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Olivia, a un día antes de su cumpleaños, por fin decidió deshacer la maleta que había llevado a casa de los Holland. Si, había pasado ya más de un mes entero y no era propio de ella dejar una maleta hecha, ni siquiera en sus sueños más extraños una maleta duraría tanto tiempo hecha y abandonada en un rincón de su habitación, pero el tener que abrirla y enfrentar los recuerdos que traían las prendas eran demasiado para ella.
Cualquiera pensaría qué tal vez era algo demasiado dramático o absurdo el cómo se sentía. Había sido poco tiempo y "había estado pretendiendo", lo cual era mentira, todo con Tom había sido genuino, excepto el inicio y su abrupto final, por supuesto.
De madrugada, en casa no había ruido probablemente porque Hardin ya estaba completamente dormido y de cualquier forma no le pediría ayuda después de su gran discusión esa tarde. Se había sentido traicionada por su propio hermano. Si, le había dado su teléfono pero jamás se habría imaginado que haría algo como escribir una canción sobre ella y lo último que Tom le había escrito. Había visto que Tom lo notó también, que Hardin había usado sus palabras, pero optó por no contestar a sus mensajes.
Se sentó en el suelo frente a su maleta y la abrió, el olor del jabón que usaba la familia que a ese punto ya lo había olvidado, la golpeó una ola de nostalgia y culpa pero decidió ignorarla. Sacó un buen lote de prendas y comenzó a separar por donde debía guardar, sin imaginarse que encontraría ahí ente sus propias blusas y camisetas había una de Tom. La tomó con cuidado y la acercó abrazándola mientras cerraba sus ojos recordando el día en que se la había dado, tío por el recuerdo.
"Querida, no puedo darte mi sudadera", dijo aún mirando en su teléfono la historia que había subido mi Instagram apenas unas horas antes, aquella misma que Jacob también me había contestado, parecía que realmente había sido la gran cosa para ambos, sin embargo, el mohín de Tom me había hecho reír por lo tierno que lucía y definitivamente era más relevante que los mensajes de Jacob.
"¿Por qué no?", acerqué mi rostro al de él con una expresión divertida, inclinándome sobre la mesa.
"No queremos ver como se tragan la saliva del otro", dijo detrás de Tom su hermano Harry, quien recibió un golpe suave en su cabeza de parte de Harrison.
"Porque mi sudadera de Midtown es la que uso para grabar, de hecho, Jon no tiene ni la menor idea de que la tengo yo para usar en casa", dijo riendo contagiando a su hermano y amigos.
"¿Y si digo que tengo frío?", arqueé una ceja sin despegar mis ojos de lo de él.
"Le diré a Harrison que te de la suya".
"¡Hey! Yo te defendí de Harry".
"¿Quién llora ahora, Harrison? ¡Pues tú!", espetó Harry lo cual hizo que sonriera un poco, Harry siempre me pareció muy gracioso, sin embargo, pareció ser un signo de debilidad de Tom quien sonrió con satisfacción.
