Pasaron tres días, en los que volví a trabajar. Ele, al saber sobre el juicio, me había dado el tiempo que necesitase, con la promesa de esforzarme el doble cuando volviese. Y eso hice.
Acababa de regresar al departamento cuando un sobre en el suelo me hizo parar en seco.
“Yale University, New Heaven & Connecticut”
El aire quedó atrapado en mi garganta mientras tomaba el sobre con lentitud entre mis dedos, el papel raspando con suavidad mis yemas. Las palabras estaban escritas a mano con tinta, algo que me pareció sumamente anticuado y que al mismo tiempo, le daba sobriedad y enigma al asunto.
Sentía el aire desgarrando mis pulmones, por lo que lo solté tan lento como pude, no podía con ello sola.
***
— ¿No la has abierto aún? — Leo entró en el departamento, seguido de Marco, que me dio un rápido beso en la mejilla después de no haberme visto por casi tres semanas.
Negué, mientras sentía como la piel que había estado en contacto con los labios del ojiazul ardía.
— No, me siento demasiado nerviosa como para hacerlo — me encogí de hombros, mientras frotaba mis brazos.
Leo asintió y luego me miró fijamente a los ojos.
— Sabes que esa carta no cambiará nada, ¿no es verdad?
Suspiré.
— Si me aceptaron… Leo, si me aceptaron me iré por años a Connecticut a estudiar. Seguramente no pueda venir muy seguido de visita y… — la mano de Marco se envolvió en mi brazo y presionó suavemente.
— Estarás bien coniglietto, siempre seguirá existiendo Skype… no nos perderás.
Lo miré a los ojos, mientras una ligera sonrisa estaba pintada en sus labios, que me contagió.
Asentí y respiré hondo.
— Está bien…
Me acerqué al sofá y tomé asiento junto a Leo, mientras Marco permanecía de pie con los brazos cruzados sobre el pecho frente a nosotros.
Tomé el sobre entre mis dedos y con cuidado comencé a rasgar el papel. Un pliego cuidadosamente doblado reposaba dentro del sobre. Lo saqué y abrí, suspirando antes de leer.
“Estimada señorita de Vitta:
Nos agrada informarle que ha sido aceptada y considerada digna de la beca para la carrera de Dibujo y Arte, en nuestra sede en Connecticut”
Los ojos se me llenaron de lágrimas mientras una sonrisa temblorosa se deslizaba por mis comisuras. Llevé una mano, igual de temblorosa, para intentar callar los sollozos de felicidad.
— Iré a Yale… — murmuré sin poder creérmelo.
Sentí las risas de ambos chicos, tanto Leo como Marco, sonriendo cual gato Cheshire. Leo inmediatamente me abrazó, a lo que respondí con efusividad. Luego me puse de pie y Marco también me envolvió en sus brazos, besando mi frente segundos después.
— Felicitaciones bella.
Le sonreí antes de separarme de él.
— Hay que salir a celebrar — declaró Marco.
Y una hora después estábamos sentados, con Noemi incluida, en un restorán, brindando por mí.
Me sentía eufórica.
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¡No la quiero!
DiversosSandra de Vitta, la legítima heredera de la gran fortuna de su padre, un importante terrateniente florentino. Marco Mervide, el séptimo hermano de una familia que se ha criado en los suburbios de la peor Florencia. Aunque para ella no fue siempre...