Capítulo 13: Ayuda mutua; a todos nos falta algo

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 Cuando me acerque al muro de frente a la puerta puede ver una cabeza, era el sombrerero, y le faltaba el cuerpo.. Y… el sombrero. 

En realidad no me sorprendía en nada, no sé por qué.

Aunque estaba dormido aun, no duro mucho su pesadilla, cuando empezó a hablar y alcé su cabeza para inspeccionar mejor su cabeza.

- Sombrerero, te había dejado en un estado… decrepito…. – Dije y abrió los ojos rápidamente alterado.

- ¿Qué, cómo? – Grito alterado.

- Pero no en trozos. – Dije algo extrañada.

- Ah, - Se calmó. – Eres tú. – Me reconoció segundos después.

- ¿Qué ha ocurrido? Has perdido tu sombrero y te faltan… algunas partes. – Susurre con ironía y obviedad.

- Extraviado, más bien. – Me corrigió bastante tranquilo para estar en el estado en el que se encontraba.- Casi ni añoro su falta, en cuanto a lo ocurrido… - Hablaba mientras yo localizaba su torso y lo colocaba suavemente su cabeza en el cuello de la columna vertebral. – Deberías saberlo mejor que yo. – Grito algo enfadado. – Es tu lugar después de todo, yo conozco el mío.

- ¿Cuando has conocido tú tu lugar o cómo conservarlo? – Dije con una risa irónica mientras giraba su cuello de derecha a izquierda y elongaba su cuello para controlarlo mejor. – Bueno. – Corte con el rollo de las bromas - ¿Qué está pasando? – Pregunte llevándome las manos en la cintura algo frustrada.

Entonces el antes de poder responder gritó y hubo un pequeño temblor.

- Eso va a pasar, alrededor, arriba y abajo. En mis oídos, por mis ojos, mis orificio nasales, mi garganta y corriendo por mis tripas. – Explico a los gritos sin dar pausas y quedándose sin aire.

- Papá era un gran aficionado a los trenes. – Recordé. – A mí no me gustan mucho.

- Entonces este no te va a gustar nada, como cuando la falsa tortuga se encargaba de la línea del espejo. – Dijo con voz tenebrosa y apurada. – Este tren es un maldito matadero. – Explicaba furioso y algo preocupado.- El hedor es tremebundo. La… luz cegadora… El ruido infernal, la…

- Esta bien sombrerero. – Lo interrumpí. – Me hago una idea; un tren Malo.

Una mano salio del medio del muro, parecia una maquina para agarrar cosas, se estiro y tomo al sombrero por la tuerca que estaba pegada detrás de su torso, mientras el siguió hablando.

- El mundo está patas arriba, Alicia. Los locos dirigen el psiquiátrico, no te ofendas. – Agrego muy en bajo volumen con la voz muy grave. – Y lo peor de todo: me he quedado… Sin té. – Dijo al borde de las lágrimas.

- Una tragedia. – Dije con una pizca sarcástica. – Si te ayudo me ayudaras mí. – Dicho esto él ya estaba en las alturas colgando de su mano.

- Lo juraría por mi corazón, si tuviera… - Agrego apenado. – encuentra mis miembros y arrójalos por la trampilla. Las maquinas harán el resto. – Explico. - ¡Muévete ya! – rio.- Debes salir por la plataforma más baja de allí. – dijo indicando con la cabeza.

Seguí la dirección. Todo era lava, había varias plataformas pero la más alta y aislada que estaba llena de controles tenia allí dentro al maldito y odioso ratón. Al verme grito para que le oyeramos.

-Tu presencia no es bien recibida. Tenemos una misión que completar, y tu – Dije refiriéndose a mí. – eres una molestia intolerable.

Dicho esto, detrás del ratón pude localizar una caldera llena de lava que poseía los brazos del Sombrerero.

- A algunos les gusta el calor pero a nadie le gusta tanto calor. – Dijo riendo. Los brazos comenzaron a moverse una vez que el ratón dejo de hablar, abrieron una puerta en la base del caldero dejando caer toda la lava que contenía.

Mientras el ratón reía como un idiota loco pude observas que ya no poseía pies, si no unas ruedas de carro lo ayudaban a moverse. Atrás tenía una llave que no dejaba de darle cuerda, literal, como si fuera un juguete. Parece que no era el sombrerero al único al que le faltaban algunos miembros, o tornillos.

Si aquella llave se rompía o se detenía, entonces el también. Ya encontré su punto débil, pero hasta que llegara hasta aquella plataforma tenía un largo camino que recorrer.

Alice Madness ReturnsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora