Pov. Narrador omnisciente
Doscientos años habían pasado desde que Anatia tomó la decisión de ser ángel, doscientos años que llevaban ambas chicas siendo amigas, como bien había prometido, a pesar de convertirse en ángel y vivir en el cielo, Anatia no había cambiado y visitaba a Adaria en la tierra todos los días.
Su entrenamiento duró casi una década, fue una instrucción muy dura, mucho más de lo que pudo imaginarse en un inicio, pero mereció la pena, ahora poseía un poder considerable, se había especializado en luz y sentimientos, lo cual le venía bastante bien cuando Adaria perdía el control, gracias a ello pudo evitar varias masacres.
A veces recordaba a sus padres, el momento en que Gabriel se presentó en su casa para anunciarles que ella había muerto, causa natural según la autopsia, algo difícil de creer en una mujer tan joven, pero nada indicaba otra cosa, y tampoco nadie iba a sospechar que su muerte corporal se debía a que se había convertido en un ángel.
Anatia observó llorar a sus padres por bastante tiempo, era hija única, y sus padres ya tenían una edad, por lo que no tendrían más hijos, y ciertamente no lo tuvieron. Anatia se sintió mal por sus padres, saber que los había dejado solos, porque a pesar de que los cuidaba desde las sombras, ellos no podían verla, literalmente estaba muerta para ellos.
Al final, como cualquier otro humano, sus padres fallecieron, un accidente de tráfico, y aunque en un inicio fue algo trágico, gracias a eso pudo ir a visitarlos en el purgatorio y contarles la verdad. Pasó un tiempo, pero ambos perdonaron a su hija, no lo había hecho con mala intención, y no cualquiera podía fardar de que su hija era un ángel.
Pasaron unos años, y ambos ingresaron en el cielo, donde Anatia los recibió con una gran sonrisa, estaba feliz de que sus padres estuvieran allí, así volvieron a ser la familia que eran antes, y más cuando unos años más tarde también murieron y ascendieron al cielo sus abuelos, Anatia no podía estar más feliz.
Por su parte, Adaria también estaba contenta con su vida, su madre tuvo un pequeño bebé, un niño que, a diferencia de su hermana, sí era obediente y se preparaba para asumir su lugar en el trono, momento que no faltaba mucho para que sucediera, en unos meses cumpliría los 200 años, y sería apto para reinar, eran muchos los que deseaban ese momento, incluida la princesa.
A pesar de lo que cabía esperar, ella y su hermano pequeño se llevaban bien, todo gracias a las intervenciones de Anatia, la cual se esforzó para que ambos se llevaran bien desde un inicio, y así fue, incluso logró que el pequeño sintiera admiración por Adaria, la influencia de Anatia estaba haciendo que él no fuera un demonio corriente.
La madre de Adaria seguía sin estar a gusto con que Anatia fuera la guardiana de su hija, y el influjo que ella tenía sobre su hijo, solo hacía agravar las cosas. Mientras, el padre de Adaria estaba encantado con Anatia, la consideraba una buena influencia para sus hijos, entendía el punto de su mujer, pero no estaba de acuerdo.
Desde que Adaria dejó de ser la princesa heredera, ya no volvió a ir a una reunión entre los líderes de las especies, lo cual no solo fue una alegría para ella, sino para todos los líderes, los cuales ya no tendrían que tener por sus vidas cada vez que había una reunión y ella asistía, además, el príncipe Archibald era muy bien aceptado entre todos por su gran educación y saber estar.
El mundo nunca había sido tan pacífico, todos estaban en paz con todos, incluso los humanos, los cuales después de varias pandemias y la muerte de más de dos tercios de la población mundial, parecía que por fin habían aprendido la lección, y los supervivientes se apoyaban los unos en los otros, viviendo en paz y armonía.
Las monarquías y los imperios habían caído, los sistemas políticos eran casi inexistentes, no necesitan políticos que hablasen y no hicieran nada, preferían vivir en una semi anarquía, sin clases, sin poderosos, donde todos eran iguales sin importar la raza, la religión o el sexo, la auténtica utopía que muchos escribieron, pero que parecía que nunca ocurriría.
La contaminación se había reducido, ya casi no existía, pero algo quedaba aún en los océanos, y había muchos proyectos para acabar de limpiar el océano y reforestar las zonas deforestadas, el objetivo era poder restaurar la belleza que una vez tuvo el planeta, y ya casi lo conseguían.
-¿No es hermoso?, la vista del atardecer es magnífica desde aquí - le dijo Anatia a Adaria.
-Siempre dices lo mismo, ¿no te cansas de repetir la misma frase día tras otro? - Anatia negó.
-No, y no me cansaré de decirlo porque es verdad - dijo y elevó su vista al cielo - jamás habría imaginado que el mundo cambiaría tanto en tan poco tiempo.
-¿Doscientos años te parece poco tiempo? - preguntó divertida Adaria.
-Dados los acontecimientos, sí, el ser humano es el único animal que es capaz de tropezar dos veces con la misma piedra.
-Bueno, ya habían tropezado como mil veces con esa piedra, ya era hora de que le dieran la patada y la mandaran a volar - Anatia miró divertida a Adaria.
-¿No querrás decir que ya era hora de que la saltasen?
-Nah, mi metáfora está mejor.
Anatia rió sin contenerse, el último siglo había estado de muy buen humor, estar en el cielo con su familia, pasar el rato con su amiga en la tierra, jugar de vez en cuando con Archibald, y ver cómo la humanidad por fin estaba empezando a espabilar, le hacía muy feliz, había alcanzado sus metas, también había tenido que renunciar a algunas al dejar de ser humana para ser ángel, pero a cambio había logrado otras aún mejores.
-¿Te acuerdas del día que nos conocimos? - le preguntó Adaria a Anatia.
-¿Cómo olvidarlo?, al principio no te entendí ni una sola palabra, y al saber que eras demonio, yo intenté irme para evitar problemas y solo conseguí que te resultara aún más curiosa.
-Ya, en verdad llamaste mi atención.
-Sí, mi aura es muy rara, o bueno, lo era, ahora tengo la misma aura que cualquier otro ángel.
-En eso te equivocas - le dijo Adaria, ganándose la mirada curiosa de Anatia - tu aura sigue siendo particular, no es del todo como la de un ángel.
-¿A qué te refieres?
-No sabría explicártelo, ni yo logro entenderlo, a primera vista puede parecerlo, pero no es así, y deja de mirarme con esa cara que no estoy loca, Archibald también es capaz de sentirlo.
-Vale, vale - se disculpó Anatia entre risas - está visto que nunca seré normal.
-¿Y para qué quieres serlo?, lo normal es aburrido.
-Ya, mejor ser una asesina psicópata como tú - dijo sarcástica Anatia intentando contener la risa.
-Oye, no soy psicópata.
Anatia no aguantó más y empezó a reírse sin control mientras Adaria se quejaba por sus palabras, cualquiera que las viera podría pensar que están locas, y tal vez no se equivocase, pero la verdad es mucho más compleja, pues su amistad no es nada común, y eso es precisamente lo que la hace tan fuerte y única.
Nada fue fácil, ni siquiera en un principio, menos cuando empezaron su relación como guardiana y protegida, pero juntas lo habían resuelto, pues su amistad es pura y verdadera, nada ni nadie podrá romperla, y quien si quiera lo intente, solo logrará una muerte lenta y dolorosa por parte de Adaria, porque eso es lo que son y en eso se basa todo, en una humana para la demonio.
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Una humana para la demonio *Completada*
FantasyAdaria: la princesa de los demonios, una mujer que nadie puede controlar, sádica, imparable y fría como el hielo, son los adjetivos que la definen. Anatia: una humana "normal", antisocial, algo sádica pero a la vez inocente, tranquila a menos que te...