Aun recuerdo, con un pesar insidioso en mi corazón, la labor de despedazar a mi amada esposa, para calcinarla hasta convertirla en polvo.
Se que ella tenia razón en no querer convertirse en vampiro, ya que ellos pierden su parte humana y con ella sus almas, y si un alma bueno, no puedes reencarnarte.
Después de eso, durante un tiempo, recurrí a la bebida, pero debido a nuestro metabolismo, no era tan efectiva como prometían los humanos.
Por el mismo motivo, mi coqueteo con las drogas, termino al tiempo de empezar.
Solo había una forma de lidiar con el dolor, y era apretando los dientes.
Me mezcle con los humanos, peleando sus batallas, matando a sus villanos y a veces a sus heroes.
A veces me preguntaba en que me diferenciaba de los vampiros, ya que mataba igualmente.
Pero no les robaba sus sangres a traición, ya no necesitaba morder cuellos, simplemente tenia que alimentarse directamente de los caídos.
Por eso cuando advirtió un movimiento en uno de sus costados, mientras bebía de un cadaver recién finado, se quedo congelado.
Ese instinto que hacia mas de 100 años que había estado inactivo, había vuelto a palpitar en su interior.
Dejo caer el brazo con el que sujetaba el cuerpo y tuvo que concentrarse en abrir el puño para terminar de soltarlo.
Se encontraba tan aturdido que no atino a correr detrás de aquel instinto, solo pudo sentarse y dejar que su apedrentado corazón volviera a latir a su bajo ritmo. Porque ciertamente los corazones Carpatianos latían mas despacio, por lo que vivian mas tiempo, pero desde la muerte de su esposa, el suyo había latido mas despacio, tanto que a veces le parecía una piedra.
Cuando sus manos dejaron de temblarle, camino por donde intuía que había pasado la persona que le había removido, pero no encontró nada que pudiera llevarle hasta ella.
Siguió andando, acercándose al mercado del pueblo, allí los juglares hacían sonar sus instrumentos mientras que bailaban mazas, pelotas, aros y fuego.
Uno de los llamado traga fuegos, escupio una llamarada al otro lado del circulo en donde el estaba mirando sin ver, pero de nuevo su instinto le hizo tensarse.
Al desaparecer la llama, pudo observar, una pareja de mujeres que reían y aplaudían al tiempo que lo hacia el resto del grupo.
Sus rodillas estuvieron a punto de traccionarle.
La mas joven de las dos mujeres, era una preciosa pelirroja de ojos azules, totalmente igual que su amada esposa muerta.
*-Por fin.
Después de buscarla durante mas de 100 años la había encontrado. Pero algo no estaba correcto.
Los ojos femeninos no le buscaban como cuando se conocieron en la pista de baile.
El circulo se disolvió y ella giraron sobre sus talones, caminando lejos de el, y en dirección contraria.
Apenas como un sonámbulo camino a distancia detrás de ellas, hasta verlas entrar en el caserón del señor del territorio.
Afortunadamente el era un asesino reconocido y aceptado en esa casa, por lo que siguió caminando hasta dentro del patio, siguiendo el movimiento de esa falda, oliendo su aroma único que le hacia morirse de hambre.
-iba tan concentrado que casi se sobresalto, cuando unos soldados rasos, le bloquearon el paso con unas lanzas endebles para su potencia.
*-Ese es un camino privado, los soldados no pueden pasar.
*-Ellas han pasado.
*-Ellas son las hijas del señor, pueden pasar por donde quieran.
Afirmo con la cabeza, camino de nuevo hiperventilando hasta un lugar en donde sentarse.
Era una de las hijas del señor. Pero el señor de esas tierras no era Carpatiano, sino un humano normal y corriente.
¿Estaba roto su instinto? No era posible que le hubiera unido a una humana normal y corriente.
Se miraba las manos sin verlas, si ella era humana, podría romperla los huesos con un simple abrazo con todas sus fuerzas.
Estuvo sentado allí impactado sin saber muy bien que hacer, hasta que noto que el flujo de soldados era mayor. Se debía a que el señor, proporcionaba cena y comida gratis en el patio grande todos los días,
El no necesitaba comer, asi que se marcharía para no mezclarse con mas gente de la que necesitaba, pero camino en dirección contraria a la que pensaba. Sus pasos le habían llevado a las caballerizas, sin un motivo aparente. Pero dentro encontró la mas bella estampa del mundo.
Su esposa acariciaba un caballo bayo, que tenia la cabeza estirada hacia ella.
Se notaba que el animal, disfrutaba de esas caricias y en cierta forma, sitio celos del animal.
Aun recordaba cuando esas finas manos acariciaban su pecho.
No pudo reprimirlo, un gemido ronco salió de su garganta, alertando a la joven.
Ella retrocedió, con los ojos abiertos por la sorpresa.
*-Tranquila no voy a hacerla daño.
Ella asentía al tiempo que le observaba de arriba abajo.
No era ajena a su persona, el había notado como el corazón de la joven, había comenzado a latir mucho mas rápido y también pudo notar como las hormonas femeninas comenzaban a trabajar.
Así que asumió que su esposa, había renacido como humana y que tendría que ir muy despacio para volver a conquistarla.
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AMANTES EN EL TIEMPO
RomanceEl amor creado en el cielo, es capaz de atravesar mares de tiempo, para volver al tiempo en que no debió romperse.