—Mmmm —hago como si lo pensara y los miro. Levanto la foto y la coloco sobre la mesa y los mire nuevamente.
—Encontré a la elegida, juro que es la hija de Antonov — digo firme y seguro.
Alzac me mira sorprendido y se levanta parándose junto a mí y me quita la foto y la observa.
—¿Seguro que la viste? ¿Cómo sabes que es ella? —pregunta algo inseguro.
—Es ella la joven que vi en el parque y la hija de él, definitivamente es un poco más grande, pero aún conserva algunos rastros y sus ojos, hombre, son idénticos a los de él y ambos sabemos que no hay nadie por ahí con esos ojos —le respondo.
—Dios, esto es maravilloso, ¿cómo seguimos ahora? — pregunta nuevamente Alzac.
—Bueno, no sé dónde puede estar, pero definitivamente está en Transilvania y en la misma ciudad que nosotros —digo con seguridad.
Keiden se levanta y toma la foto.
—¿Dónde crees que puede estar? —pregunta —. Más específicamente, donde comenzamos, porque por tu cara veo que tienes una idea —dice finalmente.
Definitivamente estos dos me conocen bien, sonrío y no estoy seguro, pero creo saber por dónde empezar.
—Creo que terminó por el mundo humano con alguna familia —es lo primero que digo.
Eso sorprende a todos en la sala y parece que no les hace gracia alguna y estoy de acuerdo, eso significa que ella no sabe casi nada de este mundo. La posibilidad que la asustemos y se alejemos es un porcentaje alto que tendremos que tener en cuenta.
—Debes estar bromeando, ¿criada entre los humanos? Eso no puede ser bueno, ¿tienes idea de cuanto no va a llevar conversarla de que esto es real? —dice Hunter furioso.
—Ni hablar del hecho de que no tendrá idea de sus poderes o de quien es, ¿qué información tenemos sobre la leyenda o las Wehyden? —pregunta Draigon, hombre, es insoportable como los gemelos, pero a veces tienen razón.
— No sé cómo, pero hallaremos la forma de hacerlo —finalizo yo.
Maya
Mi alarma suena alejándome de mis tormentos que a esta altura valen poco. Estoy por rendirme en los brazos de la muerte. De todas maneras, vivir esto todos los días es equivalente a la muerte misma, como si estuviera condenada al infierno en alguno de sus círculos. ¿Qué pude haber hecho para estar ahí? Porque la idea de imaginarme en aquel ambiente no me espanta, sino más bien me hace que me sienta en casa.
Me levanto pese al dolor que se esparce por todo mi cuerpo, como si miles de pedazos de vidrios se hubieran incrustado en mí y hago un gran esfuerzo para llegar a la ducha. Necesito un baño caliente para relajarme.
Al salir de la ducha, paso sin mirarme en el espejo. No quiero tener que ver mis ojos rojos hinchados por el llanto, mi labio partido el cual aún duele y todos esos cardenales marcados a fuego en mi piel.
Me pongo el uniforme y tomo mi bolso extra, ya que después del instituto debo ir a trabajar a la cafetería. Por suerte me han pedido no aparecer en la casa hasta la noche, pues el odioso de mi tío invitó a su jefe y esposa para una cena importante.
Aunque tengo muchas ganas de hablar con Mel, no puedo. Este es uno de los secretos más grandes, incluso podría ser el causante de perder a mi mejor amiga, mi confidente. Parece una broma cruel. Claro que podía decirle ciertas cosas sobre mis pesadillas, pero no sobre lo horrendo que lo paso en casa. Ella no tiene idea del gran problema que conlleva la convivencia con un monstruo en especial.
Dejo escapar unos sollozos antes de tomar aire. Observo el cielo de una mañana gris, aún esta oscuro, gracias a la lluvia.
Un movimiento en los arbustos me llama la atención.
Entre las hojas verdes, justo allí, están los hermosos ojos azules, mirándome fijamente como queriendo descifrar mis pensamientos.
Y otra vez percibo la extraña sensación de calma, por un momento pienso que me sonríe. No, esto es demasiado loco, me obligo a ignorarlo y desvío la mirada hacia la pantalla de mi celular. Aún es temprano, puedo pasar a recoger un buen café, así que le mando un mensaje a Mel.
"Nos vemos en la cafetería por nuestro café, tengo que contarte cosas extrañas y muy locas".
Al salir a la calle se nota que el ambiente está fresco, además de lloviznando. Abro mi paraguas y camino hasta la cafetería, llego más rápido de lo habitual.
Diviso a Mel hablando con una de las mozas y me acerco al mostrador, ansiosa de poder contar algo de lo extraño que fue ayer y hoy en la mañana.
—No sabes de lo que te perdiste, mi historia es escalofriante. Creo que perdí el juicio, definitivamente —suelto con una sonrisa.
—¡Ay, por favor, May! Vas a darme un ataque si sigues llegando por sorpresa.
—Bien, las dejo con la espeluznante historia, odio las cosas escalofriantes —dice la moza yéndose a atender una mesa.
—Valió la pena por ver tu reacción —le digo.
—¿Qué rayos te pasó en el labio?
—Me pegué con la puerta de entrada de la casa.
—Ah, ¿y que hacías?
Le sonrío y suelto toda la historia loca junto a lo de hace un rato mientras esperábamos nuestro café.
—Definitivamente estás loca, suponiendo que no haya ninguna respuesta, ¿no pensaste en buscar en algún texto antiguo de esos que te gustan? —murmura, seria.
A veces nos burlamos de algunos sucesos como estos, pero últimamente pasan muy seguido.
—No, pero tal vez deba hacerlo.
—Sí, porque si esto es real May... Es muy loco, pero tú eres fuerte y sé que podrás resolverlo. Si ves muertos, úsalo a tu favor e intenta ayudarlos.
—Gracias, Mel, me quieres, aunque esté loca y vea muertos.
—Definitivamente, te quiero demasiado —el golpe seco sobre el mostrador me avisa que nuestro pedido ya está listo.
Tomo mi café y me voy con mi súper amiga, definitivamente ella es la mejor en el mundo, no podría pedir otra cosa de ella, estas situaciones me motivan para decirle que no soy tan fuerte como ella piensa, pero ahí está la duda, el miedo de decirlo en voz alta y que se convierta en realidad, hace que un frio muy helado me congele mis pulmones y eso es el miedo líquido, uno que no quiero derramar aún más.
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La Ultima Heredera
Teen FictionLukan creció de niño escuchado historias fantásticas e su maestro y su papá le relataban guerras pasadas y leyendas que nadie creía, el ingenuo siempre pensó que eran una mentira. Poco sabia a que se hacían referencia los adultos. Pero siempre lo en...