Capítulo 16

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Pov. Adaria

Una semana, una jodida semana ha pasado desde que Anatia se le ocurrió la brillante idea de hacer caso a esos pajarracos, ¿en qué demonios estaba pensando?, irse con esos estirados amantes de las reglas, ella no pega con ellos, vale sí, es muy buena persona, hasta el punto de ser a veces demasiado inocente e ingenua, pero aún así me molesta.

Por no hablar de sus padres, por lo que tengo entendido, ellos creen que Anatia fue seleccionada para unas pruebas de acceso a un experimento biológico de gran magnitud, una oportunidad única. Claramente no les gustó para nada que su hija se fuera de casa de un día para otro, y el hecho de que ella aún no hubiera acabado la carrera les hizo sospechar, pero debido al poder persuasivo de Gabriel, ellos se lo tragaron todo. Estúpidos pajarracos.

Suspiro pesadamente, echo de menos nuestras charlas, su fascinación por mi mundo, poder hablar con alguien sin que esa persona me juzgue o intente cambiarme, sus caras cuando hablo despectivamente de los ángeles, entiendo su punto, pero me gusta ver su cara, es muy chistosa a veces, se pone roja muy fácilmente.

Ahora mismo me encuentro en mi cuarto, en mi cama, mirando al techo, en mi escritorio aún están los libros sobre guardianes, debería pensar en devolverlos a la biblioteca, ya no me son necesarios, lo más seguro es que le informen de todo a Anatia en el cielo, esos chismosos saben de todo, incluso del funcionamiento del infierno y sus habitantes.

No había pasado ni dos días desde la reunión que se supo que yo no había matado a ese lobo, al parecer fue su hermano pequeño, ese idiota pensó que matando a su hermano sería alpha, ya que él no tenía descendencia, lo que desconocía era que la mate de su hermano está embarazada, por lo que el futuro alpha está en camino, además de que el consejo no dejaría que fuera alpha después de lo que ha hecho.

No me cabe duda de que fue Anatia quien se molestó en saber la verdad, el resto lo pensaban, incluso esos imbéciles de Gabriel y Uriel lo creían, solo ella me defendió y afirmó que no lo hice, y ciertamente así era, lo más seguro es que consiguió convencer a esos dos para aclarar las cosas, Anatia puede ser muy persuasiva si se lo propone, pero sobre todo muy insistente cuando se trata de alguien importante para ella.

Sonrío ligeramente, aunque parezca que siempre era yo la que hablaba, ella también me contó un montón de historias sobre ella, siempre dispuesta a todo por sus seres queridos, los cuales también incluye a sus amigos, una vez se enfrentó a un chico y le exigió una disculpa por discriminar a una de sus amigas, lo que me da rabia es que esas personas nunca supieron valorarla, esa chica particularmente la traicionó, Anatia le contó muchas cosas a lo largo del tiempo, y ella no tuvo reparos en contárselo a todos sus compañeros.

Y a pesar de todo lo que le ha hecho la gente a lo largo de los años, ella sigue sonriendo, sigue intentando ser feliz. Sé que todo eso le dejó secuelas, ya no es tan alegre como cuando era niña, ahora es más introvertida, no se relaciona mucho con la gente, es más cerrada a la hora de hacer amigos, y hasta que yo no aparecí en su vida, todas sus amigas las calificaba de pasajeras, por lo que no se abría a esas personas, aunque aún así le dolía la pérdida de esa amistad.

En más de una ocasión intenté que Anatia me dijera quiénes la habían hecho sufrir, quería, y aún quiero, torturarlos y matarlos, pero como ella me conoce y es tan buena, nunca me ha dicho ni un solo nombre, por lo que no puedo ir a por esos desgraciados y llevarlos al infierno, lo cual me molesta.

-Princesa Adaria, sus padres la requieren en el salón del trono - me avisa Frederic.

Bufo molesta, esa es otra, los reyes no han dejado de darme la tabarra toda esta semana, por no hablar que no he podido salir del castillo por su culpa, de ahí que esté tumbada en mi cama, mi habitación es el único lugar donde sé que no podrán entrar, pero eso no evita que me sigan tocando las narices.

Lo peor de todo es que tengo que ir me guste o no, ya que si no, me alargarán mi castigo en palacio, y la verdad es que quiero irme de aquí lo antes posible, por lo que, con toda la pesadez del mundo, me levanto, salgo de mi habitación, y me encamino a la sala del trono, donde seguramente me espere otro sermón por parte de los reyes, todos los días son iguales, ellos regañándome por una hora y yo ignorándolos todo el tiempo.

-Ya estoy aquí - digo aburrida, allí vamos de nuevo.

-Deberías mejorar tus modales, jovencita - dice la reina, que fastidiosa.

-Sí, sí - digo sin interés - empiecen de una vez, quiero volver a mi habitación cuanto antes.

Lo sé, es irónico que diga que no quiero que me alarguen el castigo, y que los trate de esta forma, pero es sencillo, estas personas no me infunden ni una pizca de respeto, solo me traen asco y repulsión, estoy más que cansada de ellos, cuando sea reina, porque para mi desgracia eso ocurrirá, lo único bueno que traerá es que podré mandar a este par muy lejos de aquí, así no seguirán amargando mi existencia.

-Esa no es forma de dirigirte hacia nosotros - como si me importara.

-Déjala, no merece la pena seguir con esta discusión, nunca cambiará - hasta que se dan cuenta, o al menos él sí se entera - en fin, no te hemos hecho llamar por eso.

-¿A no?, ¿no hay sermón? - no me lo trago.

-No - niega este - te hemos hecho llamar para anunciarte un par de cosas - es extraño que sea él el que hable y no ella, esto me da muy mala espina.

-¿Qué cosas?

-En primer lugar, un mensajero de los cielos nos ha avisado que tu guardiana ha accedido a convertirse en ángel.

-¡Genial! - no pensé que Anatia cometería semejante estupidez - ¿algo más?

-Sí, en segundo lugar, tu castigo ha sido levantado, por lo que puedes volver al mundo terrenal, es más, el mensajero nos avisó de que tu guardiana te espera en el mismo lugar donde se conocieron.

-Perfecto, entonces iré de inmediato.

Tengo que hablar urgentemente con ella, no dejaré que cometa el peor error de su vida, esos pajarracos la lavarán el cerebro como esté demasiado tiempo en ese lugar, debo convencerla de que no lo haga, no permitiré que cambien a mi amiga, ella es muy ingenua a veces, tengo que hacer que entre en razón, soy la única que le puede dar un poco de sentido común.

-Aún no he terminado - joder, que manera de molestar tienen algunos.

-Entonces termina de una vez - tengo que ir con ella, no puedo permitir que lo haga.

-Créeme, esto te interesa, y mucho.

-Entonces suéltalo de una puñetera vez - mi paciencia se está agotando.

-Cariño - venga ya - déjame decírselo yo.

-Está bien.

-¿Decirme qué?

-Que en unos meses tendrás un hermanito o hermanita.

-¿Qué?

-Lo que has escuchado, estoy embarazada - ¿y a mí qué?, tampoco es como que me importe, a menos que - así es - asiente ella imaginando mis pensamientos - pensamos dejar el reinado a tu futuro hermano o hermana, ya no eres la princesa heredera.

Una humana para la demonio *Completada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora