Cap. 3 -. ¿tu?

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Parecía que el mundo se le venía encima, la cabeza literalmente comenzó a darle vueltas, sus ojos se abrieron como platos, sus manos se quedaron inmóviles y de sus piernas ni se diga se quedaron pegadas al suelo, —¡Es imposible!— le espeto la razón —¡Es verdad!—le confirmaron sus ojos, de pie bajo el umbral de su puerta se encontraba Jun Pío después de tanto tiempo, tan alto, tan galán y con una mirada tan desesperada que no podía pasar desapercibida, de pronto un torrente de llanto se acumuló en sus cuencas y un mar de sentimientos comenzaron a desbordar en su corazón, ¿Que hacía aquí?, ¿Porque después de tanto tiempo regresa?... Tantas preguntas asaltaban sus pensamientos que no se dieron cuenta que se había quedado inmóvi y sin habla por un par de minutos.

Cuando por fin recobro la cordura y despejó su mente no pudo más si no mirarlo de arriba a abajo levantar la mano y plantar en su mejilla una fuerte bofetada, que... Lo dejo boquiabierto, al instante levantó la palma de su mano y acarició su rostro evidentemente contrariado pero a la vez resignado, Jan Di estaba segura que él sabía que se lo merecía.

—. !Que demonios haces aquí? —pregunto con la voz cargada de irá. —con miles de sentimientos que se avalanzaban contra su cordura.

—. Eh venido a verte, a hablar contigo, quería... Saber cómo has estado. Yo... —hizo una pausa y bajo la mirada —se que mi presencia no te agrada y se que tienes motivos para incluso odiarme pero... Necesitaba verte, necesitaba saber cómo iba tu vida. -dijo con la voz quebrada.

—. Pues como puedes ver... Estoy bien —dice con prepotencia y toda la seguridad de la que ahora puede disponer. —no necesitas preocuparte por mi, hace mucho tiempo que vivo mi vida sin ti, desde que me dejaste como si fuera nada.

Jun Pio baja la mirada totalmente abatido por sus palabras, ella puede notar como su cuerpo se tensa y presiona sus puños con fuerza al grado de que sus nudillos se tornan blancos por la ausencia de sangre, la mira a los ojos y ve su mirada cristalizada por las lágrimas que asoman.

—. Se... Que probablemente no tenga sentido pero... Perdóname... No quise lastimarte, no quise dejarte pero... lo siento Jan Di, me arrepentí cada día y lo sigo asiendo. —su voz estaba cargada de tristeza pero tenía razón... Ya de nada servía.

—. Tienes razón, de nada me sirve ahora todo esto, yo... Sobreviví a tu abandono, a tu ausencia y poco a poco salí a flote aún sin entender que fue lo que hice mal, ¿Porque me lastimaste así? Yo confíaba en ti... Confie con mi vida y me heriste, tanto y tan profundo... —ya no pudo más, no pudo y dejo salir las lágrimas que quemaban sus ojos.

Jun Pio quiso acercarse para abrazarla pero ella no dudo en retroceder lanzando una mirada que lo hizo desistir de su intención, no quería que sus manos la volvieran a tocar y no porque lo odiara si no porque para ella aquellos sentimientos estaban enterrados, limpio sus lágrimas con el dorso de sus manos y puso su mejor sonrisa para demostrarle a él y a ella misma que todo estaba bien, que fue solo un momento de dolor por el pasado.

Él seguía ahí de pie sin decir nada, solo la miraba y ella no podía tampoco hacer nada más que sonreír con hipocresía.

—. ¿Jun Pio? ¿Que haces aqui? —escucho la voz de Ji Hoo que caminaba lentamente sin dejar de mirar a su amigo como si de un fantasma se tratara.

—. Hola Ji Hoo. —respondio con una sonrisa por lo que Jan Di supuso que no sabía de su relación. —solo pase a saludar, pase a... Ver a Jan di. —dijo dándose cuenta que el que sobraba era él.

Ji Hoo camino hacia ella, cuando estuvo a su lado la tomo de la mano y plantó un beso en sus labios, ella supo porque lo hacía y no se molesto en apartarse, quería que él los viera, que supiera que no estuvo sola, que hubo alguien que se quedó a su lado, que la cuido, que la animo, que vio sus lágrimas y las seco, quería que se alejara, que no siguiera más ahí, su mirada fue incomprensible, sus ojos se abrieron como platos, su rostro se torno rojo y sus puños se endurecieron, él dió un paso al frente pero ella lo detuvo con la mirada.

—. Es hora de que te vayas, ya no tienes nada que hacer aquí... —dijo dando un paso atrás mientras sostenía la mano de Ji Hoo.

—. Te dije que no iba a tolerar que la hicieras sufrir y ahora no pienso hacerme a un lado, pero espero que tú si lo hagas y que está sea la última vez que vienes aqui. —dijo Ji Hoo con firmeza.

—. ¿Y te decías mi amigo? Te pedí que la cuidaras, ahora veo que lo hiciste muy bien, traidor... —replico Jun Pío con ironía.

—. Lo hice, la cuide como me pediste pero no pude seguir ignorando mi corazón y después de que la dejaste decidí dedicarme a ganarme su amor.

—. Es suficiente... —dijo Jan Di apartando a Ji Hoo de la puerta. —adios Jun Pio, vamos Ji Hoo... —finalizo mientras cerraba la puerta.

Ji Hoo la abrazo tan fuerte que apenas y podía respirar, sentía el latir acelerado de su corazón y eso le partió el alma, sabía porque estaba así y no podía permitirlo, no quería que sintiera ni una sola gota de celos, aquello que alguna vez ella sintio por él... estaba muerto y enterrado, en ese momento solo quería que volviera a desaparecer, que jamás volviera pero entonces se dio cuenta de algo... En el fondo siempre sentirá algún tipo de amor por él, fue una gran parte de su vida, un gran amor y los recuerdos no solo desaparecen de la noche a la mañana, pero tambien tenia algo más en claro, amaba a Ji Hoo, con todo su ser y sabia que siempre seria así y ni Jun Pyo ni nadie más haria que se separara de su lado.

—. ¿Te dijo algo? —pregunto Ji Hoo mientras se sentaba en el sofa de la estancia.

—. Nada, solo que lo sentía, es todo. —mintió, no quería ya hablar de él. —no pensemos en él si... No importa.

—. ¿En verdad ya no importa? —el tono de su voz sonó diferente, sonó preocupado...

—. No; no importa. Aquí lo único que importa es que te amo...

Se acerco, tomo su rostro entre sus manos y lo beso, el pudor entre los dos hace mucho que se fue, muchas veces más se habían amado y lo harían de nuevo, Jan Di sintio sus manos aprisionar sus hombros, sintio el calor de su cuerpo, sintio el sabor de su boca, el aliento ardiente que le erizaba toda la piel, sus ojos la miraban y sus labios se clavaban como puñales en su piel tibia bajando de sus labios hasta su cuello, hasta el infinito en ella, la ropa estorbo y no la dejaron que siguiera haciéndolo entonces adorno el suelo y su piel desnuda adorno la cama, entonces se amaron como nunca, se amaron como si quisieran demostrarse mutuamente que no existía nadie más para ellos, fue una de esas noches en las que la razón se pierde y los impulsos ganan.

No quedaron dudas en el tintero de que todo lo que antes pudieron pensar desapareció, así como ella esperaba que él desapareciera, así como esperaba que lo poco que aún sentia también lo hiciera, porque no podia permitirse tener dudas ni un solo segundo más, porque a su lado ya tenia el amor que necesitaba, un verdadero amor...

Love UDonde viven las historias. Descúbrelo ahora