maybe i should go

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—¿¡Te dió un anillo!? —grita mi prima a todo pulmón y alejo mi laptop de mí ligeramente.

—Era un anillo de promesa y tiene un pequeño corazón, Erin, me quiero matar —murmuro tirano mi cabeza a la almohada—. Míralo.

—¡Por dios, es hermoso, Kiki! —exclama y le hago señas para que baje la voz—. Alan no está en la casa, puedo gritar todo lo que quiera.

—¿Y qué tal el trabajo?

—Ahí vamos —murmura rodando los ojos—. Sabes que odio fotografiar futbolistas y la semana que viene hay una convención horrible a la que no quiero ir. ¿Y tú, qué tal, apartando lo de Patrick?

—Hice una sesión fotográfica para Vogue —le cuento sonriente y esta abre la boca sorprendida—. No salgo en la portada, pero es la primera vez que salgo en Vogue, Riri.

—Dios, estoy tan feliz por ti, te lo mereces —suelta aplaudiéndome—. Ya quita esa cara, Kenzie, te ves fea.

—Me siento muy mal —canturreo—. Nunca me había sentido tan mal. Ni Tom ni Julian me hablan, Gisele intenta hacerme reír siempre, pero nunca funciona y le he dejado más de cien mensajes a Pat, de seguro me bloquea.

—Intenta llamarlo a ver que pasa —dice mi prima, mientras usa su celular y yo busco el mío en mi mesita de noche.

Busco el número de Patrick entre mis favoritos y marco de una vez, poniéndolo en altavoz, por si acaso. El tono suena dos veces y luego me manda al buzón de mensajes, me declinó la llamada. Mi prima abre la boca, como cada vez que algo la sorprende,  y pienso que es por lo sucedido, pero cuando me enseña la pantalla de celular, descubro que no es por eso.

—¿¡Le está agarrando la mano!? —grito molesta—. ¿¡Por qué Patrick está de manos agarradas con Britney!?

—Es Brittany...

—¡No me importa! —espeto rodando los ojos—. Dios, lo voy a matar.

—No sabes que pudo haber pasado, idiota, ni siquiera es que están de dedos entrelazados.

—No me importa, Erin, es Brittany, su ex que está esperando un bebé de él. ¿Qué quieres que haga? ¿Lo felicito o qué?

—Yo que tú... me vengo a Múnich y paso una semana aquí —propone riéndose, pero en mi cabeza se enciende un bombillo.

—Quizás vaya —murmuro y esta voltea a ver la pantalla emocionada—. Quizás vaya, Erin, antes de que no pueda viajar.

—¡Sí! Y tienes tu primera cita con una ginecóloga aquí, así puedo acompañarte —dice risueña y sonrío ligeramente—. ¿Sabes qué? Ya te voy el comprar el boleto.

—Cómpralo para pasado mañana, en el mediodía, por cinco días solamente.

—Vale, diva, a sus órdenes —susurra rodando los ojos—. Te llamo después, te amo.

—Te amo, chao.

Cierro la portátil y me levanto de la cama por primera vez en toda la tarde para decirle a Gisele sobre el viaje, porque es la única persona que me habla en esta casa, además de mis sobrinos.

Me molesta un poco que Patrick, Tom y Julian no me entiendan, porque no les estaba intentando ocultar nada, sólo no había encontrado el momento para hablar con ellos. Eso no significa que nunca les iba a contar, pero ellos parecían no entenderlo.

Mis padres casi se desmayan cuando se enteraron de lo sucedido, pero luego lo superaron y me felicitaron, pues saben lo difícil que va a ser todo ahora que tendré a un pequeñito corriendo por toda la casa. Y sí, estoy manifestando que sea un niño.

—¡Gisele! —grito bajando las escaleras, pero nadie me responde—. ¡Ben, Vivi!

—Se fueron de compras —responde mi hermano saliendo de la cocina, junto a Edelman—. Si necesitas algo, estamos en la nueva cueva.

—¿Hasta cuándo van a estar enojados, inmaduros de mierda? —pregunto y estos se detienen de golpe—. No los soporto cuando se ponen de acuerdo en algo.

—¿Sabes lo mal que nos sentimos cuando vimos los exámenes en las manos de Pat? Y no sólo por él, sino por ti —responde Jules cruzándose de brazos.

—Por ti... porque no entendíamos como pudiste ocultarnos algo así, cuando ninguno de nosotras te ha juzgado o criticado algo, Kenz. Nos sentimos traicionados y decepcionados, porque no esperábamos esto de tu parte.

—¿Cuántas veces les voy a tener que pedir perdón? Porque ya estoy cansada de decir esa palabra, pero ustedes no se ponen en mi lugar ni dos segundos para darse cuenta de que nunca les ocultaría algo así, sólo no había decidido como decirles de la manera correcta.

Tom mira a Julian y luego Julian me mira a mí, para que mi hermano copie su acción y en dos segundos, los tenía encima de mí, abrazándome con todas sus fuerzas. Me prohibo a misma llorar por la escena, pero las hormonas me juegan una mala pasada. Dios, que locura esto.

—Chicos, me voy a Alemania en dos días.

—Llévame —pide Julian emocionado y lo golpeo en la cabeza—. Auch, idiota.

—Serán cinco días de relajación con mi prima y su esposo, nada de nuevos y viejos amores, querido.

super bowl | patrick mahomesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora