Capítulo 8 "I will fix you"

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Varias horas antes

La última semana de Louis había sido aún peor que la primera desde que ese reportaje terminó por consumir su vida. Ahora se podía decir que oficialmente habían dejado de creerle. Sus tíos lo tachaban de fácil, de ordinario, de traidor. Los dos primeros le daban igual; pero que pensaran que era un traidor, eso era lo que más le dolía.  Y sus abuelos… la ley del hielo le quedaba chica a lo que ellos hacían. Pasó gran parte del último mes llorando por la noche, rogando por el perdón de su familia, pero eran tan rencorosos que faltaba más que un milagro y todo un siglo para que lo hicieran. Y como si eso no fuera poco ahora nos salía de la oficina sin ser vigilado, siempre registraban su hora de entrada y salida y eso ya le parecía demasiado.

Iba a levantarse de su asiento y sintió un leve mareo que se lo impidió. Se lo adjuntaba al hecho de que no había dormido bien y no había comido nada en la mañana. Pero esa no era la primera vez; hace una semana casi se cae cuando la cabeza comenzó a darle vueltas de la nada. Por eso ahora tenía una cita con su médico personal para ver los resultados de sus análisis. Tomó su celular y salió de su oficina. Escuchó como descolgaban el otro lado de la línea.

¿Bueno?

—¿Ya estás lista Zoe? Llego por ti en diez minutos —dijo mientras subía al elevador.

Aquí te espero Lewis —su amiga soltó una carcajada y el solo negó sonriendo para luego cortar la llamada. Salió del elevador y vio que una de las recepcionistas tenía una caja de donas y enseguida su estómago gruñó.

—¿Quiere una jefe? —preguntó la chica amablemente.

—No lo creo…

—Tome una —insistió la chica y el castaño la tomó.

—Gracias Claire.

—Que le vaya bien señor —esté se despidió con un gesto y salió con su dona. Ver el chocolate derretirse entre sus dedos solo le dio más hambre y se terminó la dona más rápido de lo que pensó. Subió a su coche y manejó hasta dónde se encontraba su amiga. Cuando se acercó al lugar, Zoe ya estaba esperándolo y en cuanto vio el coche de Louis se subió.

—Tienes chocolate en el labio Louis —dijo divertida la rubia y el ojiazul se limpió con su lengua.

—Me comí una dona, sabía bien —manejó en silencio hasta el hospital. Cuando llegaron, se bajó primero y le abrió la puerta a su amiga, quien agradeció el gesto. Entraron al hospital y el olor mareó a Louis, quien tomó del brazo a su amiga haciéndola detener.

—¿Estás bien Lou? —preguntó la rubia.

—Sí, solo fue un mareo, estoy bien —la chica asintió y caminó del brazo con Louis hasta el consultorio del doctor Roberts. Se acercaron a la secretaria y esta les dijo que en un momento los llamaría. El ojiazul se repetía una y otra vez en su mente que todo estaba bien, que solo era por el estrés y las preocupaciones y no tenía ninguna enfermedad grave. Cuando la secretaria los llamó, ambos se levantaron y entraron al consultorio del doctor, éste los vio entrar y sonrió.

—Es una sorpresa tenerte aquí Zoe —el doctor la conocía porque había acompañado en varias ocasiones al castaño por medicamentos o pequeñas preguntas. Saludo a ambos con un apretón de manos.

—Ya sabe doc, vengo a acompañar al llorón de mi amigo —el doctor rió y Louis bufó.

—Tomen asiento por favor —ambos se sentaron y el semblante del doctor cambió.

—Hay algo muy importante que debes saber Louis…

—¿Qué pasa? —preguntó. Por su mente pasaban respuestas como “tienes cáncer” “te quedan diez días de vida” “morirás a los treinta”. Pero se dijo que no debía ser paranoico y esperó a que el doctor hablara.

Manual para padres [Larry Stylinson] [M-preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora