Peeta

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Oh mi Dios, ¿su padre había muerto en su cumpleaños? ¿Qué más le había pasado a esta chica? Bien admitiré que me dejó en la puerta del baño congelado por unos minutos antes de cerrarla y comenzar mi ducha.

Pero la forma en que ambos se habían quedado tan tranquilos allí al final, sabía que había dicho algo que no debía, y me imaginé que Gale lo sacaría a relucir tan pronto como me hubiera ido. Sabía que ella se quedaría enganchada en cuanto mencionara a los caballos, y a si fue, no sabía que decirle que la enseñaría a montar la llevaría de regreso al pasado a su padre, que era obviamente nada como su madre o padrastro.

Sentado allí hablando con ella antes que Gale entrara, fue la mejor mañana que creo haber tenido nunca, y no había durado ni diez minutos. Ella sonreía tanto que hacia que mi corazón se hinchara cada vez, y Dios, esa risa. Yo tenía razón, sonaba como los malditos ángeles. Me quería morir cada vez que ella empezaba a relajarse en la silla. Sus ojos se abrían grandes por una fracción de segundo y se sentaba derecha de nuevo como si hubiera olvidado los moretones en su espalda por un minuto. No tuve que preguntarle para saber que tenía dolor, no había manera de que pudiera haber estado cómoda con lo que había visto anoche. Pero a pesar de eso, su sonrisa nunca había vacilado, y eso me mataba aún más. Debería haber estado deprimida o llorando o algo así. ¿Qué clase de persona pasaba por ese tipo de vida, tan reciente como hace dos días, y todavía encontraba motivos para sonreír? Cuando salí del baño, ella estaba acurrucada todavía en el regazo de Gale y deje escapar un suspiro de frustración. Tenía que superarla pronto, o vivir allí con ellossería un desafío.

—Hey, ¿Peeta? —me llamó Gale antes de que pudiera cerrar la puerta.

—¿Qué?—¿Nos mostrarás los alrededores de la ciudad hoy?No.

Quiero mostrarle la ciudad a Katniss, quiero que te vayas al infierno de nuevo a California.

—Por supuesto. Cerré la puerta detrás de mí y acababa de ponerme los pantalones vaqueros en cuanto Gale entró.

—¿Estás bien, amigo? No tenemos que salir hoy, sólo estaba preguntando. O Katt y yo podríamos irnos por nuestra cuenta. No es una gran cosa de cualquier manera, me imaginé que ya que conocías la zona...

Nunca le pregunté a Katniss por qué a Gale no le gustaba su nombre. Era tan perfecto para ella, ¿y por qué incluso decía que no le gustaba? En serio, ¿cómo se relacionaban?

—No, está bien, sólo tengo muchas cosas en mente. Estaré listo en un minuto,podemos irnos cuando quieras.

—Está bien, estoy seguro de que ella querrá ducharse. Así que probablemente sera en un rato —gritó mientras caminaba de vuelta a mi habitación. Tomé una camisa y me dirigí a la sala de estar. Gale no estaba allí, pero Katniss estaba sentada en la mesa de la cocina, mirando sus manos.

—¿Estás bien, Katniss?Ella dio un salto y me miró, con el ceño fruncido con confusión y dolor. No dijo nada, solo estudió mi rostro por un instante, antes de dar un suspiro profundo y levantarse para caminar hacia su habitación.

—Siento haberte recordado a tu padre. No lo sabía. —Todavía no lo sabía. ¿Qué tenían qué ver los caballos con su padre? Katniss se detuvo y miró por encima del hombro hacia mí por un segundo, y luego continuó hacia la puerta. Me quedé mirando la puerta, sintiéndome un trasero, incluso después de que Gale saliera de la habitación y empezara a conectar un sistema de juegos al televisor. ¿El haberle dicho a Katniss que le enseñaría a montar realmente le dolía tanto que la chica que me había preguntado por qué no me vestía como vaquero acababa de desaparecer? Todo en mí gritaba que fuera y hablara con ella, pero la ducha se abrió, así que me di la vuelta a la sala de estar.

Desde las cenizas (EVERLARK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora