Parte 2

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El era un alto cargo, de la lucha contra los vampiros convertidos, pero también era bastante erudito.

Eso ciertamente me encantaba puesto que en casa, no eran dados a la cultura y se le notaba que habia vivido bastante mas que yo. Tenia cerca de 600 años, por lo que decia tener mucho tiempo para esperarme.

Yo por otro lado estaba ansiosa y asustada.

Ciertamente, mi instinto lo había marcado para mi, pero eso implicaba ciertas cosas que desconocía totalmente.

Cosas como la intimidad entre un varón y una fémina. Cosas que además de serian complicadas con la transfusión mutua de sangre.

Y sinceramente no sabia que me aterraba mas, si tener sexo con mi marido, que brotaran mis colmillos por primera vez o que dicha transfusión doliera tanto que lo primero no fuera placentero.

Mi madre había intentado darme todas las respuestas al respecto, pero llevarlo a la practica, se me hacia un poco complicado, sobre todo porque cada vez que la preguntaba algo conflictivo enrojecía y me contestaba que en cada caso era diferente..

Se suponía que como cualquier matrimonio, empezaríamos a tener sexo y en algún momento el mordería mi clavícula, dándome eso la señal de hacer yo lo mismo. El bebería mi sangre que le proporcionaría el elixir para seguir vivo el tiempo que deseara y yo bebería la suya haciéndome tan longeva como el. Mientras que repitiéramos este vinculo casi a diario, ambos podríamos ser eternos.

Eternos, siempre que otra enfermedad extraña o un enemigo natural o creado nos matara.

Según madre, el acto de alimentación mutua, no quitaba el disfrute por el sexo marital y se podía tener mas de una vez aunque no hacia falta repetir el acto de alimentación, a lo que la conteste que no entendía y ella sonrió enigmáticamente y me dijo que ya me lo mostraría mi esposo.

Lo cierto es que siempre que estaba cerca mío, me sentía mareada y débil, como si mi necesidad de sangre creciera sin haber hecho nada, puesto que a nosotras no nos crecían los colmillos hasta perder la doncellez.

Nuestra boda, fue un acontecimiento, ya que el pertenecía a un alto estatus, por lo que mucha gente importante acudió.

Después del banquete y los brindis, nos trasladamos a un palacete bastante retirado del resto de la población, pero siendo lo que éramos, era mejor pasar desapercibidos del los humanos normales.

A la entrada del mismo, nos esperaba en perfecta formación el sequito de criados que formaría el servicio. Todos eran humanos voluntarios, que sabiendo lo que éramos y que no los asesinaríamos, querían servirnos por un triple del sueldo normal, mas un plus si en algún momento necesitábamos sus servicios como alimento vivo. Dentro de este grupo el guardes y su familia, eran los llamados escuderos, ellos hacían de enlace entre la servidumbre y nosotros, aunque era así en todas las casas que había conocido. Por ultimo estaba el secretario, el también era un Carpatiano, solo que no era un noble.

Ellos eran los que mas me asombraban. Sabían que raramente podrían encontrar una compañera de vida y no se revelaban, servían fielmente a los nobles y sus causas, informando en su mayoría a sus señores cuando su ocaso estaba cerca, para que los finiquitaran antes de convertirse en abyectos vampiros.

Cuando por fin llegamos a nuestro dormitorio, estaba nerviosa muy nerviosa, pero que novia inmaculada no lo esta.

Mi esposo, se que sonrió como una boba, cuando lo pienso o nombro asi, me dejo a solas con dos criadas, para que me cambiaran el traje de novia por un camison no muy recatado y después se marcharon. No sabia si tenia que esperarle allí de pie, o metida en el lecho, asi que me quede a medio camino, abriendo y preparando el embozo de la misma.

Le sentí entrar en el cuarto, nuestros sentidos y reacciones son mas rápidos y mejores que los de los humanos comunes, pero ni me movi, casi ni respire, antes de sentir como sus manos se extendían por mi cintura para rodearme y atraer mi parte posterior hacia su parte frontal, en un abrazo intimo.

*-¿Estas nerviosa?

Sacudí la cabeza afirmativamente

*-Intentare que todo sea perfecto para ti, se que eres muy joven, apenas una niña y lamento no haberte dado mas tiempo para crecer, pero...

*-No importa lo comprendo...

*-Lo he intentado, en serio, pero desde que nuestros instintos nos unieron, mi reloj interno se ha acelerado, y mi recipiente masculino te anhela con locura.

Me giro y sus labios poseyeron los míos, al principio era como los besos que habíamos estado compartiendo, calientes y agradables, pero la intensidad del mismo fue subiendo hasta dejarme sin aire, cuando por fin se separo, sus ojos eran rojizos y un escalofrió corrió por mi espalda.

Caímos sobre la cama y aunque el estaba encima mío, haciendo que mi cuerpo fuera su prisionero, no sentí ganas de escapar, disfrutaba de sus besos, de sus caricias, del calor que mi cuerpo iba concentrando. Sentía su boca en la mía, para después tenerle en mi cuello, o en el nacimiento de mis senos, del mismo modo que sus manos volaban por mi anatomía, en las piernas, en mi pecho en mi trasero, allí donde tocaba, yo ardia...

Se retiro y me miro, note su mirada como un baño de amor, protección y entrega, así que solo le sonreí extendiéndole los brazos.

El me ayudo a levantarme, se agacho para poder sujetar el borde de mi camisón que alzo y saco por mi cabeza dejándome totalmente desnuda...sus colmillos brillaron al emerger.

*-Me lo estas poniendo muy difícil.

Sonreí, porque aunque no sabia a que se refería, sí lo sabia, mi instinto de mujer me lo decía.

Me cargo en brazos y me situó en medio de la cama, para sin intermedio alguno, quitarse la parte superior de su pijama. Era un mar angulosos músculos voluminosos y marcados, pero cuando dejo caer la parte inferior del pijama, mi mente estallo por la impresión.

Su falo, parecía demasiado grande, tuve que retirar la mirada un poco asustada, y sin saber como fue a parar a la suya, que me miraba, orgullosa y sonriente, así que no pude sostenerla y volví a retirarla bajando nuevamente a aquella extensión gloriosa de carne.

*-Si querida, puedes estar orgullosa, pues tu lo has provocado.

Se metió en la cama, tumbándose a mi lado y besando mi hombro.

*-Jugaremos a los espejos.

Yo asentí mirando el techo del cuarto cabezonamente, sabia que si no, mis ojos volverían a mirar aquello...

*-Tu me tocaras donde yo te toque y harás sobre mi lo que yo te haga.

Asi fue como comenzamos un peligroso descenso a las pasiones.

Me besaba, y yo le correspondía, me tocaba y le tocaba, así que fue subiendo el juego hasta el punto en que apenas podíamos respirar.

En un momento en que ambos estábamos de rodillas sobre la cama, yo meciendo su sexo entre mis manos, mientras que el agitaba un dedo en mi interior, me bloqueo cualquier acción tumbándome de espaldas y aplastándome con su cuerpo.

Pude ver como gotas de sudor le perlaban la frente.

*-Lo siento querida, mi limite a llegado...

Ya no pronuncio mas palabras, y aunque sus movimientos eran cuidadosos, le note rígido, al separarme las piernas para meterse entre ellas, al tiempo que sujetaba mis manos a los lados de mi cabeza.

Estaba entre extasiada y asombrada, pero todo eso desapareció al sentir un dolor entre mis piernas. Un desgarramiento que me produjo una reacción tan violenta, que sin darme cuenta, proyecto mis colmillos por primera vez fuera de mis encías y mordí como acto reflejo lo que tenia enfrente.

*-Vaya querida, eres una pequeña arpia...

Podía ver la sonrisa de mi esposo, al tiempo que el estasis en su ojos, mientras yo bebía de el y el empujaba su miembro en mi interior, dándome el mismo placer que recibía, creciendo con cada empuje, volviendo todo un pequeño caos, de gemidos, sangre y placer.

Sentí sus colmillos en mi cuello segundo antes de recibir su simiente, y mi placer hizo que perdiera la consciencia.

AMANTES EN EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora