Ingresa a su departamento con dificultad ya que la luz aún esta cortada pero en cuanto cruza la puerta para cerrarla a sus espaldas. Se encarga de encender una de las velas para buscar su maldito movil. Joder, le urge encontrarlo. Lo necesita. Revisa sobre el sofa, en la barra, los abrigos que tiene colgados en su perchero hasta que empieza a pensar cuando fue la última vez que lo utilizó. Frunce su ceño mientras que su mente viaja más rápido que sus pies que van hacia su dormitorio para abrir la puerta y verlo sobre la cama. La pantalla esta encendida por la infinidad de llamadas perdidas que tiene. Sonríe lleno de una alegria inexplicable para luego de apagar de un soplo la llama de la vela tirarse sobre el colchón, y tomarlo entre sus manos. Agradece internamente que tenga la suficiente cantidad de batería mientras que ruega en silencio tener el crédito que le permite realizar llamados o enviar mensajes de texto. Le urge que esto último no se le agote para poder comunicarse todo lo que pueda con esa niña que se ha hecho dueña de su corazón en una serie de minutos. Coño, es que es tan guapa y elocuente que le maravilla. Eso es, esta embrujado como si tuviera algún hechizo poderoso. Piensa unos segundos bien que es lo que quiere decirle hasta que la idea lo invade para escribir:
"Espero que el viaje este yendo bien y no se te haga tan largo que tú también tienes que trabajar mañana. Si sientes que estas en problemas y necesitas que te llame dímelo Paulina.
José María"Da a la tecla enviar para quedarse allí expectante, rueda en la cama hasta quedar cabeza arriba con el móvil en su mano mientras que observa su cielo razo. Entretanto que su mente vaga hasta rememorar ese instante ínfimo donde sus labios estaban muy cerca tanto que juraría que se rozaron.
Paulina se encuentra mirando por la ventana del auto la madrugada de su bendito y enorme país. Evitando tener todo tipo de trato con el taxista que en los primeros minutos se esforzo por intentar tener algún tipo de conversación hasta que se resignó a su silencio y monosílabos perpetuos. Es que su cabeza no estaba en ese momento, ni en ese planeta, su mente estaba mucho más allá en esa parada de taxi donde se subió a ese coche. Quizás mucho más atrás en ese pequeño baile que compartieron. También en esa confesión tan llena de sentimientos y sinceridad que le regalo antes de verla desaparecer de su vista. Allí si, ahi si que estaba en ese momento que tanto le habia gustado vivir. Roza su labio inferior con sus dientes mientras que recuerda la sensacion de sus manos en sus hombros, su perfume, la forma en que sintió su boca rozar su nariz y besar su frente. De solo rememorarlo se ruboriza es que ésas sensaciones no le ocurrían a ella. Era muy impropio. Ella no es de las que siente, es de las que piensan. De las que lo hacen mucho, la mayor cantidad del tiempo posible por que había sido criada de una forma tan rigurosa que jamás daba pasos en falso. Y el amor le parecía algo lleno de obstáculos, sentimientos y sobre todo dolores o al menos sobre eso habia leído por años. Ni ella misma se cree que iba a ser capaz de escaparse de su casa para ir a una fiesta de un desconocido con un grupo de viejas que la dejarían a la deriva en pleno centro de la ciudad. Suspira, por que todavia tiene en su retina la imagen de ese hombre. Sus ojos la forma en que la miraban como si nunca hubiera visto algo igual. Cuando se engañaria si no pensara que seguramente lo que más ha hecho en su vida haya sido conquistar mujeres. Su sonrisa amplia y encantadora. Tan bello que aún le sorprende que haya posado sus ojos en ella. Su móvil suena dentro de su bolso, lo que la quita de esa ensoñación momentánea para que abra el cierre para tomarlo y revisar el mensaje. No puede controlar la sonrisa que se dibuja en su rostro al leerlo. Aunque ya este a varios kilómetros de distancia, a pesar de que debería de estar durmiendo le ha escrito. Se queda unos segundos releyendo, para primero que nada guardar su numero de móvil con la esperanza de que esto no se derrumbe nunca por que le gusta lo que siente al tenerlo cerca para luego responder.
"José María el que debería de estar durmiendo eres tú que trabajas a minutos de tu casa -"Aunque me encanta que me escribas" piensa para proseguir en su respuesta- El viaje es tranquilo, ya ha entendido que no quiero conversar por lo que no insistió. No te preocupes más ¿si?"
ESTÁS LEYENDO
Tú Nombre
RomanceJosé María Riquelme cumple veintiún años en un pais extranjero que hace seis meses que habita por decisión y necesidad de huir de una familia que nunca ha estado conforme con sus decisiones. Paulina De La Mora tiene tan solo diecinueve años cuando s...