Chapter O1

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Gorda. Gorda. Gorda. Obesa. Das asco.

Las palabras fluyen con demasiada rapidez por mi mente atormentada. Viajan con fuerza y sin rumbo en grandes círculos contra mis pensamientos, los atrapan, obligándolos a poner mi atención solo a ellos.

El reflejo de mi asqueroso cuerpo en el espejo me causa náusea. De esas donde tu estómago se revuelve hasta el punto donde el mareo es inevitable.

Es hambre. ¿Tienes hambre? ¿No quieres comer? ¿Qué te lo impide?

La parte racional de mi cerebro dice que debo comer, pero los demonios atrapados en mi cabeza se ríen de mí, y se me hace imposible pensar en comer algo.

Camino con dificultad por el corredor. El piso ha decidido jugar hoy conmigo, y va y viene delante de mi visión, haciendo mi andar dificultoso y extraño por el largo camino que va desde el baño hasta mi habitación.

Llego cansada hasta mi cama, y me siento un tiempo para tomar aire. Mi corazón late con un ritmo extraño y demasiado rápido, y mi respiración es algo errática y dificultosa.

Logro calmarme y salgo hasta mi armario, tomando lo único que no me haga ver tan gorda entre toda mi ropa. Un par de pantalones sueltos y un enorme jersey. Mi cabello va suelto y mi maquillaje es inexistente. No quiero verme linda, porque no lo soy.

Aún. Falta poco, cariño. Nos falta muy poco.

La voz de mi cabeza no se calla, y me alaba por haber pasado las últimas dos semanas sobreviviendo con té y leche. Me siento bien. Aunque mi estómago se retuerce de forma extraña y me grita que ponga comida en él.

Tomo mi mochila con dificultad y salgo de mi habitación para ir a la cocina. Miro a todas partes y guardo silencio esperando escuchar a Marie en alguna parte de la casa. Se ha ido a trabajar. Por lo que tomo agua caliente y una taza antes de bertir chocolate en ella. El olor de las calorías me marea, y bato rápido para manchar la taza por toda una línea para finguir que hubo chocolate ahí antes. Luego boto todo, dibujando con el chocolate un borde en la taza, como si hubiese bebido en ella.

Tomo los huevos y tocino que ella ha dejado y mancho un plato con los restos y migajas de pan. Luego lo dejo todo en el lava platos. Tomo la evidencia de mi no desayuno y me deshago de todo antes de tomar una pequeña bolsa y poner dentro seis pequeñas almendras. Luego salgo por la puerta delantera.

La calle es fría, y ajusto mi enorme jersey contra mi cuerpo más de lo posible antes de seguir mi camino. Avanzo con rapidez hasta la parada de autobús, y espero paciente a que el enorme bus rojo venga en mi búsqueda para la escuela.

Escuela.

Siete letras que hacen el perfecto sinónimo de “Cárcel”. Escuela significa personas, personas significan miradas, miradas significan críticas  y las críticas son enormes bolas de demolición que destruyen mi autoestima.

Saco una de las almendras y la muerdo a la mitad. El fruto seco se destruye lentamente y con presición entre mis molares, y luego de unos minutos logro tragar.

Mi estómago se contrae, y decido dejar esto hasta ahí. No debo seguir comiendo. Las voces no me dejan, y yo, como su esclava, les obedesco.

Subo al autobús con lentitud y tranquilidad. ¿A quién engaño? No las subo rápido porque me mareo hasta el punto incontrolable.

Ana || Liam Payne ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora