo llegaste?

—Ayer de madrugada ¿la pasaste bien?

Al escuchar su pregunta me quedé helada, no esperaba que ella llegara y tampoco pensaba que había gritado mucho.

—¿Me escuchaste?

—Un poco...—respondió haciendo que me pusiera roja de la vergüenza—. Pero parecía que la otra chica hizo que lo pasaras bien ¿Quién era?

—Josephine... La amiga de Luna.

—Oh.

—Si... ¿Acaso tú y ella?

—Es mi novia.

—Vaya.

—No eres la única lesbiana de la familia—me dijo y ambas reímos— ¿Desayuno?

—Por favor, pero primero me daré una ducha—le dije dirigiéndome hacia la ducha para poder despertarme del todo. Me despojé de la ropa y me metí a la ducha logrando que me despertara al sentir el agua caliente.

Media hora más tarde salí y luego de vestirme me senté a desayunar.

—¿Tienes algo que hacer hoy?—preguntó Anya mientras bebía su café.

—No. Estoy libre.

—Genial, toma tu pistola y acompáñame a lo de Luna.

Se levantó del sillón y agarró unas llaves, terminé rápido mi café, busqué el arma que me había dado cuando fuimos al desguace y la seguí hacia una moto.

—¿Qué debemos hacer? ¿De dónde sacaste la moto?

—Anoche Luna me dijo que tiene información sobre un encargo de Lightbourne. Y la moto la consiguió Raven. Sube—subí detrás de ella luego de guardar el arma en mi pantalón y Anya arrancó hacia el lugar—. Según me dijo, los camiones traen armas pero no sé de dónde vienen.

Casa de Luna, Queens, Nueva York. 10:15 horas.

—Buenos días.

—Buen día—respondió mi hermana besándola— ¿Cómo te sientes?

—Aún duele...—comentó y yo las miré sonriendo. Pero al darse cuenta de que me encontraba detrás de mi hermana, se aclaró la garganta y volvió a decir—. Pasen. Tengo el dato de que lunes y miércoles Lightbourne manda un camión de Jersey City hacia New York.

—¿Sabes qué contienen?—le pregunté mientras nos sentábamos y ella me miró.

—Por desgracia no, pero supongo que son armas.

—Debemos fijarnos—volví a decir mirando a mi hermana—. Esperar en la autopista que conecta ambas ciudades.

—Según sé...—comentó Luna—. Los camiones son rojos, y llegan siempre a las dos de la tarde.

—Gracias mi vida—le dijo Anya levantándose y la besó. Luna me saludó y junto con mi hermana volví a la moto—. Estate atenta a los camiones, Lexa.

—Dirígete a la autopista, seguro algunos llegarán.

En la autopista Anya frenó y nos quedamos esperando a que los camiones aparecieran, pero ninguno rojo parecía llegar. Luego de diez minutos ella me dijo.

—Ahí va uno—arrancó la moto y lo siguió para pararlo. Una vez se detuvo, saqué el arma y le dije al conductor.

—¡Oye tú!

True Lies - Clexa AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora