Capítulo 14

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Pov. Adaria

Admito que me descontrolé un poquito, dejé que mi ira me cegara y me abstraje de todo lo que no tuviera que ver con la pelea que estaba teniendo, pero todo eso se acabó cuando vi a Anatia, por mucho que pierda el control a veces, nunca dañaría a una amiga, o bueno, nunca dañaría a Anatia, ella es la única amiga que tengo.

Todos a nuestro alrededor se nos quedan mirando con un rostro de sorpresa exagerado, conozco mi fama, también los mitos sobre mí, uno de ellos es que no me preocupo por nadie que no sea yo misma, así que deben de estar flipando por haber visto que sí me preocupo por alguien externo a mi persona. Bufo molesta, estos idiotas me ponen de muy malhumor.

-Tierra, trágame - el murmullo entre dientes de Anatia me saca una sonrisa, parece que no soy la única que no le gusta la situación.

-¿Piensan seguir mirándome como tontos o van hacer algo productivo? - pregunto alto y claro.

-Adaria - me regaña Anatia, a lo cual yo le sonrío con arrogancia y ella bufa - no sé para qué me molesto.

-Pareces nueva - me burlo, a lo que ella me mira como preguntando ¿en serio? - por cierto, ¿no deberías estar en la universidad?

-Intenta estar atenta a clase mientras te arde la muñeca porque tu amiga no es capaz de estar sin enfadarse ni 24 horas - dice haciendo énfasis en ni 24 horas.

-Lo dicho, pareces nueva, ¿acaso no me conoces?

-Para bien o para mal, te conozco demasiado bien - dice suspirando.

-Entonces de qué te sorprendes.

-Ejem - un carraspeo nos saca de nuestra conversación, mierda, me había olvidado de que tenemos público, malditos chismosos.

Frente a nosotros, con cara de perros, se encuentra el mindundi del rey, la plasta de la reina, y el estúpido pajarraco, las tres personas más molestas de toda la existencia, al menos para mí. Ya imagino lo que dirán, que soy una irresponsable, que cómo se me ocurre involucrar a una humana en nuestro mundo, que debo de estar loca por haberla convertido en mi guardiana, etc, etc, etc; para mi desgracia los conozco demasiado bien.

-¿Cómo se te ocurre convertir a una humana en tu guardiana?, eres una irresponsable, la locura que has cometido no tiene nombre - empieza a despotricar la pesada, si ya sabía yo que diría esas cosas.

-¿Te das cuenta de lo que has hecho?, está prohibido involucrar a los humanos en nuestro mundo, mucho más tener cualquier relación con uno - le sigue el mindundi, ¿tanto les cuesta dejarme en paz?, al parecer sí, así que lo único que hago es resoplar hastiada.

-Todo eso es verdad - el que faltaba, a ver lo que dice el pajarraco, seguro es algo apoyando a estos dos inútiles - pero hay que reconocer que es rara la situación, y sorprendentemente conveniente, ella sola se ha encontrado una guardiana que la puede controlar - vale, me imaginé que diría cualquier cosa, menos eso.

-Eh, creo que se equivoca - dice Anatia muy nerviosa - es imposible controlarla, que ella me haga caso es algo que ha ocurrido muy pocas veces.

-Con que te haya hecho caso solo una vez, ya hace que te haya hecho caso más que nadie en toda su vida - dice Gabriel, Anatia me mira y yo me encojo de hombros.

-Ya sabes que no hago caso a nadie, a ti te lo he hecho porque, a diferencia del resto, me das una explicación plausible para que haga o no haga algo, el resto me lo ordenan directa o indirectamente sin decir nada más o sencillamente una tontería como: es lo correcto; como si a mí eso me importara.

Tengo casi 200 años, creo que es tiempo de sobra para que la gente me conozca, más si quieren que actúe como ellos dicen, y sin embargo, lo único que hacen es ordenarme cuando deberían saber que al hacerlo, yo hago justo lo contrario solo para fastidiarlos. Solo Anatia se ha dado cuenta de las cosas, y eso que es la persona de mi entorno que menos tiempo lleva conmigo, hay que joderse, pero es así, por eso evita hacerlo o me regaña con argumentos para intentar que cambie o haga algo, y no siempre funciona.

-Deberías - dice esta odiosa mujer, yo solo ruedo los ojos - es de mala educación rodar los ojos - como si me importara.

-Adaria - me llama Anatia y la miro - ¿podrías decirme cómo vuelvo a casa?, en seguida será la hora de salida en la universidad, debería ir para casa, y dejar la bandolera - dice mostrándome su bandolera, se nota que vino sin saber.

-Tú no te mueves de aquí humana.

-Será mejor que midas tus palabras - la amenazo, no me ha gustado para nada su forma de hablar hacia Anatia.

-Tranquilidad, esto tiene fácil solución - interviene Uriel, ni sabía que estaba aquí.

-¿A sí?, ¿cuál? - pregunto desconfiada, puede que sea un arcangel, pero aún así no me fío.

-Matarla, está claro.

-Atrévete a tocarla un pelo, y me encargaré de separar tu odiosa cabeza de tu estúpido cuerpo - esta mujer definitivamente quiere que la mate.

Miro de reojo a Anatia, me sorprende lo calmada que está en la situación en la que se encuentra. Se da cuenta de mi mirada y me sonríe, creo que en un intento de trasmitirme que confía en mí, y es que esa es la realidad, no dejaré que le hagan algo, mataré a quien se le ocurra acercarse a ella con malas intenciones, y soy una demonio, esas cosas las capto al vuelo.

-Tranquilidad - volvió a pedir Uriel.

-Adaria, tranquila, piensa en Kill Bill - me dice Anatia.

Suelto una pequeña sonrisa, Anatia me la puso pensando que me gustaría, y ciertamente no estaba mal, pero yo habría hecho sufrir mucho más a esos cabrones, no los hubiera matado así sin más, los habría torturado durante días hasta que me suplicasen que los asesinara, y aún así habría seguido unos días, hasta que considerase que ya valía, solo para mandarlos directos al infierno, pero hasta eso sería un paraíso comparado con lo que yo les haría.

-Increíble - oigo decir a alguien, sacándome de mi ensoñación de torturas y gritos.

-Siempre funciona - dice Anatia sonriente.

-¿Conoces más trucos? - le pregunta Gabriel.

-Tú mencionale alguna película que haya visto con asesinatos o torturas, y si no, saca algún tema de armas o tipos de lucha, las espadas y la lucha con espadas le gusta mucho.

-Buah, la bastarda es preciosa - le digo.

-Yo prefiero las espadas gemelas - me dice y se encoge de hombros.

-¿Y no os gustan las katanas? - pregunta Gabriel.

-Buah, las katanas están chulísimas - decimos las dos a un mismo tiempo.

Gabriel y Uriel tienen pinta de querer reírse a carcajadas, mientras que el resto nos miran anonadados, salvo la reina, ella sigue con su cara de amargada, en verdad que es insufrible esta tipeja, ¿es que su marido no le da buenos polvos?, pues que se eche un amante, porque le vendría bien que le quitasen lo frígida de una puta vez.

-Hermano, ¿estás pensando lo mismo que yo? - le pregunta Gabriel a Uriel.

-Es lo más seguro, hermano - le dice Uriel, yo frunzo el ceño.

-¿Qué estáis tramando? - pregunto mientras me aseguro de que Anatia esté detrás mío para poder protegerla.

-Jovencita - dice Gabriel dirigiéndose a mi amiga - ¿te gustaría convertirte en ángel? - ¿qué?

Una humana para la demonio *Completada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora