#7: "Prisionero"

40 5 0
                                    

Hanna se había mezclado entre los invitados de tal modo que Temiri Blagg la perdiera de vista. Y lo había logrado con éxito, pero no podía confiarse de las inesperadas apariciones de la suerte, mucho menos ella que no dependía de dicha suerte, sino de la Fuerza que rodeaba al vasto universo. Dorei, su escolta, la miró con esos ojos que no presagiaban nada bueno, sin embargo, se mentirían a sí mismas si dijeran que no confiaban ciegamente la una de la otra. 

-Nuestro momento de separarnos ha llegado finalmente.

-Fui elegida para protegerla y eso haré, Senadora.

-Eres lo más cercana a una hermana que he tenido, Dorei. Gracias por estar todo este tiempo conmigo, sin ti hubiera sido un verdadero desastre.

-Sin duda alguna -ambas se sonrieron y luego se fundieron en un apretado abrazo -. Le prometo que haré mi mayor esfuerzo para darle el tiempo suficiente. Todo está yendo según lo planeado, no habrá fallas.

-Lo sé, confío en ustedes -se colocó la capucha, su rostro apenas se distinguía con ella. Dorei le alcanzó una máscara y esta le agradeció con un simple movimiento de su cabeza -. ¿La nave?

-En el lugar que usted pidió.

-Excelente -murmuró debajo de la máscara. Su voz se modificó, lo cual era justo lo que necesitaba. Caminó hacia la ventana y se giró para ver a Dorei -. Mantente alerta, confía en ti misma y no dejes que la duda te controle -sin esperar una respuesta de su buena amiga, saltó al vacío.

Aterrizó de manera grácil en el césped. Podía escuchar la música desde afuera, si bien no era la fiesta oficial, los invitados parecían haberse adueñado de su casa en cuestión de horas. Tenía que salir del jardín principal, esquivar incluso a sus propios guardias. Nadie, ni siquiera el senado, podía saber de aquella huida no autorizada. De hecho, estaba desobedeciendo más de una orden, incluidas las que había recibido de La Resistencia.

Se sintió más segura cuando sus pies aterrizaron en la arena, cuando pudo oír las olas romper en la orilla y la salinidad penetrar su máscara. Sin embargo, como era de esperarse, la suerte tenía fecha de caducidad. Levantó sus manos lentamente cuando un bláster se hundió en su espalda.

-Gira hacia mí lentamente.

Maldijo por lo bajo cuando tuvo a Blagg cara a cara.

-Tranquilo, podemos llegar a un acuerdo.

-Sí, estoy seguro a que llegaremos a uno bueno. Pero, ya perdí la paciencia con las negociaciones -su tono sombrío fue suficiente para encender sus alarmas. No tenía opción, tendría que revelar parte de lo que en verdad era. Tarde o temprano sucedería, saldría de allí con o sin él -. ¿Un Jedi? -soltó una risa irónica cuando su rostro se vio iluminado por el sable de luz verde -. ¿Crees que puedes detenerme con ese juguete?

-Pruébame.

Temiri dejó caer el bláster y se quitó la capa roja que llevaba encima. Pudo notar el sable en su cintura, el perro estaba mostrando sus dientes y era toda la motivación que necesitaba para olvidar los últimos incidentes con él y concentrarse finalmente en su verdadera misión. Sus sables se chocaron entre sí, forcejearon hasta que se vieron obligados a separarse. Sin embargo, Blagg no tardó en atacarla nuevamente todavía con más ferocidad. Hanna lo esquivó saltando hacia atrás, derrapó por la arena y buscó la manera de poder doblegar su defensa.

-Vamos, no tengo todo el día.

-No me presiones, pequeño cachorro de Ren -este se colocó nuevamente en posición de ataque y Hanna esta vez supo su punto débil, sacó rápidamente una pequeñas bolitas y las tiró frente al aprendiz de su padre, se tapó el rostro cuando los destellos de luz intensa aparecieron repentinamente, sin esperar la reacción de su enemigo corrió hacia él. Sable con sable, Temiri Blagg cegado, Hanna con ansias de largarse. Barrió con su pie al Caballero de Ren y le quitó su sable de una patada -. Es hora de dormir.

-¿Qué? -dijo este cuando se llevó la mano de inmediato al cuello -. Un dardo... -susurró antes de desplomarse.

Hanna lo observó, movió su pie con el suyo y guardó su sable nuevamente en su cintura. Levantó su mirada hacia arriba, Dorei le sonrió. Dos guardias bajaron inmediatamente, derrapando entre el césped y la arena.

-¡Te debo una!

-¡Me debes más de una! 

Hanna chasqueó la lengua con diversión.

-¿Qué hacemos con él, Senadora?

-Súbanlo a la nave, es un prisionero clave -estos asintieron, pero antes de eso, uno de ellos se detuvo para oír lo que decían por su intercomunicador.

-Senadora, se ha detectado una amenaza. Una nave enemiga.

-Dense prisa, métanlo en la nave y envíen a los invitados a una zona segura.

-Sí, Senadora.

*

Se sentó frente a los controles de comando, tecleó rápidamente su lugar de destino y se puso en marcha. Las naves enemigas pasaron por encima de ella, bombardeando la playa. Lo único que vio levantarse fue arena y fuego.

-No están atacando la casa, es sólo una distracción -murmuró frunciendo su ceño. Salió de la atmósfera del planeta Borkars. No se quedaría a averiguar lo que sucedería allí abajo. Tenía que salir inmediatamente de allí antes de que notaran su presencia -. Daremos el salto en 3..., 2..., 1...

Hanna Solo [Pt. II] - [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora