XXII

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En un abrir y cerrar de ojos ya son las fiestas. Tanto allí como del otro lado del inmenso mar donde esta su novia preciosa. Se la ha pasado hablando con ella. Una seguidilla de emails, llamadas y fotos enviadas para que ella supiera los lugares donde iba. Para de alguna forma compartir esos momentos. Hoy festeja noche buena con sus padres, hermana y una familia amiga que no le caen nada bien. Sobre todo la niña que tienen que se la ha pasado toda la adolescencia molestándolo al igual que su madre que siempre lo ha creído el candidato ideal. Suspira para acariciar su rostro con sus manos y mezclar su pelo mientras se pone de pie de la cama para poder ducharse. No planea salir de su cuarto hasta que no sea el mediodía quiere leer, fumar y escribirle al amor de su vida. Sabe que ella estará esperando un mensaje o cualquier señal de su parte. Ella ni se imagina lo que recibirá dentro de unas horas justo en la puerta de su casa.

Paulina esta sentada en la cocina ha pasado una noche fatal como todas las que siguieron después de que el se fue. No ha conseguido dormir demasiado. Y si lo hacia era para despertarse a cada rato. Lo extraña. A pesar de que la llame todas las noches, de que se envíen correos día por medio, de las fotos y de los vídeos cortos. Lo extraña tanto. Necesita tenerlo cerca para sentirse mejor. Sabe que hoy es el día de la apariencia, una cena familiar llena de fotos y de fingir que esta todo bien cuando no es así. Desde que su novio se ha ido a su país natal su madre no ha dejado de intentar que cenara con otras familias para conocer niños de su edad que le pueden dar un mejor porvenir. Uno que ese "muchacho español" no podrá darte nunca. Su madre no tiene idea de lo que habla. El muchacho español le da más que cualquier hombre que ha conocido. Unas lágrimas se cuelan por sus ojos para derramarse por sus mejillas empapando todo. No puede creer que apenas han pasado días cuando ella lo esta viviendo como si fueran meses.

Se la ha pasado encerrado en su cuarto hasta que se ha duchado. Su hermana se encargó de molestarle todo ese tiempo golpeteando su puerta para ver que iba a ponerse para combinar. Es que Purificación la mayor parte del tiempo atraviesa todos los límites. Suspira para arreglar su camisa en el espejo y decide acercarse a la mesa de luz para tomar el teléfono y marcar. Sabe que tiene que llamarla a esta hora por que mas adelante las líneas colapsaran casi tanto como los mensajes por el móvil. Marca cada número con precisión sabiendo que ella puede estar del otro lado esperando su llamado. Da tono, lo cual ya es un panorama favorecedor lo hace sonreír mientras que oye que suena dos veces hasta que lo atiende Delia. Tal como esperaba la misma le dice que no cuelgue que va llamar a Paulina. Es más la oye cuando lo hace pasan unos segundos hasta que ella toma el teléfono.

- ¿Hola? -dice parece que Delia no le ha dicho quien llamaba.

- Hola, amor mío- le dice el para sonreír. Joder la echa tanto de menos. Tanto. Tanto.

- Paulina sonríe con amplitud al oír su voz- José María- dice con cierta dificultad mientras que su corazon palpita en su pecho- mi amor. ¿Cómo estas?.

- Aquí, echándote de menos pero sobreviviendo- admite- ¿Tu?.

- Igual -ríe apenas para jugar con el cable del teléfono entre sus dedos- ¿Ya te has cambiado para la cena?.

- Si, ya estoy pronto. ¿Tu? ¿Qué te pondrás? -dice el para poder imaginarla.

- Pues, un vestido creo que rosado o celeste no estoy segura.

- ¿Corto? -consulta.

- Creo que si ¿Por?.

- Joder, ya quisiera estar allí para ver esas piernas.

- ¡José Maria! -dice para ruborizarse sintiendo ese calor interno.

- ¿Que? ¿No tienes ganas? A esta altura deberías de estar muriendo como yo.

Tú NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora