Katniss

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Había pasado casi un mes de la picadura del escorpión, y gracias a Dios las cosas volvieron a la normalidad, bueno, en su mayoría. Había pasado el resto de ese fin de semana en el hospital, y cuando había regresado al rancho, Peeta tenía dos exterminadores diferentes que se especializaban en escorpiones dando ofertas. No le preocupaba el dinero; le importaba lo que él pensaba "que no diga puras tonterías". Aparentemente era difícil deshacerse de los escorpiones, pero él y el exterminador estaban seguros de que habían hecho todo lo que pudieron. Después de que se me informó de lo equivocada que había estado con los escorpiones en Texas, me di cuenta de que estaban exagerando, pero le dejé hacer lo que necesitaba, lo mismo con los controles del pulso. No sé si Peeta sabía que seguía haciéndolo, si sólo era una segunda naturaleza ahora, o si creía que no me daba cuenta, pero cada vez que se me acercaba sus dedos terminaban de alguna manera en mi garganta o en mis muñecas. De hecho había logrado ser bueno en ello, al punto que si yo no supiera lo que estaba haciendo, creería que me sostenía dulcemente. Cuando me jalaba hacia él, casi siempre lo hacía por mi muñeca; a veces cuando me besaba solía sujetar mis brazos detrás de mi espalda y mantener mis manos allí, pero su dedo índice siempre estaba en mi pulso. Otras veces, iba a ahuecar mis mejillas, pero en cambio, ahuecaba detrás de mi cuello, cosa que me encantaba, y amaba incluso más la manera en que arrastraba su pulgar por mi garganta, pero como dije, sabía lo que estaba haciendo.Y aunque había pasado un mes, y pensaba que él debía ser capaz de verme sin tener que asegurarse que estaba respirando, no estaba a punto de decir una palabra. Después de todo, no era la que había visto a su pecho no moverse. No era la que había tenido que buscar su pulso.

Estábamos empezando a prepararnos para Acción de Gracias, que estaba a un poco más de una semana, y estaba un poco entusiasmada y nerviosa. Había sido parte de Acción de Gracias para los chicos en los dos últimos años, pero cocinaría con Tessa y Amanda este año, y por lo que me habían dicho, esta comida era su especialidad. Había preguntado por qué estábamos haciendo un almuerzo de Acción de Gracias en lugar de una cena de Acción de Gracias, y Peeta sólo se había encogido de hombros mientras decía: —Es de Texas. —Como si esa debía ser la única explicación que necesitaba. Había arqueado una ceja y esperé hasta que suspiró y me dio su versión de una explicación.

—Todos pasan el día con sus familias, pero es el juego de UT-A & M, cariño, eso nos toma la noche para nosotros.

Mi respuesta cuando vi a su mamá y papá mirándome como si debería entender eso ahora: —Ah. Si hacer una comida de Acción de Gracias con Tessa no era suficiente para estar nerviosa, no ayudaba que había estado teniendo algunos problemas la semana pasada que tuvieron mis nervios de punta. Llamé a mi médico, y me había dicho que especialmente después de la conmoción de la picadura y la reacción alérgica, no debería preocuparme por ello. Pero lo hacía; de hecho era todo lo que pensaba. Así que le dije a Peeta que tenía que ir a la ciudad a agarrar algunas cosas para su mamá y estaría de vuelta antes de la cena, todo era verdad, sólo que no completa. Él ya estaba lidiando lo suficiente de lo que era; no tenía que preocuparlo de cómo me había estado sintiendo... y otras cosas al azar.

Con otra mirada a la puerta del consultorio, luego al reloj del salpicadero, agarré mi bolso y salí de mi SUV. Era tiempo de averiguar exactamente lo que esta picadura de escorpión me había hecho.

* * *

Una hora después estaba de vuelta en el auto y mirando a la nada. Trataba de encontrar una manera de decirle a Peeta, pero apenas podía convencerme a mí misma de que estaba sucediendo, entonces ¿cómo iba a decirle? Ni siquiera sabía cómo me sentía con respecto a ello, no... eso no era cierto. Lo hacía. Sabía exactamente cómo me sentía. Estaba aterrorizada, y todo lo que podía ver era a mi mamá y a Jeff. Los recuerdos estaban tan grabados en mí, que podía sentir a Jeff golpeando el florero contra mi espalda hasta que se rompió. Podía sentir a mi mamá tomando uno de los trozos más grandes y clavarlo en la parte baja de mi espalda y haciendo una gran y sangrienta X. Podía oír sus gemidos mientras Jeff la follaba después de que me dejaran en mi habitación.

Desde las cenizas (EVERLARK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora