5 años después…
Sonreí mientras corría hasta los brazos de Leo, que al recibirme me dio vueltas en el aire antes de volver a posarme sobre el suelo. Lo miré con lágrimas en los ojos, observando lo mucho que había cambiado en los años que no nos habíamos visto.
Luego mi mirada se volvió hacia una chica bajita, de lindas curvas, piel tan clara como la leche y ojos claros. Me sonrió de forma abierta y enseguida supe lo bien que me llevaría con la pequeña inglesa que Leo iba a tener como esposa en unos días.
Nos sentamos en la pequeña mesa del café e inmediatamente sentí un par de brazos que me rodeaban, mientras la cabeza de Demetrio se posicionaba en mi hombro y acaricié su suave cabello rubio ceniza.
— Bueno y… ¿cuándo se casarán ustedes dos?
Pasé los dedos por mi cabello anaranjado, cortado a la altura de mis hombros y suspiré.
— No lo tenemos muy claro — respondió Demetrio por mí, mientras jugaba con el anillo plateado con pequeños diamantes incrustados y una perla en el centro, regalado en el avión, donde todos los pasajeros fueron testigos de él pidiéndome matrimonio y yo aceptando, antes de aplaudir — en principio sería para la primera semana de agosto, pero tal vez una amiga se case para esas fechas y no queremos poner dos eventos en la misma semana.
Leo asintió, pasando su brazo sobre los hombros de Amber de forma despreocupada, cuando dos personas más entraron al café hablando sin parar.
Mi boca cayó abierta de par en par al constatar de cómo el, antes rizado, cabello de Noemi, ahora caía liso sobre sus hombros. A su lado, Marco sonreía con amplitud. Me había enterado un par de segundos atrás que su madre acababa de recuperarse del todo de la enfermedad, por lo que suponía que a eso se debía tal felicidad.
Sonreí nostálgica, algo contrayéndose dentro de mí, antes de ponerme de pie para poder saludar a mi amiga con un estrecho abrazo, al igual que a Marco, que también besó mi frente de forma fraternal.
— Te habíamos extrañado Sandra.
Los miré allí, reunidos como hace tantos años, todos con su vida hecha. Noemi se había vuelto una famosa nutrióloga y estaba felizmente casada con otra mujer, viviendo en Venecia.
Leo estaba por casarse y había dejado la pintura un poco de lado, para dedicarse a la filosofía y literatura, donde le iba sorprendentemente bien y por lo que había conocido a Amber.
Marco transformado en un exitoso escultor, llamado para los más intrincados pedidos desde todas partes del mundo. No tenía pareja, a pesar de sus intentos con una francesa, que había vuelto a su país. Pero había logrado salvar a su madre y eso era suficiente para él.
Y yo, a punto de acabar la carrera, con ya cientos de interesados reclamando obras de mi autoría y con Demetrio, que estaba en las mismas, a mi lado luego de haberme pedido matrimonio.
Sonreí.
— Yo también los extrañé.
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¡No la quiero!
RandomSandra de Vitta, la legítima heredera de la gran fortuna de su padre, un importante terrateniente florentino. Marco Mervide, el séptimo hermano de una familia que se ha criado en los suburbios de la peor Florencia. Aunque para ella no fue siempre...