Capítulo 15

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Así quisiera dormir, no podía. Eran un poco antes de las dos de la mañana y no podía sacarme de la cabeza lo que había pasado antes. Entre más tiempo pasaba que no le hablaba a Vic, más paranoico me ponía, por si me odiaba. Se suponía que estaba por llegar a casa en cualquier momento ahora. Estaba sentado en mi cama, haciendo algunas actividades de la universidad para aprovechar el tiempo, cuando por fin escuché su auto llegar al parqueadero. Cerré mi laptop de golpe y brinqué de la cama con afán. Mi corazón estaba latiendo descontroladamente y me estaban entrando los nervios. La única cosa que me mantuvo calmado fue saber que alguna parte de él todavía, al menos, me deseaba e iba a usar eso a mi beneficio.

Silenciosamente, le eché un vistazo a Leo para asegurarme de que siguiera dormido. Lo estaba. Escuché a Vic abrir la puerta principal en el piso de abajo. Ahora, esta era mi oportunidad. Caminé por el pasillo y bajé las escaleras. No me topé con Vic en el camino. Debió haber estado en la sala o en la cocina. Vi un brillo opaco viniendo de la cocina. Dando la vuelta, vi a Vic parado al frente de la nevera abierta.

—Hey —dije en un susurro.

Saltó, sorprendido por mi voz y se giró.

—Jesús, me asustaste —dijo.

—¿Qué te tiene tan nervioso? —pregunté con una sonrisa.

Al parecer alguien tiene miedo de que lo atrapen. Tal vez esto era lo que me atraía; relaciones donde estuviera constantemente guardando un secreto. Primero, fue mantener en secreto el hecho de que estaba saliendo con un profesor, luego estaba guardando el secreto que Oliver me estaba abusando, y ahora aquí estoy, escabulléndome con Vic.

—Nada. Escucha, ¿podemos hablar mañana? Estoy muy cansado, y tengo que despertarme temprano, y Leo está arriba... —se detuvo, suspirando.

No podía creer que estaba tratando de echarse para atrás, de hablar, una vez más.

—Leo está dormido, y no, no podemos hablar mañana. Por favor, Vic, no puedo dormir con esto en mi mente —susurré desesperadamente—. Y lo prometiste.

Le dediqué unos ojos de cachorrito, mirándolo tiernamente. Se rindió y cerró la nevera.

—Está bien, está bien. Hablemos —dijo.

Me le acerqué para verlo un poquito mejor en la oscuridad. Se apoyó contra el mesón de la cocina y me paré en frente de él.

—Gracias. Entonces, hoy... —dejé de hablar, ansioso por saber qué pensaba él.

—Fue... interesante —terminó la oración, sonando inseguro.

—Vaya forma de ponerlo —me reí—. Yo usaría otra palabra diferente. Tal vez caliente... Asombroso...

—Un error —dijo, enviando una punzada aguda directo a mi corazón. Para mí no era un error. Para mí era lo mejor que me había pasado en meses.

—¿Lo fue? —pregunté.

La pregunta se quedó en el aire. Soltó un quejido y recorrió su cabello con los dedos. Parecía estar extremadamente frustrado conmigo.

—¿Me odias? —pregunté, aterrado de la respuesta. Me miró con una expresión afligida y arrepentida.

—Claro que no. Nunca podría odiarte. ¿Por qué pensarías eso? —preguntó.

—Pues, en realidad como que me gritaste un poco antes cuando ni siquiera hice nada —expliqué.

—Oh, cierto, eso. Lamento haberte gritado, y por ser tan raro después. Me pasé de la raya, por mucho —dijo.

Asentí rápidamente.

Hush, Hush (Kellic) [Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora