Estoy exhausta, la cafetería termina llenándose de estudiantes, clientes habituales y algunos nuevos con mucho apuro —por no decir algo más grosero—.
Me duele todo, desde la punta de mi nariz hasta la de los dedos del pie, lo único que quiero hacer es tomar una ducha caliente y una almohada suave en la que apoyar mi cabeza, cerrar los ojos y rezar para que las pesadillas habituales no vengan esta noche y, así poder tener un sueño reparador el cual estoy necesitando extremadamente urgente, pues casi no he pegado un ojo en varios días. No para de sucederme acontecimientos extraños uno tras otro y solo queda preguntar: ¿conseguiré algo bueno de esto? ¿Podré ver otra vez a el chico misterioso? No puedo creer que él exista fuera de mis sueños solo acordarme de eso ojos azules líquidos y encendidos por la pasión y, Dios, esos brazos fuertes y sus grandes manos en mi rostro, un escalofrío excitante sube por mi columna derritiendo mis ovarios y convirtiéndolos en fuego líquido.
¿Qué me pasa? Estoy aún en el trabajo, nunca me he sentido así, bueno no pienso que pueda con todo lo del monstruo, pienso que esa parte de mí está muerta, me siento bien al saber que no es así, pero, aun así, no estoy segura de cómo reaccionaría mi cuerpo con alguien más, bueno seamos sinceras, Maya, te irás con él, no hay otro hombre que haya llamado mi atención nunca.
Al llegar a la casa voy directo a mi cuarto, pero soy interceptada por mi amable primo, eso me hace tener un recuerdo de lo que había visto antes de caer en el mundo de los sueños, estaba ahí detrás de la puerta viendo lo que él me hacía y no hizo nada para detenerlo. Retrocedo temblando asustada por lo que pueda hacer.
¿Y si quiere lo mismo que su padre? Eso me da escalofríos y mis lágrimas se asoman en mis ojos, otro más no, no creo aguantar eso.
Parece ver mi incomodidad, así que para un poco más lejos de lo habitual, me mira asustado y arrepentido, pero ¿Por qué? ¿Acaso se siente mal por no haberlo detenido?
—¿Podemos hablar de anoche? —me pregunta sorprendiéndome.
Miro en todas direcciones. Mi respiración se acelera dándome taquicardia leve. Me abrazo en defensa, pensando que él vino también, pero nadie más vino.
Parece que Max se da cuenta y se relaja más, aún antes de volver hablar.
—No están, ellos salieron a una cena romántica—no sé si creerle, hace que guarde silencio.
Me toma de ambas manos y me arrastra a mi habitación, cierra y me sienta en la cama y él se vuelve a alejar de mí y me mira otra vez con esa mirada.
—Mira sé que no confías en mí, pero créeme que jamás le haría algo así a ninguna mujer, puedes odiarme porque fui cobarde y me fui, pero nunca más vas a estar sola, Maya. Quiero que cuentes conmigo, pero en secreto es mejor, así esos dos no lo saben —dice sorprendiéndome.
Valla no esperaba algo como esto, pero no parece decir una mentira y él pese a sus feas bromas nunca me ha agredido como su padre.
—Tienes razón no confió en ti y tampoco creo saber distinguir una verdad de una mentira, pero no parece que estuvieras mintiendo —le respondo yo intentando sonar franca.
—Sé que solo me fui, pero no sabía qué hacer, me helé, quise pensar que no lo había visto, pero después de todas sus actitudes hipócritas que ha tenido, pensé que al menos podría hacerte saber que no estás sola —me dice.
—Es gracioso, ¿sabes cuánto esperé a que alguien lo descubriera? Pero yo también soy cobarde y no digo nada y seguirá así Max, pues estoy planeando irme de la casa apenas cumpla los 18 —le cuento —, además tu padre me amenazado, así que te pido que si quieres ayudarme no le digas nadie, por favor... —susurro, que estúpida soy al fin alguien lo ve y yo como ciega y cobarde que soy le pido que se calle.
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La Ultima Heredera
Ficção AdolescenteLukan creció de niño escuchado historias fantásticas e su maestro y su papá le relataban guerras pasadas y leyendas que nadie creía, el ingenuo siempre pensó que eran una mentira. Poco sabia a que se hacían referencia los adultos. Pero siempre lo en...