Liam me da una sonrisa dulce antes de girar su atención a su mochila. Suspiro aliviada cuando dejo de ser su centro de atención y tomo mi tiempo para ordenarme mentalmente de ignorar los demonios de mi mente. Cuando lo logro, tengo los ojos algo aguados.
Los demonios siempre saben por donde atacarte.
La clase pasa en el análisis de tontos poemas que hablan sobre el amor y la belleza del ser humano. Los seres humanos no son bellos, son horribles, y se hacen halagos entre ellos sólo para olvidar su crítica personal por un momento.
-Para la próxima clase deben traer un poema -Anuncia la mujer de edad antes de terminar la clase -Deben escribir sobre algo que sientan. Es todo, pueden irse.
Las campanas suenan anunciando el fin de dos de las ocho horas de clases. Una enorme cantidad de alumnos abandonan el salón con rapidez y agilidad, mientras que otros se quedan con algo de poca preocupación del tiempo.
Guardo mis cosas con presición. Ajustando los libros en la parte de atrás de mi mochila, y las libretas en la parte de adelante. Así cargo menos peso.
Mi mochila se balancea con suavidad en mi hombro mientras salgo, y camino con cuidado a la par de los muros. El piso sigue jugando conmigo.
Meto una almendra completa en mi boca y avanzo hasta mi casillero para reemplazar mis libros por una nueva botella de agua. Llego a matemáticas con tranquilidad, y miro al pizarrón toda la clase.
Mis clases pasan tranquilas ese día.
El almuerzo es algo horrible. Los murmullos van y vienen de las bocas de los alumnos que no pueden notar la enorme grasa que cuelga de sus barrigas y extremidades. Los comentarios son horribles, las comparaciones son asquerosas, y las personas ya no son humanas.
La tercera almendra se desliza con gracia en mi boca. Va disimulada y ligera en mi mano mientras se haloja en mi paladar y se tritura en mis molares un tiempo alargado antes de caer por mi garganta, ingresando en mi sistema digestivo.
Voy a la cafetería sólo por una cosa, y esa es el calor. Los cuerpos de los estudiantes sueltan grandes cantidades de calor mientras comen, y éste se encierra en la habitación de pocas ventanas, la cafetería me gusta sólo por su calefacción natural y porque el olor a comida parece llenar mi estómago.
Tomo mi habitual mesa al final de todos, en una esquina cerca de un calefactor que irradia poco aire caliente y donde el calor de los estudiantes se mueve hacia mí. Saco mi pequeña libreta azul y una lapicera, y entonces, fluyo.
Pequeña e insignificante,
Mía eres, ¿A dónde vas?
Ingenua y persuadida,
¿Planeas llegar a alguna parte?Te tengo en mis manos,
En ese pequeño lugar
Donde mis palabras fluyen.
De donde no vas a escapar.Miro el intento de poesía con algo de admiración. Posiblemente, mi lenguaje, es lo único que amo de mí. Esa manera en que el mundo no sabe lo que hablo porque solo yo entiendo mis palabras. Mi propia lengua estándar, mi propia realidad.
Saco la botella de agua y la vacío contra mi boca antes de comer la cuarta almendra, el efecto de las pocas calorías que tienen me hacen marearme más, y aunque la odio, mi conciencia me dice que debo ingerir algo más grande.
Sé que mis reservas de comida de emergencia se han agotado, y el agua con las almendras no detendrán el mareo por mucho tiempo. Necesito más o voy a caer.
Con mucho frío dejo la cafetería para ir lo más rápido que puedo y salgo a los pasillos poco habitados. Estamos en pleno invierno, y la escuela está en la parte más fría de la ciudad. Afuera llueve, como lo hacen la mayoría de los días, y yo me agarro lo más firme que puedo de las barras junto a las paredes. Mi equilibrio es inestable y los mareos no mejoran nada.
-Sky -Siento la voz llamarme, es dulce y tranquila. Es Haylie, mi ex mejor amiga. La única que estaba de acuerdo conmigo, hasta que llegué a mis preciados cuarenta kilos y ella creyó que mi dieta no era algo sano.
Sus pasos se oyen por el corredor hasta que llega a mi lado, ni si quiera respira agitada, o no ha corrido o la distancia es muy corta como para correrla.
-¿Sky, estás bien? -Sus palabras cargan un sentimiento que podría ser preocupación, yo podría creerle, pero los demonios comienzan a atacarme.
Estás más delgada, estás perfecta.
-Sí -Miento. Yo no estoy bien, mis mareos y mi inestabilidad lo demuestran. Pero la grasa no es algo sano, y prefiero caerme un par de veces que terminar en el hospital por obesidad mórbida.
Iugh. Grasas.
-Skylar, te estás tambaleando -Ella advierte y me detengo. Del otro lado de la puerta principal del establecimiento está Ander, un hombre bajo y unos años mayor que nosotras que viene cada día con bebidas para el día. Hoy trae gruesa ropa de invierno, y puedo ver el vapor que sale de sus termos de agua hirviendo.
Veinte calorías por cada trago de cappuccino. Puedes bajarlas si no cenas hoy...
Las voces hablan con persuación y agilidad, yo puedo no cenar hoy. Decido tomar una respiración profunda y sigo mi camino hasta Ander.
-Estás temblando -Ella murmura intentando llamar mi atención.
-Ana, cariño -Ander me saluda con una sonrisa. La devuelvo como puedo. -¿Lo de siempre?
El té no cargado, sin azúcar y leche siempre ha sido mi pedido habitual, por eso sorprendo a Ander cuando niego y respondo -Un cappuccino, con poca azúcar.
-Claro, sólo dame unos minutos -Sonrío y doy la vuelta para ver a Haylie algo más fría de lo que debería.
-¿Qué es lo que quieres?
-Uh... Nada, sólo... Quería saber de ti porque... Estas mucho más delgada. -Ella murmura nerviosa.
-Oh -Lo estás haciendo bien, muy bien. -Eso es bueno, ¿No? Después de todo, era lo que querían.
-No, Skylar, nosotros nunca quisimos que fueras tan... Extremo -Ella me dice nerviosa, cuidado sus palabras. Ella aún cree que el viento podría llevarme.
Aunque eso no estaría mal...
-Lo dicen ahora, pero no lo negaban antes -Tomo el vaso de cartón suavemente y me deleito por el calor que se filtra de él, le pago a Ander y salgo en dirección opuesta de Haylie. No la necesito, ni a ella ni a sus pensamientos.
Llego demasiado temprano a mi clase de arte, y me sorprendo cuando saco mi blog de dibujo y empiezo a trazar. El arte y la escritura. Son las únicas dos cosas en las que fluyo, en las que no hay reglas, en donde sólo puedes manejarte con tus sentimientos.
-No entiendo cómo sigues viva -Miro a la puerta y veo a Zayn Malik ahí. Entra con sigilo y tranquilidad al salón, y lo veo con guantes sujetando su mochila.
La parte racional de mi mente dice que tampoco sabe cómo es que sigo respirando, y los demonios me atacan diciendo que es porque aún tengo grasa encima.
Me dedico a colorear suave con el lápiz de tinta cuando respondo -Yo tampoco sé cómo es que logras respirar.
Él me sonríe abiertamente y me guiña antes de seguir a su escritorio. Tal vez él no lo sepa, pero su pequeño comentario desata dos cosas: la primera es la batalla de mi parte sana y los demonios en mi mente; y la segunda es el sentimiento de por una vez en mi vida saber que alguien me comprende.
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Ana || Liam Payne ||
FanfictionLas palabras lastiman, pero ¿Hasta qué punto pueden hacerlo? -¿Por qué todos te llaman Ana si ese no es tu nombre? -Porque todos creen que tengo anorexia -¿Y por qué les crees? -¿Y por qué tu no? ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• Historia...